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Vendedor de caramelos ejerce como profesor y cumple promesa que hizo a su madre fallecida

Carlos Rivas Vera, de 48 años, tuvo que esperar ocho años para impartir clases a los alumnos, un juramento que realizó a su madre, con quien desde adolescente trabajó como vendedor de golosinas en las calles de Ecuador.

Tenía 40 años cuando consiguió el título de licenciado en Ciencias de la Educación en la Universidad Técnica de Manabí. Foto: Vistazo
Tenía 40 años cuando consiguió el título de licenciado en Ciencias de la Educación en la Universidad Técnica de Manabí. Foto: Vistazo

Un hombre que trabajó desde los 15 años vendiendo caramelos en las calles de la ciudad de Portoviejo, en Ecuador, cumplió la promesa que le hizo a su madre antes de morir: estudiar la carrera de Educación en la universidad y ejercer la profesión alcanzada tras mucho esfuerzo.

Se trata de Carlos Alfredo Rivas Vera, de 48 años, quien vendió golosinas, chupetes o botellas de agua junto a su madre Wilmira Luz Vera desde adolescente, según recogió el diario El Universo.

Con el impulso de su progenitora y sus ganas de salir adelante, Rivas empezó a estudiar en la universidad la carrera de Educación. Ya era un adulto cuando regresó a los salones. Algunas complicaciones económicas le impidieron seguir a tiempo los estudios para una profesión.

Tenía 40 años cuando consiguió el título de licenciado en Ciencias de la Educación en la Universidad Técnica de Manabí. En 2013, su madre cayó enferma y perdió la vida. Antes de su partida, Carlos recuerda que le prometió que alcanzaría no solo la meta de graduarse de profesor, sino que buscaría ejercer como tal.

Lo primero lo cumplió, con buenas calificaciones, pero debió esperar ocho años para poder ejercer la carrera y estar frente a los estudiantes impartiendo conocimientos, como era su meta.

“Siempre busqué participar en estos concursos (para llenar una vacante en el magisterio), pero, no sé por qué razón, no lograba acceder. Insistí algunas veces, participé, pero no tenía respuestas”, declaró Rivas.

A la espera de una oportunidad, siguió vendiendo caramelos. No quiso perder el objetivo de poder entrar al magisterio. Durante los meses de la pandemia del coronavirus pasó momentos difíciles. El negocio decayó severamente por la disminución de personas en las calles.

Volvió a insistir en una postulación, a golpear las puertas, primero del distrito de Educación en Portoviejo y en la coordinación zonal 4 del Ministerio de Educación, detalló el medio ecuatoriano.

La respuesta llegó el pasado 7 de diciembre, cuando le informaron que tenía una vacante en la unidad educativa Cayetano Cedeño, en la comunidad San Ignacio de Colón, sector urbano-periférico de Portoviejo.

“Solo pedía una oportunidad de trabajo, no que me regalen algo”, expresó mientras agradecía a las autoridades. Comenzó dando clases virtuales a alumnos que cursan el quinto año de educación básica.

Uno debe perseguir sus sueños, cumplir metas y en mi caso cumplirle a mi madre, que me enseñó desde muy pequeño el valor del trabajo. Si no fuera por ella, dónde estaría yo en estos momentos”, contó Carlos.

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