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Domingo

“Hasta ahora he escrito libros sobre el escape”

Jeremías Gamboa acaba de publicar “Animales luminosos” (Random House, 2021), su segunda novela, ambientada en una universidad norteamericana, en la que reflexiona sobre la migración y el choque cultural.

En la novela se despliegan secretos que se van revelando poco a poco a medida que la historia avanza. (Fotografía: Alejandra Devescovi)
En la novela se despliegan secretos que se van revelando poco a poco a medida que la historia avanza. (Fotografía: Alejandra Devescovi)

Si Contarlo todo fue para Jeremías Gamboa una novela escrita bajo presión, con urgencia, ansiosamente, en la que “se jugaba muchas cosas” y a la que le dedicó cinco años de su vida trabajando como un poseso para terminarla, con Animales Luminosos, su segunda novela, ha redoblado su apuesta literaria: buscar aquello que no se revela completamente, la metáfora, apelar a técnicas y capas distintas. Algo que ya había trabajado en su primer libro de cuentos Punto de Fuga. “Hay un juego más rico”, dice.

-Aunque la técnica cambia, hay temas vinculados a tu anterior novela: el grupo de amigos, el clasismo, el racismo, la identidad. Y creo que también puede considerarse una novela de aprendizaje

Creo que, en el fondo, no he salido del salón de clase, creo que el aprendizaje termina siendo al final de lo que siempre escribo. Y creo que tiene que ver con la importancia que la educación y el aprendizaje han tenido en mi vida. No me di cuenta que escribía sobre un campus, sobre la universidad. Luego los lectores me han dicho: “Manya, como Contarlo todo”. Y yo quería hacer algo distinto. Formalmente lo es, pero en el fondo es un chico que está contando su llegada a la universidad. Y es como si la universidad fuese el lugar de salvación de mi personaje. Imagino que eso tiene que ver con lo importante que fue la universidad para mí como lugar de llegada. Desde que era niño, mi madre, que solo tuvo educación primaria, me dijo: “es la universidad donde vas a ser alguien”. Y sigo escribiendo sobre eso.

-Me parece que cuando el protagonista habla de su temor de migrante, de no atreverse a ir a ciertos lugares, entras a temas autobiográficos con tus padres

En una conversación pública con Renato Cisneros, me preguntó si en la experiencia que yo viví había algo de esto, si se reflejaba la experiencia de mis padres. Y aparecieron unas historias que me contó mi madre. Llegó a Lima sin conocer el español, era quechuahablante. Yo llegué con un inglés rudimentario a Estados Unidos. Mi madre me contó la ansiedad que le generaba estar en una ciudad sin su idioma. Chicos que le hablaban y no sabía si se le estaban declarando. Eso había vivido yo en los Estados Unidos. Y le decía a Renato: creo que soy mi mamá y el personaje de Animales Luminosos es mi madre. Y cuando termino la novela me doy cuenta que Todd, uno de los personajes, es un mozo guapo que está en la puerta del restaurante en la escena inicial. Mi papá fue mozo. Era el mozo más guapo y lo ponían en la puerta de entrada. Jamás pensé que iba a escribir sobre un mozo parecido a mi papá. En la novela es Todd quien le da la palabra a mi personaje. Al final es como si mi papá y mi mamá estuvieran hablando. La ficción tiene esas cosas.

-Cuando en la novela el protagonista cuenta su historia, ahí entendemos mejor el epígrafe del libro: “Abandonar tu país es fácil. Lo difícil es abandonar su historia, pues te sigue o guía, como una sombra”.

Me doy cuenta que hasta ahora he escrito libros sobre el escape, Contarlo todo también era eso. Qué cosas deja atrás Gabriel Lisboa en Contarlo todo, y qué cosas deja este personaje. A este le explotan. Tiene que ver con la experiencia que muchos peruanos hemos tenido de no querer mirar hacia lo que está detrás tuyo porque es doloroso, ominoso, por las brechas, los racismos y autorracismos que cargamos. Yo quería escribir un cuento a lo Kerouac: chicos y chicas en Estados Unidos, algo muy fresco. Y en el camino uno no puede dejar de escribir lo que es, el personaje fue ganando secretos y densidades que al final explotan y que tiene que ver con una cosa muy telúrica, profunda, y ahí aparece este epígrafe. Es ese país sobre el que a mí me tocaría escribir en los próximos libros. Escribir sobre eso que está en el origen de mí y es hacia ahí donde el barco tendría que ir, ojalá, en los próximos años.

