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Ucranianos de la tercera edad viven refugiados en las estaciones de metro de Kiev

Los trenes circulan por una sola vía. El resto, los inmóviles, sirven para que decenas de personas duerman en su interior.

Una mujer con su perro en su improvisado refugio en el metro de Kiev, el 18 de marzo de 2022. Foto: AFP
Una mujer con su perro en su improvisado refugio en el metro de Kiev, el 18 de marzo de 2022. Foto: AFP

Valentina Katkova, de 77 años, no sabe qué le da más ganas de llorar: si los problemas de salud propios de su edad avanzada o el hecho de tener que vivir en el metro de Kiev para escapar de las bombas rusas. Como ella, otras 200 personas han encontrado refugio en la estación de metro Syrets, al noroeste de la capital ucraniana.

La mayoría duerme sobre mantas o en colchones colocados sobre el suelo, en el andén o en los pasillos de la estación. Sin embargo, Katkova, vestida con un abrigo color lila y un gorro tejido a mano, y otras personas de su edad, ‘disfrutan’, dentro de lo posible, de la escasa comodidad que dan los vagones del metro.

La mujer duerme en tres asientos de cuero azul sobre los que ha extendido una manta. No puede tumbarse completamente, por falta de espacio. A su lado, tiene una botella de agua y un vaso de plástico.

Duerme allí desde el 24 de febrero, cuando el presidente ruso Vladimir Putin decidió iniciar su ofensiva.

Su hija, su yerno y dos nietos pernoctan en el andén de la estación. “Los viejos estamos aquí. Y los jóvenes, en el suelo”, lamenta.

Ucranianos de la tercera edad viven refugiados en las estaciones de metro de Kiev

Así viven miles de personas a varios metros bajo tierra en el metro de Kiev. Foto: televisa NEWS

El metro de Kiev, que tiene algunas estaciones muy profundas, sirve de improvisado refugio para miles de habitantes. Los trenes circulan por una sola vía y el resto, los inmóviles, sirven para que decenas de personas duerman en su interior.

En esta estación situada a unos 60 metros de profundidad, se parece querer darse una sensación de falsa normalidad y hasta se ha instalado una televisión.

Nina Piddubna, de 71 años, duerme en el vagón vecino y explica que las últimas tres semanas no han sido fáciles.

Al principio “me sentía muy mal, tenía fiebre”, cuenta esta mujer de ojos claros y profundas ojeras. Ella llegó, incluso, a desmayarse, y los empleados del metro se ocuparon de ella.

Olena Gusseva, de 73 años, admite que hay una gran solidaridad entre la gente que se refugia en esta estación. “Es verdad que hay humedad y podemos ponernos enfermos, pero da igual, porque lo más importante es seguir con vida”, dice.

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