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El cisne negro de Beijing

“Todavía es temprano para calcular cuánto le costará al presidente Xi Jinping la catástrofe en curso, que para algunos ha revelado la inoperancia del sistema vertical chino”

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Aún estamos en el círculo exterior de la epidemia de coronavirus, y ojalá nos mantengamos allí. Todavía todo se reduce a una falsa alarma de cuatro casos, nueve trabajadores peruanos sanos en un trasatlántico anclado en Japón con pasajeros contagiados, y uno en cuarentena en Lima por haber llegado de Hong Kong. Pero el peligro mundial está creciendo.

Un titular de The Financial Times lo llama “el momento Chernobyl” de China. Esta vez nada nuclear, como en Ucrania, sino una dieta de pangolín y sopa de murciélago, que ha trasladado la mortífera cepa al organismo humano. Un país tras otro está declarando al coronavirus una amenaza a la salud pública. El más reciente es Gran Bretaña, hace dos días.

La única buena noticia que ha aparecido es una disminución de la tasa de contagio en los epicentros de China. Indicio de que en algo están funcionando las medidas preventivas. A la vez los descubrimientos científicos, pero todavía no encuentran una vacuna. Mientas tanto el mundo se va cubriendo de bloqueos y cuarentena, y por supuesto de contagios.

La mención de Chernobyl alude al desprestigio nacional de haber causado una catástrofe con efectos mucho más allá de las fronteras. Pero también al costo político que viene teniendo para el gobierno de Beijing la furia del pueblo chino, tanto por la enfermedad misma como por sus consecuencias en la economía, mucho peores que la gripe aviar del 2003.

Todavía es temprano para calcular cuánto le costará al presidente Xi Jinping la catástrofe en curso, que para algunos ha revelado la inoperancia del sistema vertical chino (a pesar de la publicitada construcción de un hospital ad hoc en 10 días). Por lo pronto las medidas en el resto del mundo equivalen a un aislamiento de China.

Han aparecido también los primeros impactos en la economía. Un columnista de The Wall Street Journal ha llamado al virus un cisne negro, la expresión acuñada en el 2008 para referirse a un fenómeno inesperado con capacidad de poner a la economía mundial de rodillas. De hecho bolsas y sectores productivos han empezado a caer, comenzando por la industria turística.

Hasta ayer 910 víctimas, y 41,651 casos confirmados, en 28 países. Un récord de 100 muertes el domingo pasado.

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