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Domingo

Yuri Hooker: “Un daño al ambiente no se puede reparar ni con todo el dinero del mundo”

Biólogo. Coordinador del Laboratorio de Biología Marina de la Universidad Cayetano Heredia, Hooker tiene publicaciones científicas, es además fotógrafo y camarógrafo submarino, ha retratado las entrañas de nuestro mar y la riqueza que esconde.

El monitoreo de los organismos es indispensable […], sino vamos a estar consumiendo pescado o mariscos contaminados”, señaló el biólogo Yuri Hooker. Foto: Gerardo Marín/La República
El monitoreo de los organismos es indispensable […], sino vamos a estar consumiendo pescado o mariscos contaminados”, señaló el biólogo Yuri Hooker. Foto: Gerardo Marín/La República

Por estos días, el biólogo Yuri Hooker navega el mar de Ancón y Ventanilla en busca de nutrias marinas. Colabora con la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, que recopila información sobre el daño provocado en la fauna por el derrame de más de 11 mil barriles de petróleo de Repsol. El especialista en biodiversidad submarina está investigando qué ha pasado con las pocas nutrias que nadaban en la bahía pues son animales en peligro de extinción. En esta entrevista, Hooker, que también es experto estudios de impacto ambiental en ambiente acuáticos, nos da algunas luces sobre las consecuencias a largo plazo de la contaminación de nuestro mar, que no solo afectará a los animales sino pondría en riesgo nuestra salud.

Repsol ha dicho que a estas alturas se ha limpiado el 72% de las zonas afectadas y que la recuperación finalizará en marzo. ¿Es posible que nuestro mar retorne a su estado natural así de rápido?

Una cosa es que las playas estén limpias a la vista y otra que recuperen su estado natural. Efectivamente, si uno va al mar ya quedan muy pocas manchas de petróleo en el agua, y las playas están casi todas limpias. Y esto por diferentes factores, además de la limpieza humana, la misma corriente del mar ha hecho su propio trabajo de limpieza al recoger el petróleo de muchas playas inaccesibles de Ventanilla, Ancón y Pasamayo a donde nadie ha llegado. El problema con este proceso natural es que parte del petróleo llevado por el oleaje se hunde en el fondo del mar y otra parte flota. Cuando navegas puedes ver que la superficie del agua está ligeramente tornasolada, es una capa muy delgada de petróleo que se esparce y se va con la corriente. Y ojo, si ya no hay manchas visibles frente a Lima es por la corriente de Humboldt que es intensa y llevó el petróleo hacia el norte.

Claro, se derramaron 11 mil barriles de petróleo y el ministro del Ambiente, Modesto Montoya, ha dicho que solo se han recuperado dos mil. ¿A dónde han ido el gran restante?

Ese es el asunto, para saberlo hay que tener información más puntual sobre la clase de petróleo vertido. Cada yacimiento petrolífero tiene una composición de petróleo única, no hay dos que sean iguales en el mundo, cada uno tiene una cierta característica de densidad, de flotabilidad, de cuántos de sus componentes se evaporan en el aire o se disuelven en el agua. Tener esos datos es importante porque nos permite saber por cuánto tiempo va a flotar, qué porcentaje se va a evaporar, cuánto se irá al fondo del mar. Los ingenieros petroquímicos podrían dar esa información, y no la he visto en ninguna parte. Es importante saber cuánto de este petróleo se va a ir introduciendo en el ecosistema acuático mientras transcurre hacia el norte.

Entonces el que ya no veamos manchas de petróleo en la superficie del mar no significa que ya está limpio...

Tú puedes ver la playa y el mar limpio, pero la contaminación está ahí, siguen apareciendo las aves muertas que tienen muy poco petróleo en las plumas, no han muerto embadurnadas de crudo como ocurrió los primeros días, pero están muriendo por rastros de petróleo. Hay dos posibilidades: que estén comiendo peces contaminados, lo cual es poco probable porque estos acumulan muy lentamente las toxinas; o que cuando se lanzan al agua para capturar su presa o nadan se quedan partículas de petróleo en el plumaje, y cuando se limpian con el pico están comiendo las toxinas que finalmente las mata. Todos los días traen de las islas diez o quince aves muertas.

¿Cuál será el impacto del ecosistema marino a largo plazo?

En la primera etapa de la catástrofe, los organismos murieron bañados de petróleo. Estamos en la segunda donde la contaminación irá matándolos de a pocos. Si uno va a las zonas afectadas donde hay choritos y cangrejos, aparentemente no ocurre nada, pero recordemos que estos animales comen algas y plancton, y están comiendo petróleo, y las consecuencias de la contaminación especialmente con hidrocarburos aromáticos policíclicos [producto de la combustión del petróleo] se da en el transcurso de años. Se generarán fallas fisiológicas del funcionamiento de los organismos y alteraciones genéticas del ADN, que derivan en tumores y cáncer, tanto para los organismos acuáticos como para los que se comen a estos mariscos o peces como el ser humano. Todo parece que está bien, pero el contaminante está ahí, y estos hidrocarburos son resistentes y se quedan por años en el ambiente.

