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Frutos de Maduro

“Con la policía convertida toda en policía política, ya no hay allá recursos para enfrentar la delincuencia, la cual termina siendo un mecanismo de control social más”.

MIRKO
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Nicolás Maduro ha levantado otro de sus mini-escándalos, ahora por el equipo policial peruano de lucha contra delitos de inmigrantes venezolanos. Los argumentos son los previsibles: prejuicio, xenofobia, derechos humanos. ¿Pero qué están haciendo estos delincuentes fuera de su país? Ni una palabra del indignado sátrapa sobre el origen o la naturaleza del problema.

Hace poco Maduro se burlaba de los millones de emigrantes de su país, describiéndolos como gente dedicada a la limpieza de inodoros en el exterior. Ahora quiere aparecer como su defensor a la distancia. En verdad está a un paso de justificar la delincuencia exportada, y no debe extrañarnos si en algún momento la defiende con argumentos bolivarianos.

Si tanto le preocupa el asunto, debió pensar Maduro que cuando volvió a Venezuela inhóspita para los venezolanos, la fuga incluiría a sus connacionales de todo tipo. Entre ellos la porción natural, digamos, de delincuentes, de los que los países de destino tienen derecho de defenderse con toda la eficacia a su alcance. En vez de criticar, el gobierno de Caracas debería ayudar a esa defensa.

Un recordaris: cuando en octubre de 1980 el gobierno cubano abrió las puertas para una emigración masiva, sobre todo a los EEUU, abrió también las de cárceles y hospitales psiquiátricos. Los problemas legales que esto causó se prolongaron por largos años. Evidentemente fue un presente griego de Fidel Castro a quienes recibieron a los descontentos, honestos en su inmensa mayoría.

La iniciativa frente al tema venezolano fue tomada por el presidente ecuatoriano Lenín Moreno hacia mediados de este mes, con el anuncio de la formación de “brigadas para controlar la situación legal de los inmigrantes venezolanos en las calles, en los lugares de trabajo y en la frontera”. Algo bastante más severo que un cuerpo policial especializado y focalizado en el delito.

La calaña, ferocidad y total ausencia de escrúpulo o temor a las consecuencias que muestran algunos de los delincuentes salidos de Venezuela es una clara fotografía de cómo está la seguridad de los ciudadanos en ese país. Con la policía convertida toda en policía política, ya no hay allá recursos para enfrentar la delincuencia, la cual termina siendo un mecanismo de control social más.

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