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Made in China

“Gracias al caldo de murciélago chino ahora sabemos que no teníamos defensas para ese virus”.

Ochoa
Ochoa

La naturaleza es sabia.

Tan sabia que también sabe tomar venganza: China ostenta el triste galardón de ser el país que más consume animales silvestres. Pero no le basta los de su territorio. Ahora que los empresarios chinos son dueños de casi todos los yacimientos de materia prima en todo el mundo también se dan el lujo de arrasar con su flora y fauna. Si un millonario chino sufre de impotencia pues ahí están los rinocerontes para matarlos y hacer un polvito revitalizador con su fino cuerno. Ese pobre y triste chino millonario creerá que ese polvito revitalizará su vida sexual. Nada más falso. Terminará consumiendo viagra pero ya tenemos un rinoceronte menos que aumenta el riesgo de su extinción.

El coronavirus es uno de los tantos microbios alojados en el cuerpo de ciertos murciélagos. Gracias al caldo de murciélago chino ahora sabemos que no teníamos defensas para ese virus. También es cierto que ahorita surgirá una vacuna, pero lo que tardará en reaccionar es esa cifra multimillonaria de pérdidas que ha provocado el coronavirus en la economía y en el prestigio internacional del gigante asiático.

Ahora intentan lavarse la cara demostrando que pueden construir un hospital en diez días. ¿Y? ¿De qué les sirve tanta tecnología si persisten esas costumbres bárbaras y contra natura? Las terribles imágenes del mercado de Wuhan marcaron a China como el país que come decenas de especies de animales silvestres de todo el mundo. Contra esa marca no hay vacuna.

Y con la naturaleza no se juega.

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