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El tremendo juicio

Donald Trump salió librado de un juicio político gracias al blindaje ofrecido por los senadores del Partido Republicano y ahora camina hacia una campaña turbulenta.

Editorial
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Por 52 votos contra 48, y contra toda la marea de evidencias, el mandatario número 45 de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, fue absuelto el pasado miércoles 5 de febrero en el juicio político que enfrentaba. Con ese resultado obtenido en el Senado, ganan él y su partido, pero pierden, moral y políticamente, la institucionalidad y la sociedad norteamericana.

Trump fue sometido al proceso de impeachment por dos motivos: haber abusado de su poder, al maniobrar para que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, impulse una investigación contra Hunter Biden, el hijo del exvicepresidente Joe Biden, y al mismo tiempo obstruir las investigaciones que iban a desentrañar ese episodio. Por oponerse a la transparencia, en suma.

Pero además por encubrir los hechos. El mandatario ha aceptado que llamó por teléfono al líder europeo, que hablaron sobre ayuda militar (la acusación sostiene que se condicionó tal ayuda al acoso judicial de Biden hijo, que es empresario en Ucrania), pero ha negado que ejerció alguna presión sobre Zelensky. En el trance, soltó fuego virtual y verbal contra sus acusadores.

Incluso los llamó “depravados”, a pesar de que varios testigos describieron el laberinto de maquinaciones tejido por Trump, sus allegados y sus abogados –entre ellos el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani– para presionar a Ucrania. La propia Casa Blanca liberó la transcripción de una llamada, en la que el mandatario le dice a Zelensky “tienes que hacernos un favor”.

Ese ‘favor’ se dirigía a demoler a Joe Biden, quien podría ser uno de sus principales rivales en la próxima campaña presidencial, en la que aspira a reelegirse. Consumado el blindaje que lo salvó de la destitución, los republicanos han bajado la valla para que, en el futuro, el procedimiento de impeachment tenga sentido. Han puesto un hito para llamar la futura permisividad presidencial.

Tan es así que la senadora republicana Lisa Murkowski, de quien se esperaba que votara contra Trump, sostuvo que los hechos eran “vergonzosos”, pero que aun así no merecía ser destituido. Una suerte de versión norteamericana de la sentencia “es inmoral, pero no ilegal”. Con tales argumentos, se corre riesgo de que la imagen de Estados Unidos se caiga y se desplome a la vez.

Hay quienes sostienen que Trump saldrá fortalecido de este trance y que esto impulsará su carrera hacia la reelección. Eso está dentro de lo posible, pues los partidarios del mandatario no son pocos; sin embargo, el rechazo que ha producido su actuación, así como su absolución, también serán un lastre en su campaña, que podrían disolver el aura de sus éxitos económicos.