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Economía

Las mujeres en el Perú ganan casi menos de la mitad que los hombres

Sesgos machistas. Tienen menos posibilidades de reactivarse laboralmente porque sus sectores fueron los más golpeados. Para ellas, el trabajo remoto significa mayor carga doméstica y de cuidados. Si un varón gana S/ 1.800, una mujer puede ganar S/ 1.260 y la diferencia se hace más grande si se revisan las cifras a nivel regional.

Desigualdad salarial.
Desigualdad salarial.

Una mujer puede tener un mejor o igual curriculum que su par varón, ocupar el mismo puesto, ser capaz de generar la misma productividad, pero puede ganar mucho menos por el hecho de ser: mujer.

Los sesgos machistas en el mercado laboral peruano han generado que ellas ganen 30% menos que los hombres, según expertas. Si un varón gana S/ 1.800, una mujer puede ganar S/ 1.260.

Es necesario agregar que este porcentaje puede ser mayor a nivel regional. Por ejemplo, según el Instituto Peruano de Economía (IPE), Moquegua y Arequipa tienen una diferencia que asciende hasta el 47%, es decir, casi menos de la mitad del sueldo de un varón.

¿Cuándo se acabará esta brecha salarial? Según el Foro Económico Mundial, en dos siglos.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que se debe trabajar en reducir la segregación horizontal y vertical del mercado de trabajo.

Para lo cual también es indispensable garantizar una distribución más justa de las responsabilidades familiares.

En el marco del día de ayer que se celebró el Día Internacional de la Igualdad Salarial y ante esta desigualdad, ¿Qué dicen las especialistas? ¿Qué determina que una mujer gane menos que un hombre?

Discriminación, machismo y patriarcado

El abismo remunerativo inicia cuando una sociedad estructuradamente machista y sexista sobrevalora la labor que realizan los hombres y desvaloriza el de las mujeres.

Por ende, la mayoría de ellas opta por estudiar carreras menos rentables, ya sea porque algunas carreras son consideradas más masculinas o porque priorizan su vida familiar.

Para la economista y profesora de Pacífico Business School, Natalia Manso, este desequilibrio está estancado hace buen tiempo.

Según la experta, desde el 2010, la disminución de esta es brecha es de 1% anual, por lo que calcula que recién se llegaría a la equidad salarial en el país dentro de casi medio siglo.

En tal sentido, Manso comenta que seguimos arrastrando taras culturales [patriarcales] en el que el un hombre con familia es un hombre que debe trabajar y ganar más para proveer a la familia, en cambio, una mujer con familia, debe trabajar menos por la carga familiar.

Asimismo, menciona los sesgos machistas que existen en el ámbito laboral como el efecto espejo y el techo de cristal.

El primero, según Manso, consiste en que las mujeres no se sientan identificadas con las altos cargos que se ocupan en un directorio. “De cada 10 directores, menos de 1 es mujer”. El segundo significa que una empresa no le permite a las mujeres ascender o escalar.

Informalidad, educación y espacio geográfico

Para Manso, la informalidad no necesariamente es un problema determinante en esta brecha, puesto que solo hay una diferencia de unos cuantos puntos entre varones y mujeres.

Según cifras del INEI, al 2018, el 75% de las mujeres trabaja en la informalidad, mientras que el 70% de los hombres también.

Aunque, según el organismo, la calidad del empleo de las mujeres al interior del sector informal es inferior comparada a la de los hombres.

Por su parte, María José Gómez, socióloga y directora de la fundación Forge, menciona que si una mujer no tiene estudios superiores, es joven y vive en una zona rural tiene más afectación por su condición de pobreza o pobreza extrema.

“Por eso tenemos a muchas mujeres de zonas rurales, más del 60%, que no tienen autonomía económica y no tienen ingreso”, explica.

Aunque para Manso, el nivel educativo y el área geográfica tampoco es determinante.

¿Reactivación?

Para Manso, la reactivación del empleo de las mujeres se ha visto afectado puesto que las actividades en las que laboran han sido fuertemente impactados por la paralización de actividades a causa de la pandemia.

Uno de ellos es el sector comercio, el cual desde marzo hasta julio ha tenido un desempeño negativo, según las últimas cifras del informe técnico del INEI. Lo mismo sucede con el sector servicios.

“Las mujeres en estos dos sectores han sufrido bastante, el comercio minorista cerró de manera masiva”, apunta.

Carga doméstica

Para Natalia Manso, hay una carga no remunerado que hace que la jornada de trabajo sea más larga para las mujeres en comparación que la de los hombres.

Según el INEI, las mujeres trabajan 75 horas a la semana, de este total, 39 horas está dedicado al trabajao doméstico no remunerado y 36 horas al trabajo remunerado.

Mientras que los hombres laboran 66 horas durante los siete días. De esta cifra, solo 15 horas son dedicadas al trabajo doméstico no remunerado, mientras que se enfocan en 50 horas al trabajo remunerado.

“En la pandemia, las mujeres trabajan más y ganan menos”, añade Manso.

“Por eso el trabajo remoto combinado con el presencial es una modalidad muy buena, porque nos ayuda a desvincular la vida familiar y laboral, en cambio el remoto al 100% causa demasiado estrés debido a los quehaceres en el hogar, y el cuidado de niños y adultos mayores”.

Para ambas especialistas, debe existir un cambio cultural, en el que tanto hombres como mujeres se hagan responsables del hogar, y así puedan acceder al mercado laboral, y dedicarle las mismas horas a las tareas de cuidado.

“Mientras a los niños los sigan cuidando las mamás, mientras a las personas enfermas las siga cuidando las mujeres de la casa, no hay forma de que podamos ganar más y tomar control de nuestras propias vidas”, subrayó Gómez.

De igual modo, Manso apuntó que se debe fiscalizar la Ley 30709, que prohíbe la discriminación remunerativa entre hombres y mujeres.

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