¿Comeremos pescado contaminado?

Así es, pero esto se puede evitar. Si hay un derrame tienes que hacer monitoreo de la zona para saber cuántas toxinas han sido absorbidas por los organismos que viven ahí. Para esto se usan bioindicadores como mariscos e invertebrados, que son organismos vivos muy resistentes e indican el grado de contaminación de un lugar, como los choritos que se irán comiendo el plancton contaminado y lo acumularán. De ellos se puede sacar muestras y analizarlas para saber cuánto de sustancias tóxicas tiene en el cuerpo.

¿Y esto para qué?

Esta información les servirá a las autoridades sanitarias para saber en qué zonas los niveles de contaminación de los organismos sobrepasan los estándares para ser consumidos y por lo tanto deberán mantenerse cerradas a la pesca, o en cuáles los niveles de contaminación son poco significativos y se podrá pescar. Esa información es fundamental. En un país como el nuestro lo más probable es que cuando el tema se olvide, todo el mundo empezará a pescar otra vez de forma normal y no pasará nada, pero vamos a estar consumiendo pescado o mariscos contaminados […] No es que uno quiera asustar a la gente, pero es indispensable el monitoreo de los organismos para determinar el grado de contaminación, y para determinar los sectores limpios donde se puede pescar y no hay peligro.

Hablemos de los vaivenes de Repsol, que dijo primero que se derramaron 0,16 barriles, que fue a causa del volcán Tonga, ahora dice que fue por “un movimiento incontrolado” del buque petrolero Mare Doricum. ¿Qué sabor te deja su proceder?

En el Perú tenemos un serio problema con temas ambientales porque hay empresas, tanto de hidrocarburos o de minas, que tienen efluentes tóxicos que van a los ríos o al mar, y se han acostumbrado a trabajar en un sistema que les deja hacer lo que les da la gana, sin importar el costo ambiental y social. Yo viajo por todo el Perú y he visto relaves mineros yendo directamente al río, o empresas culpando a los nativos por derrames de petróleo en la Amazonía, diciendo que cortan los tubos, cuando lo que realmente ocurre es que hay partes del oleoducto que están tan viejos que se rompen solos porque no les dan mantenimiento. Estas empresas prefieren pagar las multas, que son muy pequeñas, en lugar de cambiar todo su sistema porque saben que aquí no pasa nada. Es indignante.

"Puedes ver la playa y el mar limpio pero la contaminación está ahí, siguen apareciendo aves muertas con poco petróleo en las plumas”. Foto: Gerardo Marín/La República

"Puedes ver la playa y el mar limpio pero la contaminación está ahí, siguen apareciendo aves muertas con poco petróleo en las plumas”. Foto: Gerardo Marín/La República

Pese a los avances que promociona Repsol, la Defensoría del Pueblo dice que la limpieza está demorando. ¿Cómo crees que ha influido que el presidente Castillo haya cambiado tres veces de ministros del Ambiente durante el desastre ecológico?

Lo que me preocupa es que no haya un liderazgo claro, lo que se debió hacer desde el primer momento fue convocar un comité de emergencia como se hizo con la pandemia. Además, se debió implementar un sistema de seguimiento y monitoreo tanto del derrame como del impacto ambiental y social. Pero lo que es peor es que se ha puesto en los ministerios y en las instituciones técnicas del Estado a personas que no tienen la más mínima idea de qué hacen en el puesto, que no conocen el sector y no tienen experiencia y son designados por favores políticos. La inestabilidad ha generado que esta emergencia se viva de la peor manera.

La OEFA ha impuesto hasta ahora tres multas a la empresa española que suman un poco más de un millón de soles, además, se habla de una indemnización de 35 millones de dólares, sin embargo, ¿la reparación económica se equipara con el daño ocasionado?

Cuando se genera un daño al ambiente, no se puede reparar ni con todo el dinero del mundo o como se dijo ‘se limpia y ya está’. A ver, que devuelvan las nutrias o los pingüinos muertos. Además, la salud de las personas podrá ser afectada por la acumulación de los contaminantes que se quedarán por años en el fondo del mar.

¿Y en cuánto tiempo se recuperará el mar?

No tenemos ni la menor idea, en la bibliografía encontramos procesos que han demorado diez, veinte años, incluso en bahías cerradas (este no es el caso), después de cien años de derrame el petróleo sigue en el fondo del mar, acá tenemos la ventaja de que la corriente de Humboldt es muy intensa, limpia constantemente y dispersa los contaminantes de esta área y presumimos que podría ser un proceso más rápido de lo ocurrido en otros lugares. La única manera de saberlo es priorizar ciencia, evaluaciones técnicas para dar datos que nos demostrarán cómo ha seguido este proceso, y que estos procesos de monitoreo sean independientes, no hechos por consultores ambientales contratados por la empresa.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.