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El adiós a una generación: Cuchillazo, una amistad de 30 años y el final del grupo

Cuchillazo detuvo la ‘máquina’. Conversamos con Capi Baigorria, baterista-voz y cofundador de la banda (2001-2021) que hace una semana anunció su final tras 20 años en la escena peruana. La pandemia no los retiró, resaltó.

En sus 20 años, Cuchillazo grabó siete discos: Cuchillazo, Días Negros, Tecno-Furia, Recaer, Atravesando muros, Destruir todo de nuevo y Bestia acústica. Foto: Cuchillazo/Facebook
En sus 20 años, Cuchillazo grabó siete discos: Cuchillazo, Días Negros, Tecno-Furia, Recaer, Atravesando muros, Destruir todo de nuevo y Bestia acústica. Foto: Cuchillazo/Facebook

Cuando se reactiven los conciertos presenciales en el Perú, en la escena rockera las almas frenéticas de los jóvenes, y no tan jóvenes, extrañarán la adrenalina del trío Cuchillazo. Sus canciones quedaron plasmadas en siete discos que ahora solo podrán consumirse por los canales digitales, después de haber anunciado su separación hace una semana.

Los creadores de la “Máquina”, “Tapla”, “Escribir todo de nuevo”, “Agua”, “Recaer”, entre otras melodías que ingresaron por el oído para instalarse en la mente y corazón de sus fanáticos, decidieron detener el motor de este barco que los llevó por un camino al que nunca soñaron o apuntaron.

“Acá nadie se ha muerto, no hay ningún pleito. Nicolás (Duarte Soldevilla - guitarra y voz), Rafael (Otero - bajo y coros) y yo nos adoramos, mucho antes que una banda somos amigos hace más de 30 años”, dijo Capi Baigorria, el hombre de las baquetas, en conversación con La República.

“Cuchillazo es ese algo que fortuitamente sucedió entre mis dos amigos durante un tiempo que no pensé que no iba a ser tanto. Se pasaron volando los veinte años, yo me pregunto, ¿cómo así hemos durado tanto como banda?”, dice el también cofundador de Cuchillazo y encargado de armar los setlist para las presentaciones.

Capi nos cuenta lo que significó este viaje que inició en el 2001 y culminó en el verano de 2021.

¿Cómo nace Cuchillazo?

En una situación muy precaria (2001) y absolutamente barata. Soltamos una especie de jamoneo (ensayo), se grabó y eso gustó tanto, con errores y con la frescura única que puedes tener en una primera toma, sin saber que estás haciendo. Me pareció que tenía una magia muy especial y que iba a ser imposible repetirla.

Nosotros ya nos presentamos en vivo, sin nombre, y un amigo nos dijo que la banda “suena como un cuchillazo”. No teníamos idea de que iba a durar, ni siquiera pensábamos que era una banda que iba a llegar más allá de la vuelta de la esquina.

¿A qué se debió la pausa que hizo la banda (2006-2012)?

La pausa post Tecno-Furia (2006) es como cuando tú estiras un elástico. Lo expandes hasta donde se pueda y por un milímetro más se rompe. Entonces, nosotros lo extendimos hasta ese punto, que es el momento genial. Tal vez algo de eso se haya vuelto a manifestar. Ese estirón es genial porque tu vez la mezcla, la fusión de los estilos a un nivel que puedes ver la parte que aporto yo, Nicolás y Rafael.

¿Y cómo nace la idea para volver a los escenarios?

En 2008, aparece Facebook (en Perú). Nosotros no teníamos un rebote entendible de nuestros fans. Por más que la serie Misterio se había dado en el 2005, no había dónde escuchar los comentarios, todo era simplemente boca a boca por las calles. Por ende, con las redes nosotros comenzamos a ver lo que había generado Cuchillazo en su momento, la gente comenzó a manifestarlo y nosotros a enterarnos de eso. Comenzamos a recibir los pedidos y sugerencias o el llamado a volver a tocar. Por supuesto, los festivales sondeaban como eran las redes sociales y era mucho más fácil de entender qué cosas hacer y que no. Cuchillazo era una de las cosas a hacer. Entonces nos volvimos a enganchar.

