¿Volverán los días fríos en Lima? Senamhi aclara

Cultura combi

“(…) y la gente recién reconoce que no somos ese moderno bus que iba a Nebraska, sino aquella combi destartalada que sigue matando gente”.

Son los años 40. Somos poco más de 7 millones de habitantes y Lima no supera los 850 mil. La crisis de la economía agrícola de subsistencia genera un éxodo sin precedentes de la población andina a la costa. Dos décadas después inicia la televisión masiva auspiciada por la International Petroleum Company. El Perú bordea los 10 millones de habitantes, Lima los 2 millones y solo 40 mil hogares tienen televisión, donde ven Superman, Los tres chiflados y Simplemente María, novela que recoge el drama de la migración andina con actores de apellido Blume o Kamalich.

Pero la realidad nunca está en las pantallas. Aquel quechuahablante llegó a una Lima en la que no entendía los letreros del bus, del banco, del hospital o del colegio. Totalmente excluido, terminó refugiándose en la periferia. A finales de los 60, ya había adoptado jergas nuevas, insertándose en la lógica productiva. Chacalón nos deleitaba con el muchacho provinciano y en la tele aparece el sketch de la mujer andina protagonizada por un hombre, blanco y citadino, excluyéndola de su propia representación y reafirmando la violencia de género.

El Congreso de mayoría opositora entorpece las reformas de Belaunde, y Velasco da un golpe militar con tanques rusos. Les quita las tierras a los hacendados. Se apropia de los medios, hace un noticiero en quechua y manda componer “Y se llama Perú” para el mundial. Su gobierno dura 8 años, pero lo culpan de los problemas de 200 años de historia republicana.

Es 1980. Todo regresa a la normalidad, pero a colores. El terrorismo asesina a más de 25 mil peruanos producto de todo lo anterior. En los 90 un inmigrante japonés acriollado dice que superamos el terrorismo, luego de un golpe de Estado. El Perú se convierte en una combi asesina que atropella con el crecimiento económico. Pero en el exterior es un moderno bus que va a Nebraska, con ceviche y pisco. El Estado promueve el “consume peruano” antes de promover ciudadanía. Clasificamos al mundial e, ironías de la historia, “Y se llama Perú” se vuelve nuestro himno en Rusia.

Es casi el bicentenario. Un expresidente se suicida para no integrarse al grupo de expresidentes detenidos por corrupción. Todos quieren ser chicos reality. Aún hay hombres que representan a la mujer andina en televisión. El cono republicano se defiende del táper y la lonchera. Joker y La revolución y la tierra llenan las salas de cine. “Descubrimos” que empresarios peruanos solventan campañas electorales. Llega una enfermedad proveniente de nuestro principal comprador de minerales y la gente recién reconoce que no somos ese moderno bus que iba a Nebraska, sino aquella combi destartalada que sigue matando gente.

La República

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