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No mejora

“La caída de las bolsas es un mudo, pero elocuente, comentario sobre el futuro de esta epidemia, y eso también afecta a China”.

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Circula un impresionante video de ciudadanos chinos resistiéndose a ser recogidos por fuerzas de seguridad. Son escenas violentas del desesperado intento de atajar el coronavirus, y refuerzan la versión de crecientes protestas masivas con el régimen de Beijing. Mientras tanto diversos otros puntos del mundo van entrando al contagio.

Hay varias aproximaciones a la epidemia para escoger. La más dramática es que sigue indetenible. Hay una consoladora, según la cual todo está siendo exagerado, y pronto será encontrada la vacuna. Algunos piensan que para cuando esto último suceda, el daño económico al mundo se habrá vuelto irreversible por un buen tiempo.

Sin vacuna, los países se están defendiendo como pueden, con medidas sanitarias y esfuerzos de cuarentena. Esto ha reducido mucho la propagación geográfica del virus, pero no tanto la contención de los brotes ya producidos. Un caso individual brasileño acaba de introducir a América Latina al mapa de la epidemia.

Hasta aquí la mayor catástrofe es la de China. No solo por el número de casos (más de 81,000, y casi 3,000 víctimas), sino además por la grieta política interna causada, y el efecto en el prestigio internacional. La caída de las bolsas es un mudo, pero elocuente, comentario sobre el futuro de esta epidemia, y eso también afecta a China.

El video chino que comentamos es un caso extremo, pero a falta de vacuna la cuarentena obligatoria, para residentes y viajeros, empieza a ser la norma en diversos países. Las historias de personas que desoyen a las autoridades de salud y causan nuevas infecciones empiezan a multiplicarse. La perspectiva de esto es preocupante.

Tres peligros, entonces. Uno, la pandemia descontrolada hasta nuevo aviso. Otro, la percepción de derechos ciudadanos atropellados por las necesidades clínicas. Un tercero, el efecto dominó sobre una economía mundial a la que ya se le venía pronosticando serios tropiezos. Algo así como la tormenta infecciosa perfecta.

Aunque el Perú está indemne y lejano, estamos en medio de todos esos peligros, cruzando los dedos y todavía a tiempo para medidas decididas pero deferentes con la población. Las cosas pueden variar si aparece un primer caso confirmado en el país, ahora que ya no estamos tan lejos de la llegada del invierno.

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