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La mecida de las AFP

“No se trata de un problema de mejorar las comisiones o, como cándida o maliciosamente se ha dicho, de mejorar las comunicaciones entre las AFP y sus afiliados”.

Es una mecida monumental la que plantea el Gobierno con su anunciada comisión de reforma del sistema de pensiones. Para empezar, llama la atención que no se incluya en dicha comisión a los dueños del capital, que no son otros que los aportantes tanto el sistema público como al privado de pensiones.

En general, es un despropósito mercantilista que el Estado o un grupo de empresas privadas capture coactivamente la poca capacidad de ahorro que pueden tener las familias de la clase media y las dilapiden en un caso o las utilicen para generar millonarias utilidades en el otro. Este es el quid del asunto.

El porcentaje de sus ingresos que se les quita a los trabajadores para obtener una pensión cuando se alcance la edad de jubilación, bien podría ser mejor aprovechada en activos tangibles o intangibles que sin duda mejorarían en mayor medida la capacidad de ese aportante de afrontar en mejor pie su jubilación.

Con ese dinero que se retiene, un ciudadano podría aprender un idioma, o hacer que sus hijos lo hagan, pagar un seguro médico familiar que les evite contraer enfermedades invalidantes u onerosas, comprar una propiedad que luego le ahorre el pago de un alquiler, invertir en una mejor educación (está probado que genera mayores ingresos a lo largo de toda la vida), pagar un seguro vehicular y no arruinarse con un accidente. Puede hacer varias cosas que aumentarían el “capital familiar” multiplicándolo varias veces más que la mejor rentabilidad que pueden ofrecer hoy en día las AFP.

La ONP y las AFP empobrecen a las clases medias en el Perú. Ojalá alguien se anime a hacer el cálculo de la pérdida de patrimonio y activos que ambos sistemas han generado en millones de personas constreñidas durante décadas a enajenar un porcentaje significativo de su renta. Es absurdo que un sistema pensionario esté atado a un contrato laboral.

No se trata de un problema de mejorar las comisiones o, como cándida o maliciosamente se ha dicho, de mejorar las comunicaciones entre las AFP y sus afiliados. ¿Se quiere ver cómo, automáticamente, de un día para otro, disminuyen las comisiones, la comunicación se torna amigable y fluida, o aumenta la rentabilidad de los portafolios? Hágase voluntario el sistema.

Esa liberación no surgirá del conciliábulo entre las AFP y el MEF, el BCR o la SBS, entidades claramente comprometidas con la vigencia de un inmenso mercado de capitales generado por décadas de aportes obligatorios. En la mente de muchos tecnócratas dicho bolsón monetario pesa infinitamente más que el bienestar familiar difuminado en cientos de miles de personas (por cierto, muchos economistas cuya vida profesional o laboral depende de las AFP se pasean campantes por los medios sin advertirlo).

La liberación absoluta no va a surgir jamás de una comisión de notables como la que propone el Ejecutivo. Nunca se va a llegar a dicho “consenso”. Solo queda esperar que algún día un gobierno o una mayoría congresal convencidas del valor de la libertad le devuelvan su dignidad a una ciudadanía capturada.

-La del estribo: enorme la oferta artística virtual en estos tiempos de cuarentena global. Recomiendo algunas (gratuitas): Metropolitan Opera, Teatro Colón, Timbre 4, National Theatre (han puesto Frankenstein), Shakespeare´s Globe, Andrew Lloyd Weber, etc. Por estos lares, el Británico y el CCPUCP. A mediano plazo acá podrían hasta cobrar por ver, si asumen que en este formato exige grabar imagen y sonido de un modo especial (no se trata de colocar una cámara al fondo del auditorio y punto).

La República

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