Precio del dólar en Perú HOY, 19 de abril

¿Ya es hora de una cuestión de confianza?

Para calmar a ese manicomio instalado en la Plaza Bolívar.

Seguir estando de acuerdo con la disolución del congreso del 30 de setiembre no es contradictorio –como dice el fujiaprismo– con creer que el parlamento actual está ofreciendo evidencia de ser tan nocivo como el previo.

El congreso 2016-2019 quería derribar el régimen político de Pedro Pablo Kuczynski o de Martín Vizcarra, para satisfacer la pataleta de Keiko Fujimori por la frustración de perder dos veces la presidencia, y por la intención del fujimorismo, compartida con el Apra, de blindar a la corrupción, lo que reforzó la conformación del fujiaprismo.

Por su parte, ya se ve que el congreso 2020 busca derribar el régimen económico por la confluencia de varios partidos con bancada que quieren usar el populismo para construir sus candidaturas de la elección del próximo año.

En ambos congresos, con una gran penetración de lobbies que llevan a sospechar de los peajes que se han instalado en varios curules hoy virtuales.

No hay duda de que los actuales sistemas político y económico necesitan reformas y ajustes para corregir deficiencias que son más que obvias.

Pero estos cambios indispensables deben ser bien diseñados, con perspectiva de mediano y largo plazo, pensando en el interés de la sociedad y el de la nación, y no con una motivación cortoplacista, preparados al tun-tun y guiados por un provecho particular, como estuvo ocurriendo tanto en el anterior congreso como ahora en el actual.

Eso está siendo evidente en estos días en los que se ha desatado un populismo económico muy peligroso para el país, con decisiones apresuradas, sin evaluación, y pensadas en las agendas de intereses particulares.

Eso ocurre, además, en medio de una mediocridad espantosa. Ver las sesiones del pleno de los últimos dos jueves –como ha sido el caso de esta modesta columna– implica el riesgo de contraer un virus que erosione los fundamentos democráticos.

Un grave error de la presidencia de PPK fue no plantear desde el inicio, cuando ya era obvio lo que quería el fujiaprismo, una cuestión de confianza que calmara al congreso.

Quizá ya es hora de plantearle lo mismo al congreso actual, como litio político que estabilice el ánimo de los nuevos inquilinos de la Plaza Bolívar.

La República

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