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EEUU: ¿Un presidente socialista?

“El socialismo liberal de Sanders se entiende mejor como una suerte de social-democracia en el molde europeo, con aspectos de un Estado de bienestar, hincapié en las libertades individuales”.

EEUU: ¿Un presidente socialista?
EEUU: ¿Un presidente socialista?

Bernie Sanders hoy lidera las encuestas en las primarias del Partido Demócrata en Iowa, indicio de que tiene serias posibilidades de ganarle la nominación presidencial a Joe Biden. El senador por Vermont es considerado un virtual independiente de izquierda, incluso un socialista, y su candidatura polarizaría la elección de este año.

Quienes piensan que Donald Trump puede ser derrotado son minoría, incluso entre los demócratas. Pero si lo decisivo va a ser la capacidad de confrontar al deslenguado presidente republicano en la campaña, Sanders podría tener posibilidades de inspirar una vasta coalición anti-Trump. Sería el choque de dos radicalismos.

La idea de un presidente socialista en la Casa Blanca está entre los supuestos imposibles de la política de los EEUU. Es lo que se pensó sobre un presidente afro-americano antes de Barack Obama, y lo que se sigue pensando sobre la llegada de una mujer a la presidencia. Tampoco se imaginó que llegaría un político como Trump, aconchabado con los rusos.

La base política de Sanders es una combinación de demócratas progresistas, movimientos por derechos ciudadanos reclamados o amenazados, inmensos bolsones de retroceso económico y de palmaria pobreza, ciudadanos indignados por los excesos de Trump en los más diversos terrenos. Todos con sentimientos que van en una misma dirección.

El socialismo liberal de Sanders se entiende mejor como una suerte de social-democracia en el molde europeo, con aspectos de un Estado de bienestar, hincapié en las libertades individuales, y una crítica de una desigualdad económica-social que viene de muy atrás. Orientación que lo ha mantenido en el senado desde el 2007.

Los planteamientos radicales no le permitieron a Sanders derrotar a Hillary Clinton en las primarias demócratas del 2016. Pero en cuatro años las cosas pueden haber cambiado mucho. Una lección de Trump es que los partidos históricos tienen que salir de sus territorios habituales para llegar a un electorado cambiante.

De otra parte hay el sentimiento de que si Trump es tan imbatible como dicen las encuestas, puede tener sentido jugarse la carta de un candidato demócrata con un perfil muy fuera de lo convencional. Después de todo, eso es lo que fue Barack Obama frente al republicano Mitt Romney en el 2012.

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