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Mundo

Un combo inaceptable y explosivo

De Bolivia al Perú, la mezcla de la política con la religión.

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La designación de la senadora Jeanine Áñez como presidenta temporal de Bolivia, en reemplazo de Evo Morales, recuerda los riesgos de mezclar la política con la religión, un peligro que también acecha al Perú, así como a otros países de la región.

Lo positivo de la designación de Áñez es que se ocupará de la presidencia por un plazo limitado por la convocatoria a un nuevo proceso electoral que sea limpio y no fraudulento como el que organizó Morales para ir por un cuarto período consecutivo, tras catorce años en la presidencia, y avanzar en su afán de perpetuarse en el poder.

Hay quienes sostienen que la salida de Morales de Palacio Quemado fue un golpe de estado, para lo cual usan el argumento de que fueron las fuerzas armadas las que le recordaron que ya era hora de irse, un hecho que, sin duda, se ve feo, pero que tiene un pie en la constitución aprobada por el propio Morales, y que ocurrió en medio del desmadre que se armó por la manera tramposa como quiso ganar, como sea, sin ni quisiera una segunda vuelta.

Eso, como se ha dicho en estos días, de que Morales ‘hace fraude, pero hace obra’, aludiendo a logros de su administración, no suena, la verdad, muy convincente para justificar por más tiempo su gobierno.

En ese sentido, es positivo que la sucesión de Morales por Áñez haya cumplido el mandato constitucional.

Lo malo se vio apenas aparecieron algunos registros del pensamiento de la nueva presidenta, toda una DBA, destacando dos manchas inaceptables.

Una, su intención de usar la política como biombo para meter de contrabando un conjunto de ideas religiosas trasnochadas, así como un racismo rastrero. Un tuit suyo antes de asumir la presidencia pinta de cuerpo entero a Áñez: “Sueño con una Bolivia libre de ritos satánicos indígenas, la ciudad no es para los indios, que se vayan al altiplano o al chaco”.

La combinación de la religión con la política constituye uno de los combos más explosivos en una sociedad, una amenaza que también está presente en el Perú con los esfuerzos de iniciativas como la de ‘Con mis hijos no te metas’, que ha tenido en el fujiaprismo su pata de cabra, y que ahora buscan volver a instalarse en el Congreso.

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