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Gabriel Cid: “La nueva constitución supone un quiebre con el discurso de nación homogénea”

El historiador chileno opinó que la pandemia ha truncado la oportunidad de elaborar “un discurso mucho más interconectado entre Chile y Perú”.

Gabriel Cid es especialista en historia intelectual de las independencias hispanoamericanas e historia cultural de la guerra en el siglo XIX. Foto: La Tercera
Gabriel Cid es especialista en historia intelectual de las independencias hispanoamericanas e historia cultural de la guerra en el siglo XIX. Foto: La Tercera

El Dr. en Historia y ganador del Premio PUCV al Mejor Libro de Historia del Año 2014, Gabriel Cid, en conmemoración por el Aniversario de la Independencia de su país natal, dio una entrevista a La República en donde relata lo que fue el proceso de la gesta independentista y qué consecuencias ha tenido para la nación que es hoy Chile.

Este sábado 18 de septiembre Chile celebra sin restricciones sus 211.° años de independencia del Gobierno peninsular.

¿Cuáles fueron las fases del proceso independentista?

Hay una primera fase que yo definiría como fidelista. Cuando llegan a Chile las noticias del cautiverio del rey Fernando VII en la península a mediados de 1808 hasta septiembre de 1810. Todos los discursos hablan de defender al rey, se planteaba la idea de enviar chilenos a pelear a España para defender al rey.

El otro momento que es importante es el que va de septiembre de 1810 a octubre de 1812, se le podría llamar un momento autonomista, este es donde ya se visualiza lo lógica del autogobierno con independencia de las autoridades peninsulares.

Luego está la fase de reconquista cuando el virrey Abascal envía tropas a inicios de 1813 y en octubre de 1814 se derrota el movimiento autonomista chileno y las fuerzas militares españolas y peruanas ocupan Santiago hasta inicios de 1817.

Algo que se debe entender es que la independencia de Chile no está completa mientras no esté derrotado el bastión de la resistencia que se encontraba en Perú. Es un proceso larguísimo.

¿En qué medida el proceso de Independencia de Chile fue un evento de carácter continental?

Los aniversarios patrios tienen la mala tendencia a ensimismarse, a centrar la mirada en la propia nación, pero muchas veces se nos olvida que el proyecto independentista fue un proyecto en común que no se puede desligar de un país del otro.

Buena parte de las fases no se pueden entender solas sino en relación con cómo reacciona el virreinato frente a lo que está pasando en Chile y cómo los chilenos buscan apoyo en el Río de la Plata para conducir su proceso. Todo esto nos obliga a pensar en una visión más conectada, más integrada, menos nacionalista y más transnacional.

¿Cuáles son los personajes que cargaron sobre sus hombres a la empresa independentista y cuál fue su construcción como héroes nacionales?

Buena parte de esa generación de próceres terminó en la derrota y en el exilio, ninguno pudo disfrutar de sus logros políticos. Todos terminan en el exilio, fusilados o traicionados. Los héroes de la independencia pagaron costos personales altísimos.

Toda construcción de este panteón de héroes es siempre polémica, más que responder a la propia vida de los héroes, responde a los intereses de la sociedad contemporánea que los escoge. Muchas veces falsificando o atribuyéndoles ideas que no estuvieron en sus propósitos de manera tal que los panteones siempre son construcciones muy móviles y muy polémicas.

En el caso chileno, la atención podría estar entre O’Higgins y José Miguel Carrera, que fueron los personajes más importantes.

¿Cómo se desarrolló la participación de las clases populares en la gesta independentista?

La historiografía ha demostrado que el proceso independentista tiene más participación popular de la que uno podría esperar. No es un movimiento puramente elitista. Y lo que permite esta participación es el proceso amplio y extenso de la guerra. La participación popular es muy intensa y amplia, pero siempre debe entenderse solo desde la lógica de la guerra porque esta obliga a movilizar ejércitos desde la nada y en ese sentido democratiza la participación.

Particularmente participan los afrodescendientes, esclavos que se les promete la libertad bajo la condición de que cumplan servicio militar.

Por su lado, el mundo indígena participa muy activamente en la zona de la frontera, la cual es el epicentro de la guerra. Los españoles que servían en el virreinato tienen en el mundo mapuche un aliado potencial, esta es una de las ironías, los indígenas defendían la causa del rey porque la lealtad del rey les aseguraba cierta autonomía a sus territorios.

¿Cuál es la importancia de las celebraciones de Independencia para la consolidación de un nacionalismo en Chile?

Si bien el nacionalismo chileno ha sido hegemónico en el siglo XIX y el XX, en general ha estado construido en torno a dos cuestiones claves; primero, una exaltación de la homogeneidad racial, de virtudes castrenses, y eso ha llevado a poner en un lugar marginal otras narrativas de la identidad nacional.

De hecho la constitución que se está debatiendo acá asume el desafío de un estado plurinacional y reconoce otras formas de pensar la identidad como otros grupos indígenas. Eso supone un quiebre muy sustancial con el discurso anterior de nación homogénea.

Todo ello ha conllevado a lo que es hoy Chile. Hoy en día, en Chile, las celebraciones son multitudinarias en los aniversario de independencia, se prolongan por varios días, tienen un carácter festivo y carnavalesco que probablemente lo diferencia de otras experiencias.

¿De qué manera las celebraciones por la independencia de Chile pueden convertirse en un elemento para afianzar vínculos con el Perú?

Había muchos esfuerzos de parte de ambas naciones. Yo fui partícipe de la comisión Bicentenario, el último congreso internacional al que acudí fue en 2019 para preparar todo lo que iba a ser la agenda de actividades del Bicentenario de la Independencia del Perú de la expedición libertadora.

Hubo una voluntad muy importante en el caso peruano de pensar la independencia, no solamente desde la comunidad nacional, sino en su vínculo con otras naciones hispanoamericanas. Pero lamentablemente la experiencia de la pandemia ha dejado trunco todo lo que pudo haber sido una instancia para construir puentes de diálogo, de elaborar un discurso mucho más interconectado entre Chile y Perú. Todo quedó en un segundo plano.

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