¿Por qué para la banda significa un hito haber estado en Lima Vive Rock (2013)?

Fue como un reconocimiento de lo que habíamos hecho. La comisión de Lima Vive Rock no solo nos llamó, sino que nos dijo “ustedes son los encargados de cerrar” el festival. No era cualquier festival, era un evento gratuito, producido por el Estado, que era algo que a nosotros nos llamaba muchísimo la atención, porque eso lo veíamos en países natural y absolutamente rockeros. Entendimos que estábamos en un capítulo nuevo de la cultura del rock nacional, donde el Estado agarra y hace eso, y pone a Los Saicos, llamo al otro, hace un gran espectáculo cultural que es como el gran reconocimiento que esto existe, que esto es parte del acervo nacional.

Nos preparamos con todo, hicimos un espectáculo muy bien pensado y muy bien ensayado, que no solo incluía ensayar las canciones y tocarlas. Nos dio la oportunidad de dar un espectáculo completo en un festival importante. Esto fue como el comienzo de una nueva etapa que podemos llamarla la del Cuchillazo de festival y grandes conciertos.

¿En qué género se sitúa en el rock?

Los géneros a mí nunca me han servido para expresar mis gustos personales, aunque siempre todos los clientes-consumidores quieren todo organizado. A mi me parece curioso que existan artistas que su razón de ser ya viene con un género preestablecido y hasta se lo pone como parte de su nombre y entiendo. Cada uno tiene la manera de abordar la música, pero para mí eso era como un obstáculo.

En tu canal de YouTube dices que la pandemia no los retiró, sino que ya era algo que lo venían hablando.

En realidad, no hemos hablado mucho, pero notamos que las cosas se han dado de otra manera, y que de manera natural nosotros ya no somos una banda. Cuchillazo es como una mesa de tres patas, si una nota está, la mesa se cae. La manera como hemos enfrentado la pandemia ha sido como un silencio que nos ha hecho dar cuenta de que Cuchillazo ya no existe como banda, porque estaba andando de una manera pasiva en los últimos años, sin que hayamos conversado ‘oye esto ya no da para más’. No, no hemos conversado de nada. Simplemente nos dimos cuenta de que ya venía sucediendo que no éramos una banda, sino que teníamos que responder al llamado de Cuchillazo, los contratos, nosotros estábamos un poco a la merced de los estímulos externos.

Esto (la pandemia) lo tomamos como unas vacaciones y cada uno ha tomado rumbos totalmente diferentes, lo que ya venía pasando se concretó. Es haber aceptado lo que de una manera natural se ha dado.

En sus letras, ¿por qué plasmar una crítica o conciencia social de lo que sucede?

No sé si una conciencia social. Todo lo que hemos dicho ya sea personal o coyuntural es lo que nos ha atravesado el corazón y el cerebro por múltiples motivos. Cuchillazo no es una banda que hace música de conciencia social, es parte de lo que hemos vivido. Es lo que queríamos decir que nos afectaba en ese momento. También cada uno interpreta las canciones como quiere, porque en realidad de eso se trata, la vida es una interpretación personal, no hay nada objetivo acá.

Por ejemplo, en nuestro caso, cada uno le ha puesto significado totalmente diferente a “Escribir todo de nuevo”, y me parece increíble eso. Con la “Máquina”, millares de personas escuchan eso y dicen “¡Y dale ‘U’!”, y la canción no tiene absolutamente nada que ver con el fútbol.

Hablando de la serie Misterio, ¿recibieron propuestas para ser parte de otro proyecto televisivo?

