La lucha por espacios de poder

Acción Popular se puede partir en dos, por discrepancias dentro y en torno de su bancada. La prensa lo está definiendo como un conflicto izquierda/conservadores. Sin embargo las categorías no encajan completamente en los bandos. Sobre todo en el caso de los parlamentarios llamados izquierdistas, que no lo parecen tanto.

Hay en AP más manzanas de la discordia que la ideología. Una es la pugna por el poder partidario entre dirigentes regionales y dirigentes capitalinos, y el atractivo que ejerce el radicalismo entre muchos de los primeros. Otra manzana, vinculada a la primera, es la lucha por la candidatura presidencial 2021.

No es el único caso. Otros asoman en el horizonte. En la bancada de UPP ya se delineó un quiebre entre la gente de José Vega y los etnocaceristas. Tampoco allí calza del todo la divisoria izquierda/conservadores. Las palabras más nuevas, como populismo o radicalismo, tampoco aportan una definición satisfactoria.

La crisis política post-2018 se ha ido definiendo como un espacio de oportunidades para políticos recién llegados a las grandes ligas del poder. En diversos grados, estos políticos tienen en el orden establecido un enemigo común. El Congreso 2020 es el alineamiento de fuerzas más visible del nuevo sentimiento.

A juzgar por su votación en el Congreso, más bien errática, es poco probable que los tildados de izquierdistas en AP compartan, sabiéndolo o sin saberlo, los planteamientos del materialismo dialéctico o histórico. O que esté entre sus proyectos sumar fuerzas con las agrupaciones reconocidamente de izquierda.

Lo que parece estar en juego no es tanto la destrucción del Estado burgués (aunque por momentos lo parezca) sino alguna forma de paridad con los representantes del antiguo régimen en los turnos del poder. La plana mayor de AP, y sus invitados, con raíces en decenios de control partidario, es lo más parecido a una supervivencia misti en la política.

Hay además en todo esto un forcejeo generacional que es parte de lo partidario, que inclina a los jóvenes más hacia las redes que hacia los partidos. El Apra, hoy fuera del Congreso, lo viene viviendo desde hace ya buen tiempo, y todavía no lo resuelve. Al electorado nada de esto le facilita las cosas.