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“La carne me sabe a gasolina”: relatan la crudeza de la pérdida del gusto por la COVID-19

La parosmia es otra consecuencia de la COVID-19, que perdura a pesar de recuperarse de la enfermedad. “Me entristezco cuando cocino en las tardes (...). Me asusta quedarme así para siempre”, admitió una mujer inglesa.

Son múltiples los síntomas de coronavirus comprobados. Foto: AFP
Son múltiples los síntomas de coronavirus comprobados. Foto: AFP

Casi 10 meses después de que surgiera el coronavirus SARS-CoV-2, la comunidad científica ha descubierto que provoca en los seres humanos gran cantidad de síntomas, entre ellos la pérdida total del olfato (anosmia) y la pérdida total del gusto (ageusia).

Generalmente la mayoría recupera sus sentidos, pero otros sufren un fenómeno llamado parosmia, en el cual tienen los sabores y olores distorsionados. Como Kate McHenry, una inglesa de 37 años, que le relató a la cadena británica BBC sus padecimientos.

“Me encantan las buenas comidas, salir a restaurantes y beber con amigos, pero todo eso se ha ido. La carne me sabe a gasolina y el prosecco a manzana podrida. Si mi novio Craig se come un curry el olor es horrible. Le sale de sus poros y es difícil estar cerca de él”, confesó.

McHenry se enfermó levemente de COVID-19 en marzo pasado, se recuperó pero le dejó secuelas. Durante cuatro semanas fue incapaz de oler algo, a mediados de junio las cosas “empezaron a oler muy raras” y fueron reemplazadas por un “hedor químico horrible”.

El doctor Franklin Mariño, otorrino en el Hospital Ramón y Cajal (España), mencionó las características de la parosmia al portal 20minutos.es. “Cuando hueles una cosa, detectas un olor que es diferente al real (...). Yo tengo muchos pacientes que me dicen ‘cuando huelo el perfume me huele como a azufre, como a cañería’, eso es muy frecuente”.

Los contagiados de COVID-19 pueden perder su sentido del olfato porque el virus SARS-CoV-2 daña los nervios terminales de sus narices, una reacción que genera que el cerebro esté incapacitado de identificar correctamente cualquier olor.

“Me entristezco cuando cocino en las tardes. Craig me pregunta qué quiero comer y me siento mal porque no hay nada que me apetezca. Sé que todo tendrá un sabor horrendo. Me asusta quedarme así para siempre”, añadió McHenry.

Sumado a esto, ha perdido peso y tiene ansiedad. Teme no recuperar el sentido del olfato, aunque los expertos sostienen que la parosmia es un signo de recuperación, aunque, en el caso de algunas personas, puede tardar años.

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