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El día que atentaron contra la Virgen de Guadalupe y sus fieles [FOTOS]

Un explosivo fue colocado frente a la imagen de la Virgen de Guadalupe causando pánico entre los fieles que casi linchan al sospechoso.

Atentado
Atentado

Como todos los años, en la Basílica de Guadalupe no había espacio. Algunos, los que tuvieron más suerte o la Virgen así se los permitió, lograban ver la misa, mientras los demás solo la escuchaban desde las escalinatas o la plaza, aunque eso no les impedía corear los “vivas” cuando era oportuno. Nadie esperaría que en aquel día se escribiría un capítulo importante en la historia de ‘La morenita de Tepeyac’.

El 14 de noviembre de 1921, según reportes de la época, un atroz atentado estuvo a punto de destruir la imagen de la Virgen de Guadalupe. En una época en la que el acceso a la imagen era libre, pues solo estaba protegida por un cristal y un marco de oro, miles de personas se acercaban a ella para tocar la imagen que reveló Juan Diego siglos atrás.

Entre la gente siempre había un encargado que subía a dejar una ofrenda a la Virgen, generalmente flores. Sin embargo, una explosión aterrorizó a los fieles que escaparon del templo, mientras que otros se agacharon a cubrirse.

Cuentan las crónicas de la época que pasado el pánico de la explosión, los fieles “reconocieron que un milagro había sucedido”. Entre los destruidos candelabros, velas y piezas de mármol hallaron un Cristo de Bronce flexionado, curvo que, según la tradición, protegió a la virgen del atentado.

La cruz habría sido tan milagrosa que incluso consiguió que el cristal que separaba la imagen del mundo no sufriera daños. Sin embargo, la historia del ‘Santo Cristo del atentado’, como fue nombrado tiempo después, podría no ser del todo cierta, pues la curva que simboliza la explosión es opuesta al lugar en el que sucedió el ataque con dinamita, según lo que aseguran las crónicas de la época.

Cruz del Santo Cristo del Atentado

Cruz del Santo Cristo del Atentado

Esa mañana del 14 de noviembre, mientras los coros entonaban cánticos a la Virgen, se oyó la explosión y una densa nube de humo salió del lugar. Algunos cayeron al suelo y otros se agacharon para cubrirse. Los sacerdotes presentes señalaron que apenas escucharon el estruendo se dieron cuenta que se trataba de dinamita.

Cuando la policía llegó al lugar interrogaron a los testigos quienes acusaron a “un hombre de rostro descompuesto” que intentó salir rápidamente. Unas mujeres, quienes también notaron su desesperación, intentaron seguirlo y como el sospechoso confesó haber salido sin demoras fue detenido.

La personas alrededor notaron el arresto y se lanzaron sobre el detenido para agredirlo e incluso algunos intentaron asesinarlo, cosa que de no ser por la intervención de la policía habrían conseguido.

El detenido fue identificado como Luciano Pérez, a quien se mostró “pálido y excitado” durante el interrogatorio.

Santo Cristo del Atentado

Santo Cristo del Atentado

Las investigaciones de la época indicaron que Pérez había subido con la ofrenda para la Virgen en la que camufló un explosivo. A raíz de esto la práctica se prohibió, salvo para el papa que es el único que puede colocar una regalo en las escalinatas.

Pérez se declaró inocente de los cargos, señalando que él solo había asistido a misa como cada semana, además brindó su información personal para que se revisen sus datos.

En aquel momento la Iglesia ya tenía roces con el estado mexicano, décadas atrás las políticas del gobierno habían disminuido la influencia del clero y su imagen se había visto afectada hasta el extremo de sufrir dos atentados más en ese año.

Luciano Pérez

Luciano Pérez

Pasaron las semanas y Luciano Pérez fue liberado por falta de pruebas, entre ellas nunca haber encontrado fragmentos de la bomba, lo cual acrecentó aún más la división entre estado e iglesia, siendo esta última quien exigió la renuncia de varios ministros.

Semanas después el Arzobispo de México, José Mora y del Río, acusó a un anarquista extranjero de intentar dañar a la Virgen, aunque esto no evitó que se cierre el caso.

Si bien la investigación quedó inconclusa, eso no evitó que algunas figuras quedaran dañadas, como la de Fray Juan de Zurumaga a la que le faltan dos dedos y se tuvo que cambiar su báculo por uno plástico, mientras que la de Juan Diego terminó con una cabeza más pequeña tras la restauración.

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