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Se rehabilita de su consumo de alcohol después de que lo dieran por muerto y enterraran vivo

En Colombia, un hombre, luego de haber tomado alcohol y probado drogas durante 20 días seguidos, cayó al suelo. Transeúntes pensaron que estaba muerto y lo empezaron a sepultar.

Joaquín Plata vivió sumido en las adicciones durante 40 años. Pero un hecho le cambiaría la vida. Foto: El Tiempo/Francisco Plata
Joaquín Plata vivió sumido en las adicciones durante 40 años. Pero un hecho le cambiaría la vida. Foto: El Tiempo/Francisco Plata

Joaquín Plata vivió la mayor parte de su vida sumido en el alcohol. Desde sus cortos 8 años de edad, probó la sustancia que le haría perder el control de su vida. Su tío, un sacerdote de su localidad, presidía los encuentros con los fieles, y él era el encargado de pasar las copas de vino a los asistentes.

Desde ese momento, y con el dulzor del vino, Joaquín no pudo evadir sus ganas de beber. Fueron 40 años los que duró con la ingesta de ese líquido dañino, que lo llevaría a vivir varias desventuras, y momentos tétricos.

Hablar de ‘Paco’, como le dicen de cariño, no solo es mencionar la bebida hecha de uva, sino también las drogas. En su infancia, él recuerda haber visto a su padre ingerir pastillas para calmar sus hábitos violentos contra los miembros de su familia. Los medicamentos estaban a su alcance, y, por ello, fue fácil dar el primer paso para su segunda adicción.

Expulsado del colegio, con malas juntas que lo llevaban a seguir en el vicio, ‘Paco’ recuerda la vez en que observó la marihuana. Sus ‘compinches’ estaban fumándola, y le insistían para que la probara, pero él se mostró reacio y negó en toda oportunidad. El control que tuvo en su negativa fue destruido cuando uno de sus amigos sacó una pistola y le apuntó en la frente, mientras le advertía: “si no fumas, te mato”.

El desenlace de este capítulo resulta obvio. Joaquín Plata quedó adicto y no contento con la marihuana, tiempo después se volvió loco por la cocaína. “Producía un estimulante fuerte y así podía soportar más trago. Porque a mí no me gustaba estar alegre, sino borracho”.

La situación comenzaba a tornarse complicada y dura. Siendo un joven de solo 19 años, ‘Paco’ deseó dejar los vicios, pero no pudo. Estudió música, trabajó en un almacén de instrumentos musicales junto a su padre, pero pronto se independizó.

Trabajando solo, ganaba más que su padre, y más que muchos empleados de Colombia. Su salario era casi cinco veces el mínimo y, en vista de aquello, su padre se enojaba con él, al punto de considerarlo su enemigo.

Con los años, el dinero hizo que pueda abrir varios negocios, dar trabajo a 22 empleados y clases a 213 alumnos. Tenía cómo demostrar su sustento, pero la adicción pudo más con él. Según palabras del propio Joaquín, llegaba, incluso, a beber hasta cuatro litros de aguardiente por día; además, fumaba uno tras otro cigarrillo sin medirse.

Sus vicios le hicieron perder varios millones de pesos por faltar a reuniones con clientes. De esa manera, y pronto, su fortuna se vio afectada. Un amigo le recomendó visitar alcohólicos anónimos, al ver su deplorable estado, pero solo duró 20 días sobrio y luego huyó del lugar.

Cuando estuvo en Bogotá, dinero era lo que menos había. Bebía todos los días, ponía aguardiente dentro de botellas de jugo e iba por las calles tomando sin control. Dormía en cualquier lugar de la periferia porque no podía permitirse pagar un cuarto. Sin embargo, hubo un incidente que lo conmocionó.

Una mañana, mientras iba en un TransMilenio, perdió la noción del tiempo y cayó al lado de un hueco. Unas personas que transitaban por la zona con intenciones de asaltarle lo dieron por muerto y comenzaron a lanzarle tierra: lo sepultarían. Gracias al aviso de una vecina que vio todo desde su ventana, los policías llegaron a la zona para llevarlo a un centro médico cercano.

Los galenos que lo atendieron le comentaron que llegó en muy malas condiciones, incluso lo tenían en la morgue, echado en una de las frías camillas de metal. Una de las enfermeras se acercó a él y le dijo que “Dios debe tener un plan para su vida”.

No fue sino hasta el 14 de diciembre del 2010, en una de sus pedidas de limosna, cuando una patrulla se acercó para pedirle que se retirara del lugar porque las personas se quejaban de su aspecto. ‘Paco’ volvió a casa, pensando en solo beber, prendió el televisor y escuchó un mensaje en el canal cristiano Enlace.

“Uno de ellos decía (pastores)... Dios es poderoso y él te va a sacar y yo hice esa oración y en ese instante sentí que se fue la ansiedad, y la obsesión de tomar, yo no había sentido eso nunca, temblaba y miraba mis manos y decía, yo necesito beber, pero no tengo ganas de beber y miraba el televisor y decía qué me pasó”, comentó ‘Paco’ Plata para la periodista Luisa Mercado.

Joaquín esperó casi toda su vida para poder afrontar sus adicciones. Hoy, a sus 59 años de edad, está sobrio, y asiste cada tres o cuatro veces a la organización de alcohólicos anónimos. Fue diagnosticado con una enfermedad al hígado y estuvo en fase terminal, pero, según él, Dios le dio la oportunidad de seguir con su vida.

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