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Anciana nazi trató de escapar de la justicia, pero fue capturada

Alemania. Irmgard Furchner (96) se hizo la enferma para no comparecer ante el juez y logró fugarse de un asilo en Hamburgo.

Fugitiva. Furchner hoy y cuando trabajaba como secretaria en un campo de concentración. Foto: difusión
Fugitiva. Furchner hoy y cuando trabajaba como secretaria en un campo de concentración. Foto: difusión

La primera lección que dejó esta noticia es que el crimen nunca paga y la justicia tarda pero llega: más aún si se trata de un crimen de lesa humanidad del que fue cómplice Irmgard Furchner, ahora de 96 años.

Furchner hizo noticia ayer jueves cuando no asistió al juzgado luego de escaparse del asilo en la ciudad de Quickborn, en el estado federado de Schleswig-Holstein, en el norte de Alemania. Horas más tarde fue capturada en Hamburgo.

Como se sabe, los crímenes de lesa humanidad no prescriben y ella es acusada con suficientes pruebas de haber sido cómplice de la muerte de 11.000 prisioneros en un campo de concentración nazi ubicado cerca de la ciudad de Dánzig (hoy Gdansk, en territorio polaco). A los 18 años, ella fue contratada como secretaria del comandante del campo de la prisión y gestionó directamente la muerte en cámaras de gas de más de cinco mil prisioneros, muchos de ellos judíos.

La segunda lección es que el juez alemán no se tragó sus excusas. Como asegurar que no sabía nada de los crímenes que se producían en su centro de trabajo. La justicia tampoco se amilanó ante los argumentos dizque humanitarios por su avanzada edad.

Apenas se supo que se había fugado, el tribunal provincial de Itzehoe, donde debía comenzar el juicio, dictó una orden de detención contra la nonagenaria, acusada de prestar ayuda en el asesinato sistemático de prisioneros en el campo de Stutthof, donde fue taquígrafa y mecanógrafa de la comandancia entre 1943 y 1945.

Juzgado de menores

El periódico Die Welt reveló que la anciana ya había declarado dos veces como testigo, en 1954 y 1962, acerca de su papel en el campo de concentración de Stutthof. Declaró que toda la correspondencia con la temida SS había pasado por sus manos y que el comandante del campo de concentración, Paul-Werner Hoppe, le dictaba diariamente comunicaciones sobre las capturas y ejecuciones.

Sin embargo, Furchner siempre insistió en que durante su servicio en el campo nunca había sido consciente de la maquinaria asesina de la que fueron víctimas decenas de miles de personas.

Tras su captura será juzgada por un tribunal de menores, ya que los hechos por los que se le acusa tuvieron lugar cuando era una adolescente.

La clave

Precedente. En julio del 2020, un exguardia de Stutthof, de 93 años, fue condenado a una pena simbólica de dos años de libertad vigilada por complicidad.

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