Contrasentido II

En mi artículo de la semana pasada llamado “Contrasentido” abordé la nefasta Ley 26306-1994, que permitió la transferencia de terrenos ribereños de la costa metropolitana a seis distritos limeños y la creación de la Autoridad del Proyecto Costa Verde (APCV; órgano descentralizado de la Municipalidad Metropolitana de Lima con personería jurídica de derecho público, con autonomía administrativa, técnica, económica y financiera). Ambas medidas fueron dadas con la mala intención de socavar la gestión municipal de Ricardo Belmont, alcalde de Lima en cuya gestión se aprobó el Plan Maestro de Desarrollo de la Costa Verde para el período 1995-2010. Este plan proporcionó una visión de largo plazo con una serie de normas sobre zonificación y utilización del uso del suelo bastante precisas, pero que nunca se respetaron.

Como es costumbre en nuestra compleja y frívola sociedad limeña vinieron las críticas de este plan maestro, que con sus aciertos y errores era una base para repensarla y adecuarla de la mejor manera al ámbito de la Costa Verde. Al respecto, caigo en cuenta de que increíblemente han transcurrido 26 largos años y hoy con una Lima más extensa, densa y compleja como la que tenemos, no se ha podido resolver de una manera inteligente y homogénea dicho corredor costero para una mejor calidad de vida de todos los limeños y sus visitantes.

También mencioné, mientras sigamos con el mismo esquema organizativo de la mal llamada Autoridad del Proyecto de la Costa Verde, que ni autoridad ni autonomía alguna tiene, seguiremos empantanados con la distritalización de la administración municipal con soluciones cortoplacistas, con apetitos territoriales e inútiles revanchismos, que todo ello solo hace fragmentar la capacidad de gestión y de inversión de la municipalidad provincial.

Ante esta controvertida situación, suscribo lo que sostenía Gustavo D’Angelo (expresidente de la APCV 2013-2014) “sobre movernos hacia un nuevo modelo organizacional que permita concentrar la autoridad requerida para gestionar de manera coherente todo el ámbito de la Costa Verde, como lo exige este espacio homogéneo. También es necesario blindar la nueva autoridad de apetitos sospechosos. Un consejo directivo integrado, además de la MML, a quien corresponde la gestión por tratarse de una costa metropolitana, por representantes de los colegios de Arquitectos e Ingenieros, la Marina de Guerra, el Ministerio del Ambiente, Indeci e Imarpe (la lista es solo ilustrativa), bien podrían garantizar una dirección profesional y técnica a la altura de los enormes desafíos que enfrenta la Costa Verde para convertirse en ese gran espacio público ordenado, limpio y seguro que Lima reclama”.

¿Se pueden imaginar una visión compartida y sostenible del litoral de Lima y Callao, a partir de la cual se formule concertadamente un Plan de Manejo para los próximos 10 años, y que podría bautizarse como: Unidad del litoral metropolitano 2021-2031, aprovechando nuestra celebración del Bicentenario del año entrante?

No puedo dejar de soñar con un malecón continuo y homogéneo en su tratamiento, en los 26 kilómetros desde La Punta hasta La Herradura, no solo en el borde alto sino también en la zona baja de la Costa Verde, siguiendo como ejemplo el mismo patrón de diseño paisajístico del malecón de Miraflores y así también resolver de una vez por todas la inseguridad de los acantilados. Eso se llama Planificación de Desarrollo Territorial, de la cual la gran Lima y todo el Perú carece.

¿Por qué no aspirar a tener un espacio costero magníficamente armónico y estético y ser la envidia de cualquier capital de Latinoamérica por decir lo menos?