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Pablo Tsukayama: “Destruir hábitats animales es la receta para la próxima pandemia”

Investigador. Pablo Tsukayama es biólogo y doctor en microbiología molecular. Su trabajo permitió conocer de dónde vinieron los primeros casos de COVID-19 y qué linajes se establecieron en el Perú.

Por primera vez, estamos monitoreando al virus casi en tiempo real. Y podemos ver cómo cambia en el tiempo. Foto: Antonio Melgarejo/La República
Por primera vez, estamos monitoreando al virus casi en tiempo real. Y podemos ver cómo cambia en el tiempo. Foto: Antonio Melgarejo/La República

El biólogo Pablo Tsukayama lideró el equipo del laboratorio de Genómica Microbiana de la Universidad Cayetano Heredia que, a través del secuenciamiento de genomas del SARS-Cov2, identificó la variante lambda en el Perú. Su proyecto también estableció la técnica para el secuenciamiento y logró conformar una red de investigación con la Universidad Católica, el Instituto Nacional de Salud (INS) y, en una segunda fase, con universidades de Arequipa y Amazonas. Gracias a su iniciativa, investigadores de varias partes del país ya empiezan a generar su propia información sobre el virus en sus regiones y a compartirla. Hoy espera que la red vaya creciendo para estar preparados contra la COVID-19 o cualquier nuevo virus que aparezca.

Supongo que, como epidemiólogo, supo muy temprano de la aparición de un virus desconocido en China, que luego se conoció como COVID-19.

La verdad, no fue tanto por redes formales. Hay unos newsletters diarios o semanales que dan alertas sobre brotes epidemiológicos. Dicen, por ejemplo, “hay un brote de cólera en tal país” o “un brote de ébola acá”. Y en diciembre (de 2019) empezó a sonar esa alarma, dijeron “hay un brote de neumonía atípica en Wuhan, China”. Y luego, mientras más casos había, eso empezó a llamar la atención. Para enero los virólogos empiezan a poner sus reportes, a analizar datos. Mucho de esto también se movió por Twitter. Y luego salió la secuencia del genoma. A comienzos del 2020 uno podía darse cuenta de lo que estaba pasando, y lo que se venía.

¿En qué momento la comunidad científica mundial se da cuenta de que se venía una pandemia?

Cuando empiezan a salir los primeros casos fuera de China. Ahí se empieza a decir “esto tiene potencial pandémico”.

En su caso, decidió conformar un equipo de vigilancia genómica en el Perú.

Localmente no sabíamos si (el virus) iba a llegar. Llegó en marzo. Con una colega, Mariana Leguía (investigadora de la PUCP), conversaba sobre el tema de virus emergentes. Sabíamos que la tecnología estaba ahí, que los protocolos estaban de manera abierta, pero no había fondos para comprar reactivos e iniciar nuevos proyectos. Normalmente uno pide o concursa a fondos para nuevos proyectos. Y además la importación de reactivos era problemática por esas épocas, porque tenían alta demanda mundial. A finales de marzo Concytec lanza una primera llamada. Y ahí ya hubo fondos que podíamos usar para esto y salió la propuesta.

¿Por el Perú han pasado todas las variantes del coronavirus?

Sí, todas. Cuando aparecen nuevas variantes, todos se asustan y dicen “qué hacemos para evitarlo”. Se ha hablado de cierre de fronteras, o control de viajeros. Se ha experimentado en varios países, pero no ha funcionado. El objetivo de que no entren las variantes nunca se ha cumplido. Cuando te das cuenta de que existe una nueva variante, ya llegó hace rato. El virus siempre se te adelanta varias semanas.

¿En Perú cuál fue la variante más mortal?

Difícil saber. La más mortal fue la que causó la segunda ola, y en el Perú la segunda ola al comienzo fue la variante lambda, pero también estaba involucrada la variante gamma de Brasil. En algunos países también estuvo la variante mu (detectada en Colombia). Entre esas tres, infectaron a toda Sudamérica. La variante Delta llegó cuando salíamos de la segunda ola y, a diferencia de otras regiones del mundo, aquí no fue tan mortal como las anteriores. Delta no es menos letal que las anteriores, pero nos agarró en momento que estábamos bajando la ola y subía la vacunación. Y ómicron nos agarró mucho más vacunados. Por eso fueron menos letales.

Si tenemos buenos sistemas de vigilancia, podemos detectarlo, porque si no lo haces, el virus se te escapa y se vuelve pandémico. Foto: Antonio Melgarejo/La República

Si tenemos buenos sistemas de vigilancia, podemos detectarlo, porque si no lo haces, el virus se te escapa y se vuelve pandémico. Foto: Antonio Melgarejo/La República

Usted identificó la variante Lambda en el Perú. ¿Por qué aparecen nuevas variantes?

