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Brasil: Lula da Silva, el ave fénix que busca reconquistar el poder

Elecciones. Luiz Inácio Lula da Silva, quien estaba en el destierro político salpicado por el escándalo de Lava Jato, ahora aspira a un tercer mandato y es favorito ante el actual jefe de Estado brasileño, Jair Bolsonaro.

Carrera presidencial. Lula da Silva lanzó su nominación rodeado de figuras de la izquierda brasileña y apostó por “la mayor revolución pacífica”. Foto: EFE
Carrera presidencial. Lula da Silva lanzó su nominación rodeado de figuras de la izquierda brasileña y apostó por “la mayor revolución pacífica”. Foto: EFE

Exobrero siderúrgico y lustrabotas en su infancia de miseria en el noreste de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva se enfrenta a los 76 años a un nuevo desafío: postularse a un tercer mandato presidencial, contra el actual mandatario Jair Bolsonaro.

Favorito en las encuestas, Lula, el presidente más popular de la historia de Brasil e ícono de la izquierda, anunció ayer su candidatura: “Estamos dispuestos a trabajar no solo por la victoria electoral, sino para la reconstrucción y transformación de Brasil”, afirmó.

“Es un momento muy especial en mi vida, especial por contar con ustedes, por haber conseguido por la primera vez juntar todas las fuerzas políticas progresistas en torno a mi campaña”, afirmó Lula en un acto en un centro de convenciones de Sao Paulo, donde lo arroparon cientos de militantes.

El exgobernante ha sumado a su causa a todas las fuerzas progresistas, con el objetivo de crear un frente lo más amplio posible capaz de enfrentar a los partidos de derecha y ultraderecha que están con Bolsonaro, quien intentará renovar su mandato.

Esa coalición se presentó ayer bajo el nombre Vamos juntos por Brasil.

Con una enorme bandera de Brasil de fondo, Lula, trajeado, pero sin corbata, realizó un discurso en defensa de la soberanía de Brasil y del impulso social durante su mando (2003-2010).

“Tenemos una causa: restaurar la soberanía de Brasil”, indicó el exmandatario, quien añadió que el Gobierno de Bolsonaro está desmontándola, “destruyendo las políticas públicas de millones de brasileños”.

En el acto de este sábado participó de forma virtual, tras dar positivo de coronavirus, el exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin, un veterano político liberal, ferviente católico y quien será candidato a vicepresidente de la fórmula de Lula.

La elección de Alckmin, quien fue el adversario de Lula en las elecciones de 2006, es un giro al centro de Lula y un gesto para mostrar una imagen de moderación económica.

“Vamos a probar que la economía y la justicia social no son cosas opuestas”, indicó.

La candidatura de Lula se daba como un hecho desde hacía meses, pero solo este sábado se postuló como aspirante a la Presidencia de Brasil.

Lula, líder del Partido de los Trabajadores (PT), regresa al ruedo después de ser condenado por corrupción, encarcelado durante año y medio e inhabilitado para las elecciones presidenciales de 2018.

En marzo de 2021 recuperó sus derechos políticos tras la anulación de sus condenas por parte del Tribunal Supremo, lo que le permite intentar un nuevo asalto a la presidencia, 12 años después de haber dejado el poder con 87% de respaldo.

Lula se vio envuelto en Lava Jato, la mayor operación anticorrupción de la historia del país, sobre una gigantesca red de sobornos en torno a la petrolera estatal Petrobras.

El juez anticorrupción Sergio Moro lo condenó en 2017 a nueve años y medio de prisión por la obtención de un tríplex en primera línea de playa de una constructora a cambio de contratos públicos.

Fue encarcelado en abril de 2018 por corrupción y lavado de dinero, tras un mediático atrincheramiento en el Sindicato de Metalúrgicos en Sao Bernardo do Campo.

Pero no por ello perdió influencia en el partido ni en la política brasileña, si bien el escándalo hizo que se convirtiera en un líder repudiado por buena parte de la población.

Lula se declaró siempre inocente y se considera víctima de una conspiración política para favorecer al ultraderechista Bolsonaro, quien le usó de espantajo para ganarse el apoyo de las clases medias y vencer en 2018 con un discurso anticorrupción.

Una tesis que cobró fuerza cuando Bolsonaro, apenas electo, designó a Moro ministro de Justicia.

Finalmente, Lula fue liberado en noviembre de 2019.

Busca unión

Meta. “Queremos unir a los demócratas de todos los matices, de las más variadas trayectorias, de todas las clases y credos”, expresó Lula.

Cambio. “Cuando Lula me extendió la mano, vi en ese gesto mucho más que una señal de reconciliación entre dos adversarios históricos, vi un llamado a la razón”, dijo Alckmin en un video.