El impacto gigantesco de la mayor sequía en 77 años del trinacional río Paraná

El río Paraná, segundo más extenso de América, padece su peor descenso en más de medio siglo y aún se desconoce si la causa es por un ciclo natural o el cambio climático. El fenómeno ha generando graves daños al medioambiente y a la economía de la región y se percibe efectos inciertos a largo plazo.

Desde 2019, el Paraná advertía con su encogimiento, descendiendo a niveles mínimos que no tenía desde los años 40. El trinacional Paraná se extiende por 4.880 km desde el sureste de Brasil, atraviesa Paraguay y desemboca en el Río de la Plata de Argentina, siendo clave para el comercio y la pesca, y abastece de agua dulce a cerca de 40 millones de personas.

“Se han mencionado como causas las represas brasileñas, la deforestación, el cambio climático, pero desde el punto de vista científico no estamos en condiciones de decirlo. Obviamente ha sido el déficit de lluvias; pero, ¿provocado a partir de qué?”, cuestionó ante la AFP el geólogo Carlos Ramonell, catedrático de la Universidad Nacional del Litoral. Aunque su brazo principal tiene caudal, en su red de cauces secundarios “solo entre el 10% y 20% tiene agua, el resto está seco”, indicó.

Así también, la bajante afectó la reproducción de los peces, impedidos de desovar en lagunas y riachos ahora desmembrados del curso principal por enormes bancos de arena. Además, ha emergido un reguero de desechos y en donde estaban las lagunas ha crecido maleza que aprovecha el ganado.

El Paraná es una de las vías fluviales más importantes para el transporte de granos, pero su bajante está obligando a distintos exportadores a considerar el uso de rutas terrestres, transporte más costoso y menos sostenible. Mientras que el desplazamiento por camión produce 100 gramos de CO2 por cada tonelada por kilómetro transportado, fluvialmente son 20 gramos.

El caudal promedio del Paraná es de 17.000 metros cúbicos por segundo, pero cayó hasta los 6.200 m3/s, apenas por encima del valor mínimo histórico (5.800m3/s) registrado en 1944, causando que la generación eléctrica en la central Yacyretá (Argentina y Paraguay) se reduzca a la mitad, la cual aporta 14% de la energía eléctrica a Argentina.

AFP informó que una veda pesquera de fines de semana busca resguardar a las casi 200 especies que contiene el río. “Con la bajante, todos los químicos —mercurio, plomo— se concentran en la tierra de la costa. Cuando el agua vuelva, aquellos peces que chupan barro morirán. Vamos a ver un impacto gigantesco”, aseguró Ana Pirkas, vecina de la ciudad pesquera Goya de la provincia de Corrientes de Argentina.

Entre la frontera de Brasil y Argentina, también hay varias colonias de pescadores y miles de familias de pescadores que conviven con la crisis debido al bajo caudal. En Brasil, para ahorrar agua y poder atender la demanda energética en los próximos meses, el Ministerio de Minas y Energía recomendó que algunas plantas en el río Paraná reduzcan su caudal.

Ramón Acuña, de una tercera generación de pescadores de la zona, manifestó que “desde que se hicieron las represas cambió mucho el río”. De la abundancia de sábalos, base de la pirámide ictícola del Paraná, que sacaba su padre, solo le queda el recuerdo.