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“Los indignados cómodos”, por Nancy Arellano

“A todos debe parecernos doloroso que un ser humano no tenga que comer, pero aún más doloroso condenarle a ser una carga para la sociedad y no generar un espacio para su realización personal”.

"La indignación cómoda solo atina a reclamar el pan, mientras que la indignación creadora pide acceso al crédito", por Nancy Arellano. Foto: AFP/referencial
"La indignación cómoda solo atina a reclamar el pan, mientras que la indignación creadora pide acceso al crédito", por Nancy Arellano. Foto: AFP/referencial

La Libertad es la conciencia de necesidad. Ello implica no sólo comprender lo que se tiene de lo que se carece, sino de cómo lograr obtener lo que se necesita. Tener conciencia de la necesidad real. No como fin último de la satisfacción de aquello que es deseado, sino de las barreras que hay en el camino a la satisfacción de la carencia. Va más allá del objeto de deseo, refiere a la identificación de las barreras en el camino para su obtención.

Vamos a lo puntual: las necesidades de miles de hombres y mujeres en el mundo. ¿Requiere un niño en África de alimento diario? Correcto. ¿Cuál sería la conciencia de necesidad sobre su alimento? Podríamos decir que, primariamente, el alimento en la mesa, listo para ser ingerido. ¿Esa es la conciencia de necesidad? No. Esa es la urgencia física de necesidad, no la consciente. La consciente trasciende a la mera satisfacción de lo requerido, comprende lo que media entre el sujeto necesitado y el objeto que satisface tal necesidad. ¿Qué sería entonces? La identificación de las barreras en el camino, las brechas esenciales que impiden que el sujeto pueda obtener ‘como se espera que obtenga’ lo que ha debido obtener.

En términos simples de nuestro ejemplo: ha de ser el hogar el que provee el alimento, que es la madre o el padre quien ha debido poder llevarlo, que madre o padre no tienen el sustento necesario, que madre o padre no tienen un trabajo decente, que madre o padre no tienen educación útil al sistema económico, que madre o padre son excluidos del sistema. Solo, entonces, madre o padre deben poder insertarse laboralmente y, por ello, deben ser preparados para su integración socio-productiva.

Así, vulgarmente hablando: hay que dar el alimento (básica de subsistencia) mientras se rompen las barreras reales de circulo de pobreza; es decir, en función de generación de programa de integración socioeconómica.

La ‘conciencia de necesidad’ sería la exigencia de preparación para el empleo decente. Y podemos ir más allá porque podría tratarse hasta de la cadena de producción o la diversificación económica que no contempla suficientes espacios de inserción laboral decente. Entonces, ese plato de comida pasa a ser un problema real de política económica y productiva. Quizá al convenir hasta la intervención para la finalización económica con la inversión pública o el fomento de la inversión extranjera directa.

Sin embargo, en el mundo en el que vivimos, muchos se quedan en el aspecto más inmediato. En la satisfacción utilitaria del problema a simple vista, en lugar del problema de fondo.

Cuando vamos más allá, no solo se lograría la solución del problema más evidente, sino que de todas las consecuencias visibles: brecha de salud, de educación, de movilidad social positiva, de sostenibilidad.

Pero siempre hay muchos que, en la indignación cómoda, relegan el problema a un tema de causas y efectos desestabilizadores porque ponen el peso directo en una solución no sostenible. A todos debe parecernos doloroso que un ser humano no tenga que comer, pero aún más doloroso condenarle a ser una carga para la sociedad y no generar un espacio para su realización personal y ejercicio pleno de la libertad. Tener real conciencia de necesidad y ser capaz de dotarse de respuesta a esta.

Las políticas de desarrollo sostenible van dirigidas a la compleja comprensión de los factores que inciden en nuestra sociedad y a buscar equilibrios entre el aporte del Estado, del privado y del individuo.

La indignación cómoda solo atina a reclamar el pan, mientras que la indignación creadora pide acceso al crédito, cursos de agro, cursos de panadería, horno y una carretera donde circular hasta el local para poder comprarlo.

La indignación cómoda pide la solución más evidente al problema físico, la creadora exige la solución de raíz para la dignificación irreversible del individuo. Otorgarle la libertad de valerse por si mismo.

En la región latinoamericana, vemos desfilar entre unos y otros a semejantes indignados: no confundamos al que cuesta del que vale. Todo es cuestión de equilibrio y sostenibilidad porque “no hay lonche gratis”.

Al menos, no es posible por mucho tiempo o la región no vería desfilar migrantes venezolanos de un país que dilapidó recursos cuantiosamente y sin dignificar a sus ciudadanos con las libertades de satisfacer realmente la conciencia de necesidad.

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