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Una polémica en los margenes

El texto de China empieza estableciendo que “La Organización Mundial de Salud (OMS) expresó claramente que no se ha logrado identificar el origen del COVID-19 hasta el momento”.

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La presentación que hace Mario Vargas Llosa en su artículo quincenal de la actual pandemia como una consecuencia del sistema político chino ha merecido una respuesta del gobierno de Beijing. La opinión del escritor es tajante y a la vez condicional: “nada de esto podría estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un país libre y democrático y no la dictadura que es”.

No parece precisamente la polémica a la que el mundo quiere entrar en estos momentos, pero el comentario de Vargas Llosa le ha servido a Beijing para defenderse y remozar su imagen desde un comunicado emitido por su embajada de Lima (suponemos que también lo hará en otras). La nota no entra a la cuestión planteada por Vargas Llosa, sino al tema del coronavirus mismo.

El texto de China empieza estableciendo que “La Organización Mundial de Salud (OMS) expresó claramente que no se ha logrado identificar el origen del COVID-19 hasta el momento”. Este dato epidemiológico puede ser cierto, pero es ambiguo, y desafía por lo menos el sentido común, pues la ciudad de Wuhan es el lugar donde esta historia comienza.

El resto del comunicado esencialmente llama la atención sobre la buena performance del régimen una vez que la epidemia se declaró con fuerza: la colaboración con el esfuerzo mundial, y el éxito en contener el brote gracias a “la ventaja del sistema socialista con características chinas”. Esto último quizás una alusión a los esfuerzos en países con otros sistemas.

Sobre la colaboración con el esfuerzo mundial, en efecto en The Guardian Laura Spinney escribe que la velocidad sin precedentes con que se está avanzando camino de una vacuna para el virus se debe en buena medida a tempranos esfuerzos chinos por decodificar el material genético antecedente al COVID-19. Desde enero ese material fue repartido a los laboratorios especializados del mundo.

La discusión que ha puesto en marcha Vargas Llosa parece adecuada para otro momento del problema. Ahora muchas de las principales democracias del mundo están luchando a brazo partido por aplicar, y en esa medida poniendo a prueba, sus sistemas políticos a la contención del coronavirus. Que ellas no lo hayan originado hoy parece un asunto más bien secundario.

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