Un espacio para la memoria audiovisual

Hace dos años, la productora Cielo Garrido y su esposo, el director de fotografía Eduardo ‘Guayo’ Cayo, estaban de viaje cuando recibieron la llamada de un amigo, un ingeniero civil. El hombre estaba demoliendo una casona en el Cercado de Lima y había encontrado unas latas con películas antiguas que estaba a punto de tirar a la basura. ¿No les interesaba llevárselas?

Exaltada, Cielo le ordenó que no tocara nada y mandó de inmediato a un familiar a rescatar el material. Las latas terminaron en un ambiente de la productora que Cielo y ‘Guayo’ dirigen y todavía están allí, a la espera de que la pareja consiga fondos para abrirlas, saber qué traen las cintas y, con suerte, restaurarlas.

También hace un par de años, la cineasta Berenice Adrianzén leyó en el Facebook de un trabajador de la Universidad Agraria –donde ella estudió– que las autoridades estaban a punto de mandar cientos de rollos de películas viejas a un relleno sanitario. Berenice se comunicó con su padre, el director y sonidista Francisco Adrianzén, y junto a él y otros cineastas lograron hacerse con el material –más de 500 latas de filmaciones– y llevarlas al almacén de su productora. Por lo que saben, las cintas pertenecieron a la Cinemateca Universitaria que funcionó en La Agraria hasta el 2007 y son en su mayoría clásicos del cine mundial, aunque no se descarta que haya también filmes nacionales. Como en el caso de Cielo y ‘Guayo’, Berenice y Francisco están buscando fondos para emprender la ardua tarea de identificar las cintas y, en lo posible, restaurarlas.

Historias como estas abundan entre los directores, productores, directores de fotografía, sonidistas y cineastas locales en general. Historias de carretes de películas antiguas que aparecen en los sitios más improbables.

Como la película Alerta en la frontera (1941), un documental sobre el conflicto con el Ecuador que fue censurado en su momento y que fue encontrado 70 años después en los almacenes del Centro de Estudios Histórico Militares.

Historias de colecciones enteras perdidas. Como las películas, cortos y noticieros que realizó en Perú el cineasta español Manuel Trullen entre los años 30 y 60 del siglo pasado y que, por cuestiones del azar, terminaron en manos del empresario de la carne Mario Paredes. Lo último que supo Francisco Adrianzén es que esas cintas estaban en las oficinas del Camal de Yerbateros. ¿Cuál fue su destino? Nadie lo sabe.

Largometrajes, cortometrajes, documentales, de ficción, noticieros de los que se pasaban antes de las funciones de cine... incontables producciones audiovisuales realizadas desde mediados del siglo pasado, e incluso antes, que yacen desperdigadas por aquí y por allá, en los almacenes de las productoras que sobreviven, en las casas de los propios realizadores, en los archivos de instituciones públicas y privadas, en muchos casos acumulando polvo e, incluso, en proceso de irremediable deterioro.

Los cineastas peruanos llevan décadas exigiendo al Estado la creación de una cinemateca nacional, una institución dedicada a la custodia y puesta en valor del patrimonio audiovisual de un país. Todos los países de Latinoamérica tienen cinematecas. Excepto el nuestro.

–Para conservar la memoria audiovisual del Perú es imprescindible que contemos con una cinemateca nacional –dice el realizador y crítico de cine Gabriel Quispe–. Una institución especializada en restaurar, preservar y difundir el patrimonio audiovisual peruano.

–Hace 30 años, la UNESCO decretó que todos los países deben cuidar su patrimonio audiovisual –dice, por su lado, el cineasta Nelson García–. Mira la región, Ecuador, Chile, Bolivia, Colombia... países que tienen cinematecas hace diez, quince años. Es una verdadera vergüenza que en el Perú no tengamos una

Según los miembros del Colectivo por la Cinemateca Nacional del Perú, esta institución no solo debería limitarse a recibir y poner en valor los materiales de manos de sus autores, sino que tendría que emprender una tarea de búsqueda de producciones audiovisuales de valor artístico e histórico a lo largo del territorio.

–Hay instituciones privadas que han asumido la tarea de resguardar miles de producciones audiovisuales, como la Filmoteca de la PUCP, pero por sus limitaciones presupuestales no se dan abasto –dice Cielo Garrido–.

La Filmoteca de la PUCP tiene en custodia más de 13.000 rollos de películas analógicas y más de 8.000 en formatos magnético y digital. Con sus limitados recursos, apenas ha podido restaurar un porcentaje mínimo de lo que tienen. Entre lo que han podido poner en valor figura la cinta Luis Pardo, una película muda del año 1927, que se reestrenó en agosto de este año, en el Festival de Cine de Lima.

Respuesta del Mincul

El 27 de octubre del año pasado, el Colectivo por la Cinemateca Nacional entregó un proyecto para crear esta entidad a la entonces ministra de Cultura Gisela Ortiz. Meses después, el exministro Alejandro Salas declaró públicamente que la creación de la cinemateca sería un legado de este gobierno. Pero desde entonces, a decir de los cineastas, no ha pasado mucho.

Consultadas por DOMINGO, las autoridades del Ministerio de Cultura indicaron que se revisó y mejoró el proyecto y que se elaboró las justificaciones técnicas y legales que sustenten su presentación ante el Congreso.

También señalaron que están gestionando la contratación de servicios para la formulación de un proyecto arquitectónico y de un modelo de gestión de una posible Cinemateca Nacional, que les permitan formular un proyecto de inversión. Además, están analizando los predios donde se podría construir este espacio.

El Ministerio de Cultura, a través de la DAFO, ha financiado 40 proyectos enfocados en la identificación, catalogación, conservación y difusión del patrimonio audiovisual, con una inversión de más de 4 millones de soles. Las autoridades reconocen que eso no es suficiente. Y aseguran que el proyecto de la Cinemateca es una prioridad para este gobierno.