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La espantosa frase

"Si queremos tranquilizarnos un poco, podemos relativizar el dato: el virus no avanza al mismo ritmo en todas partes, ni con los mismos efectos".

La declaración que acaba de hacer Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS, sobre que “la pandemia se está acelerando” a escala global es en sí misma aterradora. El funcionario se refiere a la velocidad a la que está aumentando el número consolidado sobre infectados y muertos en el mundo. Infectados 8.5 millones, muertes casi medio millón a la fecha.

Si queremos tranquilizarnos un poco, podemos relativizar el dato: el virus no avanza al mismo ritmo en todas partes, ni con los mismos efectos. Los países están en distintos puntos de la famosa curva. Unos preparándose para lo peor, otros alistándose para salir del problema. Algunos incluso cantando una nerviosa victoria.

También puede aliviarnos recordar que hay alivios parciales en medio de todo: métodos colectivos y personales de protección, tratamientos más eficaces, reducción de la virulencia en algunas zonas. Todo producido por un creciente conocimiento sobre el virus, que en algunos países viene siendo decisivo.

Pero a la vez la advertencia de Ghebreyesus tiene sentido, pues nadie estará seguro con grandes cantidades del virus manteniéndose flotando por el mundo. El contagio que se ha expandido hacia nuevos países tiene la capacidad de regresar a los países de los que partió. En este aspecto, global quiere decir exactamente global.

A estas alturas es evidente que no todos los Estados tienen la misma capacidad de dar la lucha. Algo depende de sus gobiernos, pero mucho más de condiciones objetivas sobre el terreno, como recursos, demografía, cultura cívica. Lo cual en cierto modo hace al virus distinto en todas partes, y forma un mosaico mundial de tiempos y de virulencia.

La frase que emite la OMS incomoda por varios motivos. Nos habíamos acostumbrado a ver los avances parciales registrados como parte de una victoria general en curso. También hemos venido pensando que nuestra victoria, cuando llegue, podrá ser final. Por último, queremos creer que nuestros avances son irreversibles.

Pero la advertencia ya estaba entre nosotros, mucho antes de la frase de la OMS. Sin una vacuna eficaz, totalmente aceptada y repartida globalmente, la cosa continuará, y se seguirá acelerando. Antes de eso, donde el virus se encuentre, siempre nos debe intranquilizar, como las proverbiales barbas de nuestro vecino.

La República

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