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La gasolina del conflicto

“La desigualdad no es solo ganar menos que otros, algo relativo, sino ganar cada vez menos en términos absolutos”.

Mirko Lauer
Mirko Lauer

Las grescas campales en las calles de Chile nos han acercado el tema de la desigualdad. Fue un asunto central en las manifestaciones de los chalecos amarillos en Francia a comienzos de año, y en las movilizaciones de Ecuador hace un par de semanas. No es casual que el Nobel de economía este año haya ido a investigadores de la pobreza.

Las masas del mundo están reaccionando con furia al fenómeno descrito por el economista Thomas Piketty, según el cual el crecimiento está dejando cada vez más atrás a amplios sectores de las sociedades. La bonanza global por momentos ha disimulado la situación, pero los periodos de ajuste (este es uno de ellos) sacan las cosas a la luz.

La teoría se demuestra en la contabilidad cotidiana de los hogares. En Francia y en Ecuador desató la protesta un aumento en el precio de los combustibles. En Chile ha sido un alza en el precio del transporte público. Luego Líbano, Haití, Zimbabue, Puerto Rico, en el 2019 las protestas económicas han superado a los reclamos masivos de derechos ciudadanos.

Con la globalización la lucha contra la desigualdad ha encontrado actores más dinámicos. Los pobres habituales del fondo de la pirámide social (20% en Chile, 20% en el Perú) rara vez han mostrado capacidad de protesta encolerizada. Los protagonistas ahora son sectores medios que ven sus recursos encogerse, en economías visiblemente sesgadas hacia la desigualdad.

No estamos, pues, ante los clásicos reclamos sindicales a la patronal por mayores ingresos. Más bien se trata de luchas por evitar que los ingresos existentes se reduzcan, por un efecto perverso de lo que se presenta como la normalidad económica. Así, la desigualdad no es solo ganar menos que otros, algo relativo, sino ganar cada vez menos en términos absolutos.

De más está decir que la diferencia salta al primer plano cuando los gobiernos se sienten en la necesidad de hacer ajustes económicos y la población siente que esas mismas exigencias no afectan al sector más rico de la sociedad. En ese momento no se necesita mucha teoría económica para comprender que alguien les está metiendo la mano al bolsillo.

Por ejemplo, con menos impuestos arriba y precios más altos abajo.

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