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Espectáculos

Lucía con el alma

De aniversario. La artista, considerada como una de las mejores voces del cancionero criollo, celebrará sus 60 años de vida artística. En esta nota hace un recorrido por sus recuerdos y un mea culpa por sus ‘pecados’.

Lucía de la Cruz, ícono de nuestra música criolla, considerada una figura polémica no solo por su alta dosis de honestidad al decir lo que piensa, sino por la sombra de una supuesta indisciplina que la ha acompañado a lo largo de su carrera, celebrará sus 60 años en los escenarios, y nos concede una entrevista.

El encuentro se da en las instalaciones de TV Perú y su presencia se hace sentir desde su ingreso al canal. “No me voy a quitar los lentes, no me he puesto pestañas”, advierte antes de iniciar con la conversación.

“Soy una mujer que ha pasado por cosas fuertes en la vida, he tenido muchas risas y lágrimas a lo largo de mi carrera pero no hay nada de qué arrepentirse. Ahora lo que hago es sonreír al mundo y seguir para adelante. No soy millonaria, pero sí soy millonaria de un público maravilloso. La juventud ama a Lucía”, dice para definir lo que significan para ella estos 60 años sobre el escenario. “¡Increíble celebrar 60 años! Comencé a los 6 años en un programa lindo en Radio Club Infantil de Maruja Venegas. De ahí pasé a Canal 11 a Cantando con mi guitarra, luego a radio Victoria en Tres voces del sabor nacional donde compartía con Blanca Rivera y Melsy Mesías y así sucesivamente iba pasando de etapa en etapa mi mundo”.

Lucía se enamoró de la música tan solo de escuchar cantar a su padre en sus ratos libres. “Soy hija de pescador, mi padre acostumbraba tocar guitarra y cantar valses criollos y a mí me gustaba escucharlo, luego agarraba el palo de escoba, los tacos de mi hermana y me paraba en la puerta de mi casa a cantar, en la quinta Santa Cecilia en Chorrillos. El primer tema que aprendí fue El huerto de mi amada de Felipe Pinglo ¡Cómo lo disfrutaba! Es un don que Dios te da y lo mío es nato”, asegura.

El apoyo de su madre, doña Maruja, fue determinante para iniciar su carrera musical. “Mi viejita linda me llevaba a los programas. Mi papá decía ‘¡Nooo, cómo vas a llevar a esa muchacha a esos sitios, a la malanoche! Mi mamá me hacía ¡shhh! y me llevaba. Mi primer sueldo fue de un sol, con eso ayudaba a mi mamá que lavaba ropa. Luego, con el permiso de un juez empecé a trabajar en peñas. Ahí ya ganaba 16 soles, a mi padre no le quedó otra que aconsejarme que me cuidara”.

Su carrera ascendía como espuma y su voz comenzaba a destacar entre las cantantes de la época. “Decían que tenía una voz privilegiada, yo solo quería cantar… y nada, estos 60 años me han enseñado muchas cosas lindas. Recuerdo que siempre me llamaban para concursos y festivales y siempre ganaba”, revive con emoción esos momentos llenos de aplausos y gloria.

Con ese dominio del lenguaje musical con el que conquistaba al interpretar cada canción, Lucía ganó 27 festivales. La prensa de entonces la comenzó a llamar ‘la reina de los festivales’. “Mi primer festival fue el de Trujillo en el Gran Chimú. Fui con el tema Vieja Limeña de Augusto Polo Campos, yo tenía 19 para 20 años. A mí me parecía un vals muy raro, le dije a Polo que no lo podía hacer y me dijo ¡escucha! y mi tío Cavero marcaba el cajón en la mesa mientras yo lo cantaba”, cuenta y tararea el tema. “¡Oye, sí suena bien! les dije. Esa noche mi tema ganó como el mejor vals y yo como la mejor intérprete, fui la ganadora absoluta. Eso ya hace muchos años atrás”, cuenta.

Lucía, la pecadora

Para entonces, el nombre de Lucía Magdalena de la Cruz Cuya ya era reconocido en el país, transitaba su carrera de la mano del éxito y pronto llegarían las giras al exterior. “Pasé unos años en Estados Unidos y cuando volví me reencontré en la televisión con mi compadre Polo Campos, padrino de mi hijo el mayor. Ahí conocí a Cecilia Bracamonte, Cecilia Barraza, Alicia Maguiña. A Eva ya la conocía. Fue una etapa maravillosa… A todas las respeto, incluida a Esther Dávila ‘Bartola’. Si la señora tiene en su corazón algo en contra de mi persona, se lo dejo, no me molesta, ni me suma ni me resta”, anota.

De Lucía se han dicho muchas cosas. Ha sido catalogada como la mejor voz de la música criolla. “Una bala perdida acabó con la vida de mi primer esposo, me quedé viuda a los 22 años. Me han pasado tantas cosas. Debe ser por eso que cada tema que interpreto lo vivo tanto y se lo transmito para que lo puedan sentir tal como lo siento yo… Pero para mí Jesús Vásquez es la reina, la única reina”, asegura.

Su nombre también ha estado envuelto en escándalos aunque a decir verdad, ninguno repercutió en su estrecha relación con el público que siempre se rindió ante su interpretación. “He pecado en muchas cosas como siempre lo dije y lo he contado, pero no me arrepiento de nada, solo el mejor consejo que le doy a la juventud, con la que tengo mucha química, es que no lo hagan”, dice y luego reflexiona. “Quizá he causado polémica porque he estado con chicos jóvenes, pero qué hago, yo no los busco, se cruzan en mi camino”, alega y suelta la carcajada.

A pesar de contar con todas las herramientas para realizar una carrera en el exterior en la que de seguro no faltaría el reconocimiento internacional, Lucía prefirió quedarse en Perú. “Recorro el mundo pero a nivel de Lucía. Si no he ganado un Grammy o algo por el estilo es porque dejé de grabar hace más de 20 años. Pero tengo mi Grammy aquí en el Perú, ese triunfo me lo da el público cuando espera mi show en una peña o una discoteca. Y mira que no es fácil entrar a una disco donde está Josimar o Yahaira. Pero el público me recibe y canta conmigo. Soy muy feliz tal como soy y vuelvo y lo repito, no me arrepiento de nada”.

Es por esa buena relación con el público que Lucía siempre se reinventa no solo con su look sino con su repertorio. “Me gusta innovar, hacer cosas raras, llevar temas modernos al vals o la balada. Siempre estoy tratando de variar. Ahora le he pedido a Josimar grabar un tema juntos, soy su admiradora número uno”, dice.

Una paradoja en su vida es que mientras más corazones conquista con su música, más compleja se hace su vida afectiva. “He tenido mala suerte en el amor. Pero este año ya me toca”, asegura con picardía la intérprete que este 15 de febrero con su agrupación África Negra celebrará sus 60 años con un concierto sinfónico en el teatro Peruano Japonés. “A mis 66 años tengo la misma nota que tenía a los 18. Ese don lo tengo que agradecer hasta mis últimos días. Mi legado seguirá con mi hijo Christian que canta en mi agrupación y están mis nietos que tienen 6 años, Yunaykel que cantará conmigo en mi aniversario. A Mao Sen le encanta la música negra y toca cajón”, dice orgullosa.

Amores

La vida personal de Lucía ha sido tan intensa como sus interpretaciones: “Me casé 3 veces en mi vida, quedé viuda 2 veces, del tercero me separé y ahora me quiero volver a casar. Pero quiero uno de 30 años, hasta 37 puede ser”, asegura sin remordimientos.

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