Sí. Usaron nuestra música para otras series como La Gran Sangre, Golpe a Golpe. “El Ojo” fue canción de apertura de Golpe a Golpe.

Con Cuchillazo, ¿qué regiones visitaron?

Las ciudades que más nos han adoptado fueron Arequipa, Cusco, Ayacucho, Cajamarca, Trujillo, Ica. Pero nos llamó muchísimo la atención haber ido a tocar a Iquitos y Pucallpa. Nosotros nunca imaginamos que estas ciudades eran lugares en donde existiera una molécula de rock, pero nos equivocamos. A mí siempre me ha encantado la selva, y nunca la había visto como una plaza para ir a tocar rock con Cuchillazo.

Sé que es difícil elegir, pero ¿qué concierto les impactó más por la conexión con el público?

Todos los conciertos, medianos, pequeños, enanos y gigantes tenían algo muy especial. Cada uno era diferente al otro. Particularmente me acuerdo con mucho cariño y emoción lo que sucedió en un festival, no recuerdo el nombre. Esa vez tocamos por única vez la canción “País de violadores” y esa canción generó un pogo solo de chicas que me caló hasta los huesos, fue alucinante.

Y afuera del Perú, ¿a dónde llegaron?

Argentina, Colombia. En Argentina, lo más lindo es hacernos amigos de una banda que le tenemos muchísimo cariño y le deseo el mayor y mejor de los éxitos que se llama Tick Toper. En Colombia, la ciudad de Ibagué se conoce como un pueblo muy musical, porque era un balneario y en las calles veías gente tocando música. Todo el tiempo era música en vivo en las calles. Incluso dimos una charla explicando un poco de producción musical.

¿Cómo fue la producción del videoclip de “Escribir todo de nuevo”?

Fue dirigida por Pablo Hare. Una de las cosas más locas es que César Zamalloa, mi gran amigo, aparece en ese video tocando y suena el bajo de Rafael. Me parece bien chistoso porque Rafael tienen un toque totalmente diferente. César tocaba con nosotros porque Rafael vino, grabamos el primer disco y regresó a Londres. Entonces estuvimos alternando en Cuchillazo a César y a Miguel Tuesta en el bajo.

Recuerdo bien que esa mañana yo había recibido la noticia que iba ser padre, entonces estaba con eso en la cabeza. Para mí el video no existía. La locación era un circo de Lurín.

Si no existiera la pandemia, seguro que se habría organizado un concierto de despedida. Para esto, si te dan a elegir 10 canciones de la banda para tocar, ¿cuál escogerías?

Yo elegiría puras ‘caletas’. En realidad, si voy a querer tocar con Cuchillazo, a mí ahora me nace tocar las que nunca toqué. Obviamente el espectáculo sabes que es único y sabe que va a estar la prensa, etc, entonces tiene que estar “Máquina”, “Munición”, “Colgado”, “Tecno-Furia”. Sabemos que así funciona el espectáculo.

Me hubiera encantado haber tocado alguna vez en vivo, pero nunca lo hicimos “Mal enterrado”, tampoco se tocó todo del disco Atravesando muros.

¿Cómo defines a Cuchillazo y lo que le deja al rock peruano?

Para mí, Cuchillazo es una experiencia memorable con mis hermanos del alma. Voy a tenerlo siempre en la memoria y el corazón, en un lugar importante. Mucho agradecimiento a la gente que nos acompañó, a los que fueron a nuestros conciertos, pidieron desde un autógrafo hasta una foto, o simplemente le pusieron un like o escucharon nuestra música en Spotify, a la ‘Comuna Bestial’. A todos los familiares y técnicos y managers. ¿Qué es lo que dejamos? La música. La magia de las grabaciones es la que finalmente te convierte y una y otra vez te vuelve a revivir. Ahí está, todo registrado y listo para ser escuchado. Yo siento que es más lo que la escena nos ha dejado a nosotros, que nosotros a la escena, nos vamos repletos de cariño.

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