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Hong Kong, crónica de una revuelta popular

“No somos China”. Cuando se pensaba que la enorme protesta que se inició el 16 de junio se había acallado, esta semana ocurrió sorpresiva toma del Parlamento hongkonés.

Hong Kong
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France Press, EFE

Hong Kong no es China”. La advertencia pintada en los muros por manifestantes que irrumpieron en el Parlamento es un desafío al presidente Xi Jinping. Pekín ha dado pruebas de relativa mesura desde que estallaron en junio enormes manifestaciones en esta excolonia británica contra un proyecto de ley del gobierno hongkonés para autorizar las extradiciones a China continental.

Si bien el gobierno central, dirigido por el Partido Comunista de China (PCCh), expresó su apoyo a las autoridades de Hong Kong, hasta ahora se ha abstenido de intervenir directamente. Pero su paciencia podría haber llegado al límite, luego de que manifestantes irrumpieron en el Parlamento de Hong Kong, desplegaron la bandera de la época colonial y pintaron grafitis contra Pekín. Y, como afrenta mayor, ocurrió justo el día del aniversario del pase de Hong Kong a China el 1 de julio de 1997, que debería ser una fiesta para la República Popular.

Las manifestaciones “son un desafío directo a Xi y a las autoridades de Hong Kong”, dice Hua Po, politólogo independiente en Pekín. Las opciones de Xi son limitadas: una intervención brutal asustaría principalmente a los inversionistas internacionales en ese territorio. “Pekín debe asegurarse de que Hong Kong, como centro financiero, siga siendo atractivo para las multinacionales”, opinó el sinólogo Jean-Pierre Cabestan, de la Universidad de Hong Kong.

Por el momento, el gobierno se ha limitado a pedir a Hong Kong que investiguen a los manifestantes que irrumpieron en el Parlamento y llamar al “regreso del orden”. En internet, los censores controlan las discusiones. La televisión estatal difundió imágenes de la jefa del gobierno de Hong Kong, Carrie Lam, condenando la invasión “extremadamente violenta” del parlamento. “Los censores del PC deben tener cuidado de que los chinos del continente no se sientan atraídos por la alternativa que ofrece Hong Kong, de lo contrario el régimen comunista podría estar en peligro”, estimó Don Tse, investigador de la consultoría SinoInsider.

En la revuelta popular inédita, cientos de jóvenes entraron por la fuerza en el Parlamento. Pasada la medianoche y tras cerca de 3 horas de ocupación, los manifestantes abandonaron el Parlamento al confirmarse la inminente llegada de la Policía.

Cientos de efectivos antidisturbios emplearon gases lacrimógenos y gas pimienta para disolver la mayor manifestación de un 1 de julio en los 22 años transcurridos desde el traspaso de la soberanía a China. No superó, sin embargo, a los más de un millón de ciudadanos que ocuparon las calles de la ciudad el domingo 16 de junio pidiendo la retirada del proyecto de ley de extradición y la dimisión de su impulsora, Carrie Lam.

Además, este viernes 5 de julio miles de madres de Hong Kong mostraron su apoyo a los jóvenes manifestantes, algunos de los cuales iban siendo detenidos por el asalto al Parlamento del lunes. Se sentaron portando carteles que indicaban “Estamos con los niños”, “Dejen de polarizar a la sociedad de Hong Kong” o “Retira la ley y deja de ser una enemiga del pueblo”.

Un poco de los dos

Pero ¿Hong Kong es un propio país o es parte de China? Es un poco de los dos: es parte de China como ‘región administrativa especial’, lo que quiere decir que por el principio “un país, dos sistemas”, China le garantiza su propia independencia judicial, su propio poder legislativo, sistema económico y libertad de expresión.

Pero no siempre ha sido así: Hong Kong fue colonia británica de 1841 a 1997, cuando el Reino Unido le devolvió la soberanía de Hong Kong a China. Por lo tanto, Hong Kong está sujeto a la presión de China continental y Pekín es responsable de su defensa y asuntos exteriores. Por cierto, China continental opera bajo un estricto gobierno comunista pero respeta el sistema democrático que mantiene Hong Kong (aunque allí sus ciudadanos no puedan votar por su propio líder). Por la autonomía que disfruta, el territorio se ha convertido en un centro de negocios y comercio clave en la región y en el mundo.

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