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Fueron intercambiadas al nacer, 20 años después se conocen y descubren la verdad

Carolina Erazo y Marcela Rodríguez coincidieron en la universidad y se hicieron amigas. Sin embargo, notaron el gran parecido que tenían con la familia de la otra.

Las dos jóvenes se conocieron a los 20 años. Foto: captura
Las dos jóvenes se conocieron a los 20 años. Foto: captura

Dos jóvenes amigas notaron enormes coincidencias en sus nacimientos: la misma fecha, la misma edad y el mismo hospital, en Colombia. Pero lo que más llamó sus atenciones fue el gran parecido que tenían con sus familias, pero al revés.

Carolina Erazo era muy parecida a la hermana mayor de Marcela Rodríguez; mientras que esta se asemejaba físicamente a la madre de Carolina. Intrigadas por lo que sucedía, decidieron investigar y descubrieron que fueron cambiadas al nacer.

Las jóvenes de 20 años se conocieron en la misma universidad. Por azares del destino coincidieron también en la profesión. Las dos estudiaban Nutrición y compartían aulas, por lo que se convirtieron en muy buenas amigas, recoge Debate.

“Empezamos a interactuar y yo agregué a Carolina en Facebook. Y cuando supimos que teníamos la misma edad y habíamos nacido también el mismo día y en el hospital las dos, llegué a casa y le dije a mi papá en broma:’papi, le encontré a la hija perdida´”, cuenta Marcela.

Marcela y su madre biológica.

Marcela y su madre biológica.

El padre de ella se enojó, pero la madre tuvo curiosidad y le pidió que le mostrara una foto de su amiga. La joven le enseñó el perfil en Facebook de Carolina y fue cuando empezaron a sospechar de que realmente ella era hija de los Rodríguez.

Todos los parientes de Marcela afirmaban que la de la foto era la hermana de ella.

Cinco minutos de diferencia

Las jóvenes nacieron el 6 de septiembre de 1988. Una a las 2:45 y la otra a las 2:50. En 2008, los destinos de ambas se cruzan y el de sus familias también.

Carolina y su madre biológica.

Carolina y su madre biológica.

“Un día mi papá me dijo que me iba a recoger de la universidad y como Carolina vivía cerca, me dijo que también podía llevarla. Cuando la conoció (después del incidente) se sorprendió y dijo: ‘Ella es mi hija, y si no es mi hija, me dejo de llamar Miguel Rodríguez’”. cuenta Marcela.

Después de esto, las familias decidieron conocerse. Efectivamente, notaron los grandes parecidos de las muchachas con las familias contrarias. Entonces decidieron realizar una prueba de ADN, la cual confirmó la sospecha.

Prueba de ADN.

Prueba de ADN.

Las jóvenes habían sido intercambiadas por error en el hospital donde nacieron.

Lazos familiares

Después de descubrir la verdad, las familias se unieron. Las hijas pudieron desarrollar vínculos con sus padres biológicos, sin descuidar los que ya tenían con los de crianza.

A la fecha, cada una ya tiene una vida por separado. Carolina se casó e hizo abuelos a ambas familias. Marcela vive en Estados Unidos y tiene un buen trabajo.

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