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Genocidio en los penales

“El hacinamiento –jamás resuelto por ningún gobierno– va a matar a pastos durante la pandemia. Y, de no hacer nada, será un genocidio”.

Lo que está ocurriendo en los penales estaba cantado. No obstante, por evidenciarlo en Apocalypsis Now, el espacio que tengo en el portal La Mula, me saltó al cuello una horda de troles que parecían salidos de una canción de Joaquín Sabina.

Tontopollas sin cura. Soplones de la pasma. Estrategas del magreo. Caraduras. Obsesos. Gualtrapas. Lameculos. Mercachifles del vacío total. Especialistas en nada. Filósofos con caspa. Equilibristas del tedio. Vampiros al asedio de sangre fresca para chupar. Y en ese plan.

Nadie, que yo sepa, ha propuesto el indulto, la amnistía, o la gracia presidencial para asesinos, violadores, pedófilos o criminales de marca mayor. Nadie.

Sin embargo, hay quienes asumen que eso es lo que señalamos quienes reclamamos que el derecho a la vida es sagrado, y eso vale también para los presos. Hay que carecer de humanidad para opinar abiertamente que los reos se merecen nuestra indiferencia, que no son importantes, y que lo mejor es dejarlos a su suerte, y que mueran.

“No tienen derecho a nada”, dijo Fulano. “Que se jodan”, escribió Mengano. “¿Quién en su sano juicio quiere liberar presos ahora?, preguntó Zutano. “Que mueran en su ley. Por algo están presos, ¿no?”, añadió Perenceja. Y un tal Jaime Eduardo Villanueva Campos deseó que me infecte el coronavirus y que me liquide, como una suerte de justicia poética.

Como sea. Además de toparme con la nula empatía de muchos, lo inquietante fue constatar la incomprensión del problema. Porque los motines continuarán de no resolverse lo evidente: el hacinamiento en los centros de reclusión.

“No estamos pidiendo libertad, sino poder seguir con vida”, declaró un preso a El País. Los reos protestan porque están hacinados y rodeados de contagiados por el virus. Porque no hay atención sanitaria. Porque no les hacen pruebas rápidas. Porque no les proveen de mascarillas. Y así.

El INPE calcula más de seiscientos presos contagiados, sin contar a policías y funcionarios. Esto, adivinarán, se va a multiplicar en las próximas semanas de forma exponencial.

El hacinamiento –jamás resuelto por ningún gobierno– va a matar a pastos durante la pandemia. Y, de no hacer nada, como ha advertido Rosa María Palacios en la web de esta casa editora, esto se convertirá en un genocidio.

Pedro Salinas

El ojo de mordor

Periodista y escritor. Ha conducido y dirigido diversos programas de radio y tv. Es autor de una decena de libros, entre los que destaca Mitad monjes, mitad soldados (Planeta, 2015), en coautoría con Paola Ugaz. Columna semanal en La República, y una videocolumna diaria en el portal La Mula.