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Kuélap se derrumba

Hace cinco años que el impresionante monumento chachapoya sufre derrumbes y amenazas provocadas por terremotos e incendios forestales. Sin embargo, el Estado, a través de ministerios, gobiernos regionales y municipales, no asume que la reconstrucción es tarea de ingeniería especializada y de una millonaria inversión.

Frontis de Kuélap en 2019. Hasta hoy no cierran el cráter. La deforestación aceleró los derrumbes. Foto: difusión.
Frontis de Kuélap en 2019. Hasta hoy no cierran el cráter. La deforestación aceleró los derrumbes. Foto: difusión.

Kuélap solo es noticia cuando se incendia o cuando se derrumba”, nos dijo un guía de turismo local poco antes de la inauguración de las telecabinas, en marzo de 2017. Semanas antes, los arqueólogos del Consorcio Quetzal habían descubierto enormes cantidades de lodo acumulado tras de los muros sellados y unas rajaduras largas y profundas en el muro del acceso 1 al monumento chachapoya. Presentaron un informe aduciendo que ese hallazgo incrementaría notablemente los costos de la reconstrucción. Ante de la negativa del Estado decidieron retirarse por falta de financiamiento adicional. Quetzal había sido contratado por el Ministerio de Comercio exterior y Turismo (Mincetur), a través del Plan Copesco. Fueron los primeros 4 millones de soles desperdiciados en Kuélap.

Es decir, hace cinco años empezó a funcionar la telecabina pero ya no había ingreso por el acceso principal pues se había formado un enorme cráter que fue cubierto con un sábana plástica para evitar que la lluvia termine de derrumbar el frontis y, de paso, esconder el papelón restaurador.

El resto es un capítulo más en la historia nacional de la infamia. A mediados del 2018, mientras se resuelve el arbitraje con Quetzal SAC, el mentado Plan Copesco contrata al Consorcio Kuélap e inicia actividades de restauración... En eso estaban cuando, ¡oh sorpresa!, detectan otras grietas. Presentan un informe complementario exigiendo un incremento en el monto del contrato porque esas grietas no figuraban en el expediente técnico. También deciden retirarse. Otro fracaso del Plan Copesco-Mincetur.

En noviembre del 2019 se realiza un exitoso paro de operadores turísticos al que se pliega toda la población de Chachapoyas. El entonces presidente Martín Vizcarra y otros funcionarios acuden a la zona para enfriar los ánimos. Si en algo coinciden con los manifestantes es que no saben qué hacer para solucionar el problema. En el interín, un incendio forestal amenazó con chamuscar la fortaleza. Luego sería la pandemia y el terremoto. Lo ciertos es que el cráter en el frontis nunca se cerró, pero hay quienes creen que se produjo algo así como un “efecto mariposa” y que los derrumbes de la semana pasada en el cercano muro sur es consecuencia de los pésimos trabajos de restauración en el frontis.

Kuelap

Frontis de Kuélap antes y después de la intervención del Plan Copesco. Hasta hoy no cierran el cráter. Foto: Difusión

Para variar, ahora todos son especialistas en Kuélap. Hasta el ministro de Cultura, Alejandro Salas, descuidó su trabajo como portavoz e intérprete del presidente Pedro Castillo, para viajar a Chachapoyas y anunciar la declaratoria en emergencia del monumento (declarada durante la gestión de su antecesora, Gisela Ortiz) y, por fin, anunciar la creación de la anhelada unidad ejecutora.

Para la Dra. Sonia Guillén, exministra de Cultura y una de las voces más autorizadas en cultura chachapoya, ya es hora de reconocer que la reconstrucción de Kuélap no es tarea de arqueólogos. “Es de ingenieros”, sostiene. “Ojalá que la lluvia no diluya el malestar de la gente. Somos efervescentes, pero nos acomodamos al desastre con facilidad y espero que por lo menos lo de la unidad ejecutora se haga realidad y pronto”, nos dice desde el museo de Leymebamba, vecino a Kuélap.

“Espero que no gastemos el tiempo buscando chivos expiatorios. El interés se diluye en ese ejercicio y si se nos vienen cambios políticos, seguimos retrocediendo con las acciones que debe tomar el Estado”, agrega Guillén. “Esto no lo tomes como una declaración, solo es una preocupación”. Se despide.

José Llaja, uno de los guías de turismo con mayor experiencia de vida en la zona, tampoco quiere echar más leña al fuego. Solo quiere soluciones y que no se cierre el circuito turístico, única fuente de ingreso para Chachapoyas. De los diez mil turistas que recorrieron Kuélap hasta el 2019, atraídos por el monumento chacha y por el viaje en las telecabinas, apenas si superaron los 200 visitantes en los mejores días luego de la pandemia. Los derrumbes en el muro sur también enterraron las esperanzas en un repunte turístico.

Pero ¿se debe cerrar el monumento? “Eso lo deben decidir los expertos de Defensa Civil”, sostiene el Dr. Luis Jaime Castillo, exministro de Cultura. “No es una decisión de nosotros, los arqueólogos, ni de los ministros, ni de los guías turísticos, ni de los periodistas”, agrega.

“Kuélap, como todos lo sitios chachapoyas, tiene un problema: el drenaje. Hasta en Sacsayhuamán se han caído sectores y siempre por la misma razón: llueve y en vez de que el agua salga, se queda... A esto súmale que Kuélap se construyó sobre una gran roca y durante quinientos años no se hizo mantenimiento de los desfogues de agua”.

Castillo coincide con Guillén en que solo un trabajo de ingeniería especializada puede salvar el monumento. “Ahora todos somos expertos en Kuélap. Todos sabemos lo que va a pasar y todos sabemos lo que había que hacer. Pero la experiencia nos enseña que nadie sabía lo que iba a pasar y que definitivamente nadie sabía lo que había que hacer. Es un trabajo muy especializado y de equipo que, lamentablemente, choca con la ineficiencia del Estado. O con la incapacidad que tiene el Estado de tomar una decisión que priorice la calidad sobre el costo”. Castillo sentenció: “Yo te auguro que van a pasar seis meses y no van a recuperar una sola de las piedras que han caído... Kuélap necesita un presupuesto de cientos de millones de soles para su recuperación”.

Suena exagerado pero, al cierre de la presente edición, leemos que en la reconstrucción de la catedral de Notre Dame ya se han invertido casi mil millones de dólares, entre donaciones internacionales y aportes del Estado francés.

Jaime Castillo confía en continuar con el proceso de digitalización de nuestro patrimonio. Se inició el 2014 y por eso tenemos un buen registro de Kuélap y otros 500 sitios arqueológicos en todo el país. “Esto es básico para hacer una restauración bien hecha. Es imprescindible que todo el patrimonio cultural del Perú esté documentado”, enfatiza.

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