Cuando empezó a sonar esto de las variantes, por diciembre de 2020, primero se habló de la variante alfa en Reino Unido, y días después reportaron la variante beta en Sudáfrica. Luego reportaron gamma en Brasil. Son distintos continentes, pero la característica es que habían tenido primeras olas muy grandes en la primera mitad del 2020. Lo que se especulaba es que el gran número de contagios en una región aumenta la probabilidad de formar nuevas variantes. Y en Latinoamérica, que ha sido una de las regiones más golpeadas en 2020 y 2021, no era de sorprender que aparte de la variante gamma en Brasil hubiera otros lugares que pudieran generar otras variantes. Creemos que lambda apareció por la misma época que apareció la gamma en Brasil, a finales de 2020. Pero recién pudimos identificarla en abril de 2021. Y eso porque en el verano estábamos paralizados, no había plata para secuenciar más. Recién cuando volvimos a procesar muestras en marzo, vimos algo nuevo. Esta variante –lambda– es diferente, pero se comporta de manera similar. Y en paralelo pasaba lo mismo en Colombia con la variante mu. La historia se ha repetido en Perú, Brasil, Colombia y quién sabe en qué otro lado. Pero como vigilamos tan poco, recién hemos empezado a verla cuando ya se había salido fuera de control. Compara eso con ómicron. Lo detectaron solo dos o tres semanas después de que ya estaba creciendo. Eso nos ha fallado una y otra vez acá.

¿Por qué es importante tener un equipo de vigilancia genómica?

Porque podemos ver cómo un virus, o cualquier patógeno, va cambiando. Históricamente hemos estudiado las epidemias en retrospectiva. Por varios avances tecnológicos y por ser una pandemia, se ha acelerado mucho este proceso de vigilancia, de procesamiento de muestras y secuenciamiento de genomas. Por primera vez estamos monitoreando al virus casi en tiempo real. Y vemos cómo cambia en el tiempo. Esto de la generación de variantes probablemente ha ocurrido varias veces en el pasado pero como estábamos a ciegas, no lo detectábamos. La vigilancia nos ha permitido ver el proceso. Y a partir del secuenciamiento podemos estudiarlas más rápido. Apenas se descubre ómicron, todos los científicos del mundo la estudian y al mes ya estaba bien caracterizada. Es decir, se genera mucho conocimiento del virus rápidamente. Y la información nueva te ayuda a tener medidas de control. Esto pasó con ómicron porque es una variante global, no pasó con la variante lambda, que no se ha estudiado mucho. Pero si no fuera por la vigilancia, no sabríamos de la existencia de estas variantes. Nos ha ayudado a informar sobre el avance de la pandemia. Ahora ya se cuenta con las tecnologías, y ya teníamos estos instrumentos disponibles en Perú antes de que empezara la pandemia. Hacia adelante nos va a ayudar a identificar rápidamente nuevos patógenos. Todo el mundo dice que por acá podría aparecer un nuevo patógeno de potencial pandémico. Si tenemos buenos sistemas de vigilancia, podemos detectarlo, porque si no lo haces, el virus se te escapa y se vuelve pandémico.

Para este trabajo de seguimiento del covid y otros virus ha conformado una red con otros centros del país. ¿Cómo va el proyecto?

La red se está formando de a poquitos. Todo empezó con la Universidad Católica, con quien ya colaboramos antes y con el Instituto Nacional de Salud (INS). La primera fase fue en Lima, empezar a desarrollar capacidades y procesar muestras rápidamente. Yo colaboro mucho con Inglaterra. Desde allá nos facilitaron protocolos, servidores para hacer el análisis de datos en la nube, incluso dinero. Desde Bélgica nos capacitaron en algunas cosas y enviaron dinero. En la segunda fase dijimos “tenemos que expandir esto, que no todo esté centralizado en Lima, hay que llevarlo a otras universidades”. Trabajamos con universidades de Arequipa y Amazonas. Tenían laboratorios operativos, y ya estaban recibiendo muestras y haciendo pruebas moleculares. Las condiciones estaban dadas y solo había que armonizar protocolos e inyectar dinero. Esperamos que esta red nos sirva para ser más rápidos en la siguiente (epidemia). Todo parece indicar que el covid está un poco de bajada, pero en cualquier momento llega un nuevo bicho y ya tenemos al menos las redes coordinadas, los equipos mixtos, y podemos adaptar protocolos. Hay que integrar el trabajo de los distintos actores en el Perú. Debe promoverse la colaboración entre Estado, instituciones privadas y universidades.

Se habla de la posibilidad de que la próxima mutación de un potencial virus pandémico ocurra en la Amazonía. ¿Por qué el temor?

Las últimas pandemias o sustos de pandemia que hemos tenido han sido causadas por lo que llamamos zoonosis, es decir, un virus que circula en una población animal y en algún momento el humano se acerca mucho a estos animales y salta. El virus es capaz de infectar al humano, se adapta y se vuelve bueno en infectar a humanos entre sí. El VIH, el SARS-COV, el MERS, la fiebre porcina, la fiebre aviar, todas están relacionadas a que hemos entrado en contacto con animales y ha saltado. Y también en regiones donde hay mucha deforestación para urbanizar. El proceso de destruir hábitats animales para que entren humanos es como la receta para la siguiente pandemia. Por la ubicación que tenemos y el grado de deforestación muchos expertos dicen que este es un hotspot (punto caliente) donde podría aparecer la siguiente zoonosis. Hay que monitorear de cerca lo que pasa, sobre todo en la Amazonía, en este proceso de llenarlo con humanos o con animales domesticados. Si metemos ganado ahí, podría pasar del murciélago al ganado y de ahí al humano.

