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El calvario de Lamiya, la esclava sexual del Estado Islámico que tuvo 6 ‘dueños’ [FOTOS y VIDEO]

Lamiya Aji Bashar estuvo secuestrada 20 meses como esclava sexual del ISIS. Uno de sus seis dueños la hacía manejar coches bomba y luego la violaba repetidamente.

Mujeres y niñas yazidí liberadas del Estado Islámico en Siria. Foto: referencial / AFP
Mujeres y niñas yazidí liberadas del Estado Islámico en Siria. Foto: referencial / AFP

Un 15 de agosto del 2014, el Estado Islámico (ISIS) entró a Kocho, un pueblo yazidí en Irak. Secuestraron a cientos de mujeres, entres embarazadas, madres, mujeres mayores y jóvenes. En este último grupo estaba Lamiya Aji Bashar. Su destino: ser esclava sexual del ISIS.

Estuvo 20 meses en cautiverio, siendo vendida a diferentes ‘dueños’, quienes la violaban repetidamente e incluso la llegaron a mutilar. Lamiya intentó huir varias veces, pero fue la cuarta ocasión en que pudo lograrlo. Sin embargo, comenta, su hermana de 9 años todavía sigue secuestrada en algún lugar.

Manejó coches bombas para el ISIS

Tras su liberación, la joven declaró para Associated Press (AP) que pasó por manos de seis “dueños”. El primero, contó, fue un comandante del ISIS que vivía en Siria; la golpeaba, la violaba y la mantenía esposada siempre.

Luego fue vendida a otro yihadista. Cuando este se cansó de ella, pasó a otro, y a otro, y a otro, hasta que pudo huir en su cuarto intento. Todos la violaron, sobre todo cuando descubrían que se quería escapar.

Lamiya Aji Bashar luego de su liberación, en el 2016. Foto: AP

Lamiya Aji Bashar luego de su liberación, en el 2016. Foto: AP

Lamiya fue considerada “rebelde” a causa de sus intentos de huir, y sus secuestradores se deshacían rápidamente de ella. Uno de ellos, la obligó a fabricar chalecos suicidas y coches bomba, y a manejarlos.

“Eran animales en cuerpos de personas. Cada uno peor que el otro. Intentaba hablar con ellos, pero eran animales”, afirma.

El fabricante de bombas se aburrió de ella y la regaló a un médico del Estado Islámico en Hawija. Él también abusó de ella.

Escapó gracias a unos contrabandistas

Después de más de un año supeditada al médico, logró contactar a sus familiares en secreto. Ellos pagaron $800 a unos contrabandistas locales, quienes armaron un plan de fuga para que Lamiya pueda huir.

Pero ella no iba sola, tenía dos compañeras, Alma y Katherine, de 8 y de 20 años, respectivamente. Lamentablemente, durante la huida, una mina terrestre explotó y las mató a ambas.

Exesclavas sexuales del Estado Islámico que huyeron y regresaron como militares. Foto: AFP

Exesclavas sexuales del Estado Islámico que huyeron y regresaron como militares. Foto: AFP

En tanto, Lamiya quedó ciega de su ojo derecho y su rostro quedó con la piel derretida. Sin embargo, esto no le pesa, ya que ahora es libre.

"Incluso si hubiera perdido los dos ojos, habría valido la pena, porque los he sobrevivido", señala.

Tecnología para la venta de esclavas

Lamiya representa a una de las 3 000 mujeres y niñas que fueron secuestradas y vendidas por el Estado Islámico. Estas eran expuestas como productos a través de Telegram y Whatsapp con anuncios encriptados que dificultan dar con su ubicación.

“Virgen, hermosa, 12 años. Su precio es de 12 500 dólares y será vendida pronto”, dice uno de los avisos a los que tuvo acceso AP en el 2016. A su lado, hay una foto en la que una joven muy maquillada y vestida con ropa elegante mira a la cámara temerosa.

Es una fusión de prácticas antiguas bárbaras con tecnología moderna. La base de datos que manejaba el ISIS contiene las fotografías de las víctimas de trata de personas con los nombres de sus “dueños” al lado. Esto aseguraba que sean capturadas por si intentaban escapar.

Lamiya Aji Bashar el día de su premiación. Foto: AFP

Lamiya Aji Bashar el día de su premiación. Foto: AFP

Las publicaciones se realizaban principalmente por Telegram y, en menor grado, por Whatsapp y Facebook, comentó un activista que pidió no ser identificado a AP.

Activista por loS derechos humanos

Luego de su huida, Lamiya se convirtió en el rostro de las mujeres yazidí perseguidas por el Estado Islámico. Se dedicó a la defensa de los derechos humanos y fue acreedora del Premio Sajarov, en el 2016, por su accionar.

En mayo del 2017, la aldea de Lamiya fue liberada de la ocupación del ISIS. La noticia la alegró mucho, pero no piensa regresar ya que “ahora es todo escombros, tumbas y fosas comunes”, afirmó.

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