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Cuando en Europa comían momias: ¿por qué la ingesta de cadáveres estuvo de moda?

Era un mundo diferente y, aunque ahora parezca inquietante, esta practica llegó a convencer a la nobleza, incluso el rey Carlos II de Inglaterra consumía cráneos humanos. Esta es la rara historia, según afirma Marco Harmes, profesor de la Universidad del Sur de Queensland.

Foto: EFE
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Durante la historia de la humanidad hay quienes, con tal de tener buena salud, están dispuestos a casi todo. Cartílagos de tiburón, caracoles, huesos triturados, entre otras cosas, han sido usados en busca de remedios milagrosos.

Sin embargo, durante la Edad Media y hasta el siglo XIX se llegó más allá: momias fueron usadas como medicamento, y era recetado en toda Europa para casi cualquier problema de salud, según Marco Harmes, profesor de la Universidad del Sur de Queensland.

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Mumia: la medicina de las momias

Era un mundo diferente, sin antibióticos y con bajas expectativas de vida y, aunque ahora parezca inquietante, se creía que comer momias (restos humanos molidos) era la cura para casi cualquier dolencia, desde peste bubónica hasta un simple dolor de cabeza.

La historia de la práctica se remonta al siglo XII, cuando los saqueadores de tumbas desenvolvían a las momias egipcias en búsqueda de algún botín. Pronto notaron una sustancia negra en los cuerpos, pensaron que era betún del Mar Rojo y que tenía potencial de ser lucrativo.

“(El betún) es un hidrocarburo natural que se ha utilizado en la construcción en el Medio Oriente desde la antigüedad. (El libro de Génesis lo menciona como uno de los materiales utilizados en la Torre de Babel). Los antiguos también usaban betún para proteger los troncos y las raíces de los árboles de los insectos y para tratar una serie de dolencias humanas. Es viscoso cuando se calienta, pero se endurece cuando se seca, lo que lo hace útil para estabilizar huesos rotos y crear cataplasmas para erupciones”, se afirma en la revista Science History.

Foto: Wikicommons

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Durante el siglo XI, el médico persa Avicena empleó la palabra mumia para referirse al betún medicinal, abundante en el antiguo Medio Oriente, donde se formaba en cuencas geológicas a partir de restos de diminutas plantas y animales. Ahora llamamos momias a los muertos embalsamados en equipo debido a que cuando los europeos vieron por primera vez la materia oscura que cubría los restos antiguos asumieron que se trataba del producto medicinal, de acuerdo a Science History.

De esta forma la palabra adquirió un doble significado que fue aprovechado por los boticarios europeos, quienes, ante la posibilidad de sacar algún provecho, empezaron a usar momias por sus “reservas de betún medicinal”. Durante mucho tiempo hubo debates sobre si las momias tenían realmente betún medicinal y de esta forma se dio el origen a un producto que fue conocido como Mumia.

Según la revista Discover, la “medicina” era aplicada en los ojos para cataratas, en la piel para lesiones, era mezclada con vino para la tos y el mal aliento.

También se mezclaba con vinagre para calmar los dolores lumbares. Una mezcla de menta, mirra y betún era usada para la fiebre cuartana (un tipo de malaria). Y si se añadía yeso, la medicina servía para curar huesos rotos.

La realeza se comió a la realeza

Algunos médicos incluso creían que la mejor medicina no provenía de momias viejas y secas, sino de la carne y la sangre frescas, por lo que se experimentó con cuerpos de prisioneros ejecutados, según señala The Smithsonian Magazine.

Esta práctica llegó a convencer a la nobleza, incluido el rey Carlos II de Inglaterra, quien tomaba medicamentos de cráneos humanos para tratar afecciones neurológicas y convulsiones que sufría, según afirma Harmes.

“Para la élite real y social, comer momias parecía una medicina apropiada para la realeza , ya que los médicos afirmaban que la mumia se hacía a partir de los faraones. La realeza se comió a la realeza”, afirma el profesor Harmes.

A medida que la ciencia avanzó, los remedios caníbales se extinguieron, la práctica finalmente acabó el siglo XVIII, cuando los europeos comenzaron a usar regularmente tenedores para comer y jabón para bañarse.

Soy periodista. Bachiller por la universidad Jaime Bausate y Meza. Interesado en la fotografía, periodismo narrativo, literatura y temas internacionales. Estudié escritura creativa, marketing y temas migratorios. Ahora en Mundo.