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Estados Unidos: Balto, el perro héroe que fue abandonado después de salvar pueblo de Nome en Alaska | Maltrato animal

En el Día Mundial del Perro, vale recordar la historia de Balto. Nome, en Alaska, se hallaba azotada por epidemia de difteria, pero el clima hacía imposible el traslado de las vacunas. ¿La solución? Un trineo de perros.

Balto fue vendido por su dueño después de salvar la vida de los residentes de Nome. Foto: Difusión
Balto fue vendido por su dueño después de salvar la vida de los residentes de Nome. Foto: Difusión

Héroe olvidado. Aunque Balto no fue el único en salvar las vidas de los niños de Nome, se convirtió en el héroe que representaba el sacrificio de los canes que trasladaron las medicinas hasta aquel alejado pueblecito de Alaska, Estados Unidos, un evento retratado por Disney y conocido como la Gran Carrera de la Misericordia, en 1925.

La pregunta es ¿cuál fue el trato que recibieron Balto, Togo y los demás salvadores?

Nome se hallaba aislada por la nieve cuando Curtis Welch, el único médico del pueblo diagnosticó un caso de difteria. Las líneas estaban cortadas y las únicas vacunas existentes estaban cadudas, las más cercanas se hallaban en Anchorage, pero apenas tenían 300 000 unidades y ellos necesitaban un millón, aunque la cantidad no era suficiente lo que tenían podía ayudar a contener el avance de la epidemia, mientras esperaban la llegada del resto desde Seattle hasta a Alaska.

Los pilotos respondieron negativamente y calificaron el hecho como una operación suicida.

Solo quedaba una opción: perros con trineos dirigidos por mushers.

Una carrera extenuante por la vida

El primer equipo era liderado por Blackie y conducido por Bill Shannon. Ellos fueron despedidos por el pueblo de Nome con gran esperanza.

La carrera contra la muerte se ve obstaculizada por una tormenta de nieve que reduce la temperatura hasta 60°C bajo cero y la visibilidad es nula.

Leonhard Seppala, noruego nacionalizado norteamericano, fue uno de los grandes conductores de trineo de la época y es a él a quien le toca la etapa más larga y difícil de todo el recorrido. Junto a su perro Togo se convirtieron en héroes de aquellos días.

Togo era un perro más pequeño de lo normal y fue quien dirigió a los perros no sobre nieve sino sobre el hielo, algo muy complicado, pues apenas podían sostenerse sobre él. Seppala no podía ver ni siquiera a los perros más cercanos, pero le otorgó toda su confianza a Togo. Consiguieron llegar, pero ya se hallaban exhaustos, después de los 80 kilómetros de peligros en solo tres días.

Era necesario un relevo.

Togo y Seppala. Foto: Archivo

Togo y Seppala. Foto: Archivo



La gloria fue destinada para Balto

Balto y compañía recorrieron los últimos 30 kilómetros hasta llegar a Nome y fueron a ellos a quienes el pueblo recibió, junto a su cuidador Gunnar Kaasen.

Estados Unidos convirtió al equipo de Kaasen, Balto y compañía de huskyes en los héroes absolutos, a pesar de que fueron llamados a último minuto.

Aunque vale precisar que participaron más mushers, personas que condujeron los trineos de perros. La proeza fue posible gracias al trabajo de 20 equipos.

Cuando llegó a su punto de relevo, el siguiente musher aún dormía y le tomaría tiempo preparar a los canes, así que él continuó junto a sus perros, que aún se hallaban en buenas condiciones.

A las 5:30 am del 2 de febrero de 1925 llegó a Nome.

Así, a Kaasen lo colmaron de honores. Gracias a ello realizó una gira nacional y ambos vieron sus imágenes reproducidas en estatuas, aunque para Seppala el héroe siempre fue Togo.

Sin embargo, a pesar de las grandes ganancias obtenidas, después del circo mediático, Balto fue abandonado.

Un final deprimente para Balto

Gunnar Kaasen vendió a sus perros, incluyendo a Balto, los alejaron de la libertad esquimal a la que acostumbraban, puesto que fueron descubiertos encadenados y en pésimas condiciones en un museo de Los Ángeles.

Un empresario los había comprado para trasladarlos triunfalmente a lo que hoy es el zoológico de Cleveland. Jamás regresó a los anchos campos de Alaska, murió ‘prisionero’ pese a su contribución.

Balto dejó de existir el 14 de marzo de 1933.







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