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Más diálogo venezolano

“La sensación es que las partes dialogan porque ninguna tiene otra salida, como un insólito acuerdo para coincidir en el fracaso transitorio”

Mirko Lauer
Mirko Lauer

Chavistas y opositores se reunirán a dialogar en Barbados, ha anunciado Juan Guaidó. Será la tercera vez que lo hacen desde mayo pasado, en un ciclo que evidentemente mantiene interesados a sus participantes. Para Nicolás Maduro es una forma de ganar tiempo. Para Guaidó es una manera de mantenerse en el candelero, y de hacerles caso a los numerosos gobiernos que lo apoyan.

Las conversaciones han venido fracasando en su objetivo de retirar a Maduro del poder y allanar el camino de vuelta a la democracia. A la vez ninguno de los otros recursos utilizados, como sanciones, marchas, o conspiraciones, ha logrado mucho más que empantanar una situación insoportable. Podría decirse que hasta ahora Maduro lleva la delantera en el juego de los diálogos.

La sensación es que las partes dialogan porque ninguna tiene otra salida, como un insólito acuerdo para coincidir en el fracaso transitorio. Desde el 2014 Maduro maneja un show de diálogos que ha bloqueado a la oposición, pero que al régimen no le ha impedido avanzar en una vergonzosa decadencia. Cinco años más tarde aún administra un inmenso campo de concentración.

Quizás es esa decadencia la que mantiene la atención del público sobre los diálogos venezolanos. Es decir la posibilidad de que algo haya sucedido, o esté sucediendo, que haga al próximo diálogo diferente. Por ejemplo una escalada en la esperada rebelión de militares descontentos que todavía se está manifestando con cuentagotas y a trompicones.

Maduro no ha dejado de declarar que lo suyo es a la vez una democracia efectiva, un modelo social que beneficia al pueblo venezolano, y al mismo tiempo una revolución socialista en el molde cubano. Aunque esto último no lo llega a decir con todas sus letras. No se entiende, entonces, qué cosas serían para él las negociables en un diálogo. Nada lo ha sido en los anteriores.

Los defensores del diálogo sostienen que este es el único camino que no conduce a una explosión de violencia en Venezuela. Los críticos en cambio temen que los diálogos solo conduzcan a una entronización de medio siglo de miseria. Como nadie espera resultados rápidos, no hay cómo calibrar ahora los méritos o deméritos de dialogar con Maduro.

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