-En una escena de la novela el protagonista cuenta lo que le pasa a un amigo: es atacado por los perros del papá de su novia, choleado, insultado, en el Perú. Y eso explica porque el protagonista no quiere recordar a su país allá en Estados Unidos

Todos quisiéramos odiar por momentos al país. Todos quisiéramos refundarlo o escapar de él. Yo me fui a Estados Unidos muy emputecido con el país por algunas experiencias que viví. En esa escena de los perros tenía que haber ambigüedad sobre a quién le pasó. Si al protagonista o a un amigo suyo. El personaje la cuenta como si fuese suya porque de alguna manera es así. Es algo que señala como una experiencia peruana y de la que él quiere escapar. En esa escena, jugando con el título del libro y sus claves, a él lo iluminan con unas luces y lo tratan como un animal. Eso es parte de lo que pasa en el país. Una parte del país, no mayoritaria, cree que la otra parte muy grande está compuesta por animales. Hay un menosprecio a lo cholo. Hay cantidad de personas en este país que no consideran iguales a otros compatriotas. Es una herencia colonial que no nos podemos sacar de encima y que la literatura registra.

-Has hecho un playlist con la música de la novela, pero la historia -que trascurre en una sola noche- también es bien visual. Podría hacerse un guion de cine con ella.

Alberto Fuguet, que la ha elogiado con mucho entusiasmo, decía algo así como que “yo la adaptaría”. Estoy esperando ya que llegue la propuesta (risas). Creo que eso ha tenido todo mi trabajo. Un cuento de Punto de Fuga me ganó grandes amigos cineastas. El cuento sobre el cine Colón, que algunos cineastas peruanos se pasaban entre ellos. Animales Luminosos es un casi Antes que anochezca o Antes que amanezca. Es un mix entre chicos y chicas, Linklater -director de Antes que amanezca- y cosas raciales. Es involuntario, uno trabaja con todas las referencias que tiene, y aparecen en lo que escribes. Hay un componente audiovisual bien alto. Lo otro -lo del playlist- es bien bonito, porque yo siempre escribo con música. Sin ella yo no podría escribir. No he escrito una sola línea sin música desde que era periodista. Fue bien bacán armar ese playlist porque además tiene temas que yo escuché mucho para encontrarle sentido a ciertas escenas. Y de hecho cierro con un tema de Zeca Veloso que es muy amniótico y me parece que tiene que ver con lo que mi personaje en Animales Luminosos está buscando, que es una cosa maternal.

-Entre los temas de la novela, está la memoria, la identidad. Otros autores de tu generación van por ahí también, Renato Cisneros, Gabriela Wiener, Marco Avilés y otros. Hay temas que los tocan a muchos autores de tu generación

Esta generación, por las obras que voy leyendo de los que mencionas, tiene una tarea particular, cada quien con sus claves, su registro: es revisar la historia familiar que han recibido de sus padres. Los autores del boom, por ejemplo, no creen que el secreto del mundo esté en la casa de los padres sino en la Historia con H mayúscula, en los palacios de gobierno, en las grandes épicas de la violencia. En Perú hay como una revisión de la historia familiar para problematizarla. Es lo que hizo Renato en su momento con La distancia que nos separa, la historia de los Cisneros; lo que ha hecho Gaby magníficamente en Huaco retrato, al revisar la figura patriarcal, colonial, de Charles Wiener y darle la vuelta; lo que ha hecho Yrigoyen con el tema de su abuelo Miroquesada que era medio fascista y Robles en Nuevos juguetes de la guerra fría y otros más. O los libros de no ficción como Los Rendidos de Agüero o Marco Avilés, que tiene uno de los textos sobre autorracismo más brillantes que he leído en De dónde venimos los cholos. Hay como una mirada hacia lo más cercano, como si compartiéramos, a pesar de las enormes diferencias de forma y de fondo, que la clave del entendimiento está en los cajones de los papás. Hay una visión de los asuntos que heredas de la primera o segunda generación. En mi caso esta dificultad de asumir la choledad, viene de una experiencia de migración dolorosa. En mi caso, en un barrio como San Luis, criollo, no era tan paja ser ayacuchano en los años 80. A diferencia de mis coetáneos, yo ni sé cómo se llaman mis bisabuelos, mis padres no me dijeron “siéntete orgulloso de ser ayacuchano, no sabes lo que son los retablos, los huainos y la lengua quechua”.

-Para ellos era también dejar todo atrás

Era dejarlo atrás como el personaje principal de mi novela. Asimilarte y dejar el origen, no viajar hacia atrás, no mirar las cosas que llevas en la espalda, y tratar de ser ese otro que no somos nosotros. Mi trabajo va a ser tratar de desmontar eso. Desmontar la idea de que se llega a “ser alguien” borrando las señas biográficas. Creo ahora que se llega a ser alguien completándolas.

Bachiller en Comunicación Social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Periodista del Suplemento Domingo de La República desde 2003, donde también realiza labores de subeditor. Antes trabajó en el diario El Mundo. Mención honrosa del Premio Salwan 2014. Escribe crónicas y reportajes de actualidad y cultura. Ha realizado coberturas periodísticas en el país y el extranjero.