Carlos III, el rey paciente

Al momento de asumir como rey, Carlos III ya tiene 73 años, pero los comentaristas de la Casa Real británica auguran aires de modernidad en esta nueva etapa. Carlos es el primer heredero al trono que no ha sido educado en casa, el primero en conseguir un título universitario, sirvió en la Fuerza Aérea y en la Armada, y ha sido casi el primero en enfrentar la lupa desmedida de los medios de comunicación sobre su vida privada. Se preparó toda la vida para suceder a su madre Isabel II.

Y aunque muchos observadores le atribuyen una personalidad tan gris como los trajes que usa, Carlos se ha pronunciado en varias oportunidades con más claridad que muchos de sus antecesores dentro de la familia real. Se preocupa por el cambio climático, las energías renovables y las zonas urbanas más desfavorecidas. Hoy se dice que podía hacerlo cuando era príncipe de Gales, pero como monarca tendrá que ser más cuidadoso con sus opiniones.

El historiador inglés Ed Owens ha señalado que “Carlos no es ni de lejos tan popular como su madre”. Muchos se hacen esa pregunta: ¿cómo puede Carlos III obtener el cariño de la gente? Muchos lo consideran tan desangelado como su padre Felipe de Edimburgo, pero habría que recordar que en los años 80, poco antes de su matrimonio con Diana Spencer o Lady D, era el soltero más codiciado de la realeza europea, se hablaba de sus romances y de a quién elegiría como esposa. Tenía un alto perfil que se fue apagando poco a poco.

Muchos atribuyen su alejamiento del protagonismo a su romance con Camila Parker Bowles, su divorcio de Lady D y a la sombra que le hacía el aura inacabable de su madre, la reina Isabel II. Tratando de llevar las cosas en paz tras casarse con Camila, optó por un discreto discurrir. La opinión pública inglesa amaba a Lady D y en un principio vieron a Carlos y su segunda esposa como los malos de la historia. Eso ha empezado a cambiar después de que Camila mostrara su buen humor y su personalidad relajada en algunas entrevistas.

Un artículo de Los Angeles Times señalaba que Carlos “ha dicho que pretende reducir el número de miembros de la realeza, recortar los gastos y representar mejor a la Gran Bretaña moderna”. Si lo logra, habrá dado un paso adelante en ese esfuerzo que debe hacer para ganarse el corazón de sus súbditos. Es bien sabido que los temas de la realeza cada vez importan menos a los ciudadanos. Los símbolos de la monarquía están en retirada en Europa.

La corona y el trono

Hoy Carlos es el nuevo rey de Inglaterra, pero hay varias ceremonias previas a ser coronado. Fue oficialmente proclamado ayer sábado en el Palacio St. James, en Londres. Es una ceremonia protocolar: se anuncia la muerte de la reina y se lee la proclamación del sucesor. Hoy domingo, en una reunión con un Consejo Privado, Carlos III deberá hacer una declaración como nuevo rey. Luego, con fanfarria de trompetas y una declaración pública desde un balcón de St. James, se le declarará como nuevo monarca. Las palabras serán: “Dios salve al rey”.

La misma proclamación anunciando a Carlos como rey se leerá en las capitales de Escocia, Gales e Irlanda del Norte. La coronación es la etapa final de su ascenso al trono. Todavía no hay fecha para ello, pero en los últimos 900 años se ha realizado en la Abadía de Westminster. El arzobispo colocará la corona de San Eduardo sobre la cabeza de Carlos III, una pieza sólida de oro que data de 1661 y que pesa 2.2 kilos. Solo se usa para la coronación.

En sus primeras declaraciones el nuevo rey rindió homenaje a su madre y dijo estar preparado para esta nueva etapa con el apoyo de Camila. Prometía servir, no gobernar.