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Francisco selló una reunión histórica con Al Sistani

Irak. Francisco cumplió el sueño de Juan Pablo II al visitar la ciudad más antigua del mundo, donde nació el profeta Abraham.

Inédito. El pontífice agradeció al ayatolá por "levantar la voz en defensa de los más débiles". Foto: AFP
Inédito. El pontífice agradeció al ayatolá por "levantar la voz en defensa de los más débiles". Foto: AFP

El papa Francisco selló ayer una de las reuniones más importantes de sus ocho años de pontificado al encontrarse en la ciudad de Nayaf, durante su viaje a Irak, con el ayatolá Ali al Sistani, la máxima autoridad de los chiíes, la otra rama del islam junto a la suní, y abogar por el diálogo entre las religiones para el bien común en el mundo.

Un encuentro del que solo se han distribuido algunas decenas de segundos de imágenes de video y un par de fotos de ambos líderes sentados en la sala donde el ayatolá, de 90 años, recibe a sus huéspedes en su modesta casa de Nayaf.

Fue el primer acto de la segunda jornada del viaje del papa, de 84 años, que este viernes llegó a Irak para una visita de tres días y se convirtió en el primer pontífice en pisar este país.

En un momento en el que está subiendo la tensión en el ya convulso Irak, escenario en los años pasados del terror yihadista, el gesto del respetado Al Sistani recibiendo al papa es un importante mensaje que invita a una convivencia pacífica.

El papa subrayó “la importancia de la colaboración y amistad entre las comunidades religiosas para que, cultivando con respeto recíproco el diálogo, se pueda contribuir al bien de Irak, de la región y de la entera comunidad”, informó en un comunicado la oficina de prensa del Vaticano.

El encuentro sirvió para que el papa agradeciese al ayatolá “que levantase la voz en defensa de los más débiles y perseguidos, afirmando que lo sagrado es la importancia de la unidad del pueblo iraquí”.

Ambos además ofrecieron sus oraciones para un futuro de paz y de hermandad para Irak, Oriente Medio y el mundo.

Por su parte, la oficina de Al Sistani explicó que abordaron los grandes “desafíos que enfrenta la humanidad” y que el ayatolá habló de “las injusticias y opresión, la persecución religiosa e intelectual (...), el bloqueo económico y los desplazados de muchos pueblos de la región, entre ellos el pueblo palestino”.

El papa encontró un aliado en la defensa de los cristianos, diezmados en los últimos años y de los que solo han quedado cerca de 300.000, pues el ayatolá expresó “su interés en que los cristianos vivan como los iraquíes, en paz y seguridad y con todos sus derechos”.

Francisco también cumplió el sueño de Juan Pablo II viajando a Ur de los Caldeos, en el sur de Irak, donde la tradición indica que nació el profeta Abraham y donde se reunió con los representantes de las diferentes religiones del país.

Ante el área arqueológica en la que afirman fue la casa de Abraham en la llanura de Ur, Francisco afirmó que los creyentes “no pueden callar cuando el terrorismo abusa de la religión”.

Una impensada reunión entre ambos líderes

Francisco tuvo que respetar el protocolo y quitarse los zapatos antes de entrar en la habitación de Al Sistani. Además, el papa estuvo rodeado de representantes suníes, chiíes, zoroastrianos y yazidíes, aunque no de judíos.

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