Para el 2022 tu proyecto de vigilancia genómica se ha quedado sin fondos ¿A qué institución del gobierno le correspondería respaldarlos?

Una buena pregunta. Idealmente el Minsa, o si tuviéramos un ministerio de Ciencia. El problema con el financiamiento es que es bien caro. Procesar cada una de las muestras, de las que hemos hecho casi tres mil, cuesta entre 200 y 300 dólares cada una. Es un proceso caro y es más caro en el Perú porque hay que importar todo. Nadie en el Perú tiene esa plata disponible. El problema es que uno tiene que postular a fondos, ganarlos, adjudicar esto y en ese proceso te demoras seis meses más. Debería haber algún sistema financiado por el Estado que dé fondos no por concurso sino de forma sostenida. Así como hay vigilancia epidemiológica estándar para muchas enfermedades, debería haber fondos para hacer vigilancia genómica estándar. El INS procesa muchas más pruebas que hace un año porque recibió un monto del Minsa para escalar este trabajo y ya tiene asegurados fondos para 2022. A nosotros ya se nos acabó y no hay de donde más sacar. Creo que debería haber algo como en el Reino Unido, en que el Estado financia a privados, pero se financia a un consorcio. Aquí que no solamente sea el INS sino que también se tome en cuenta a las universidades. Las universidades han demostrado capacidad de respuesta rápida, ya tienen laboratorios implementados y eso no se ha utilizado durante la pandemia.

Has dicho que en América Latina se está haciendo poca vigilancia genómica ¿cuál es el peligro de eso?

Ahora hay casi 9 millones de secuencias públicas pero menos del 3% son de Latinoamérica, y eso es problemático porque estamos justamente diciendo que Latinoamérica es como una fábrica de variantes, pero no podemos ver lo que está circulando porque hay limitada capacidad y no hay plata. Hay discusiones en que la OPS (Organización Panamericana de la Salud) financie una red regional de secuenciación. En una charla reciente la doctora del Reino Unido que habló dijo que solo en su instituto se ha secuenciado el 20% de lo que se ha secuenciado en todo el mundo. Mira el nivel de disparidad que hay. Los británicos han tenido los mejores sistemas de monitoreo. Muchos de los análisis que ha generado el Reino Unido han servido para guiar el manejo de la pandemia en muchos países. Ese debería ser el modelo, que favorezca el análisis de lo científico. Porque tiene un impacto real. Puede influenciar en cómo percibimos la pandemia y ayudar a maniobrar mejor.

Yendo a la coyuntura ¿el aforo del 100% te parece adecuado o es muy pronto todavía?

Más que aforo el tema está en la ventilación creo. Con 40% o 100% de aforo si está mal ventilado o no usas mascarilla, allí estás en un problema. Si el aforo va a aumentar, se tiene que mantener la ventilación y el uso de mascarilla. Uso de mascarillas adentro. El uso de mascarilla afuera ya no le veo mucho sentido.

-¿Esta red que estás armando servirá no solo para vigilancia del COVID-19 sino también de otros virus?

A eso apuntamos. Que esto no solo sea una cosa del COVID sino que esta red deje establecidas las capacidades para responder rápido. De acuerdo al interés local, regional, uno puede utilizar los mismos instrumentos y métodos para monitorear por ejemplo tuberculosis, un gran problema en Lima, monitorear la resistencia y la situación de la TBC. En la Amazonía pueden monitorear fiebre amarilla, zika, dengue, enfermedades de relevancia local. En Arequipa, donde hay problemas de enfermedad de Chagas. Podemos ajustar los protocolos para empezar a estudiar nuevas enfermedades. Vamos a tratar de empujar muy fuerte esto. Estamos escribiendo propuestas para financiar esas redes y fortalecerlas. Utilizando los mismos métodos, instrumentos, por ejemplo, si de pronto se empieza a reportar un brote de neumonía atípica cerca a Iquitos, podemos adaptar protocolos para identificar nuevos patógenos. Cosas que no se habían conocido hasta ahora podemos decir “Ah ya, esto es un nuevo coronavirus o una nueva variante de influenza”. Esas son las herramientas que tenemos que tener disponibles en Perú y en distintos puntos de vigilancia a lo largo del país.

Bachiller en Comunicación Social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Periodista del Suplemento Domingo de La República desde 2003, donde también realiza labores de subeditor. Antes trabajó en el diario El Mundo. Mención honrosa del Premio Salwan 2014. Escribe crónicas y reportajes de actualidad y cultura. Ha realizado coberturas periodísticas en el país y el extranjero.