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Daniel Sacroisky comparte detalles de su nuevo disco, “En mi azotea no hay aeropuertos”

El músico, publicista y escritor Daniel Sacroisky nos cuenta cómo nace esta producción y qué desea transmitir.

Daniel Sacroisky detalla qué inspiró la producción de su nuevo álbum. Foto: difusión
Daniel Sacroisky detalla qué inspiró la producción de su nuevo álbum. Foto: difusión

Daniel Sacroisky es un artista argentino que reside en Perú desde hace 9 años y está de regreso a la música con su disco “En mi azotea no hay aeropuertos”, una producción inspirada en las emociones más profundas que nos da la vida, como señala él.

En una entrevista con La República, ‘Sacro’, como también es conocido, nos cuenta cómo nació este disco y comparte algunos detalles de sus otros ámbitos de trabajo, la publicidad y la escritura. En este último publicó “Cuarenta cuentos de cuarentena”, un libro para niños que salió a fines del 2020, en el que se habla sobre el encierro desde la mirada de los pequeños.

Acabas de regresar a la escena musical con el álbum “En mi azotea ya no hay aeropuertos”. Coméntanos un poco.

Es un disco que tardé tres años en hacer. Con la pandemia lo tuve que dejar completamente y el último año lo pude retomar y terminar. Es un disco más tirado al folk, más acústico con instrumentos de cuerda, más emotivo, espiritual.

Antes había tenido otras bandas, pero eran por otro camino, más rockero, más latino; este es mucho más relajado y despojado.

¿Qué significa esta producción para ti?

Retomar un poco un estilo de música que siempre me gustó mucho, que son las canciones más acústicas, más espirituales, más profundas, no tan rockeras; conectarme con un lado más sensible, donde las canciones pueden contar cosas más profundas. Ha sido una época donde todos nos hemos preguntado cosas que antes no, donde tuvimos más relación con emociones profundas: el miedo a la muerte, la tristeza por tanta gente que la pasó mal.

Creo que la emoción estuvo muy a flor de piel y todos los temas van acorde con esa emoción.

El cantante argentino lanzó un nuevo álbum. Foto: difusión

El cantante argentino lanzó un nuevo álbum. Foto: difusión

¿Por qué el nombre “En mi azotea ya no hay aeropuertos”?

Básicamente, porque el escenario donde todo transcurrió fue mi terraza. Entonces, tengo la suerte de tener una terraza y, en estos años de pandemia, es donde más estuve. Es como un territorio neutral, es donde más cómodo me sentí.

Bueno, la terraza también puede ser un aeropuerto, para bien o para mal, pero me gusta que también los nombres sean abiertos a interpretaciones. En mi caso tiene que ver con eso, jugar con la idea de que es el lugar donde más me inspiro y donde estuve escribiendo o tocando, e inclusive grabando; uno de los temas lo grabé ahí.

“No hay aeropuertos” tienes que ver con cierta calma, con la idea de que la cabeza (que es una azotea) está en paz.

¿En qué está inspirada?

Digamos, en lo que yo llamo el yin yang de la vida, todos los claroscuros, desde lo que tiene que ver con las sombras y la luz. Ser padre, el amor y el desamor, la vida y la muerte, todas esas idas y vueltas de la vida están ahí.

¿Qué busca transmitir este álbum?

Siento que es una época muy tóxica, en muchos sentidos, y el tratar de aportar algo que tenga que ver con lo emocional me parece que está bueno.

Todo está tóxico, incluso en la música, cuando uno ve que en el terreno musical lo más viral es un tipo insultando a otro en una canción, como en el caso de Residente. Está buenísimo, pero es un momento para tirar una vibra más positiva o más emotiva; yo prefiero ir por ese lado.

¿Se podría decir que este disco ha sido como una terapia para sobrellevar estas situaciones?

Definitivamente, la música es terapéutica. El arte siempre te aporta eso, el conectarte con cosas más profundas y el poder sacar tanto lo malo como lo bueno, de una forma artística y agradable.

Eres músico, publicista y también escritor…

La música es como el origen de todo. En mi vida es lo primero con lo que me conecté. Empecé a tocar la guitarra a los 12 años y siempre me gustó; siempre tuve bandas o toqué en bandas; siempre grabé, tanto en Buenos Aires como acá (Perú).

Eso fue lo primero, pero también siempre me gustó escribir y, en un punto cuando tuve que elegir de qué voy a vivir, la publicidad me abrió ese juego donde está todo. Uno puede escribir, puede rodearse de gente que tiene que ver con el arte (fotografía, dirección de arte, cine). Entonces, siempre lo tomé como si tuviera dos facetas: la publicidad, que siempre me gustó —y de alguna manera me fue bien—, pero nunca dejé de lado todo lo otro que es escribir, hacer música.

Son dos cosas que me completan: la primera tiene que ver con mi medio de vida y con la segunda no busco ganar dinero.

¿Cómo haces para mantener en pie todas estas disciplinas?

Básicamente, darme el tiempo. Yo elijo que mi tiempo siempre tenga que ver más allá de lo personal y lo íntimo. Estoy trabajando y en el tiempo libre estoy relacionado con lo otro, ya sea escuchando música o leyendo o escribiendo. Casi todo mi tiempo libre lo dedico a eso. Es una cuestión de administrar tiempo.

Con este nuevo trabajo que has lanzado, ¿cómo ha sido la respuesta de tus seguidores?

Bien. Yo lo estoy moviendo desde mis plataformas, que no son exclusivamente de música. Ahí subo pequeños relatos o frases que sintetizan alguna situación; y ahí también pongo la música. De alguna forma, la respuesta está buena. Veo que hay mucha gente a la que le ha gustado. Estoy viendo cómo lo puedo difundir un poco más.

Voy a sacar un videoclip. Probablemente haga unas sesiones en vivo y filmarlas para cerrar un poco el ciclo, y, en algún momento, pensar en tocar en vivo.

Licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).