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Moda limeña en el siglo XIX

La Biblioteca Nacional ha publicado el álbum “Moda del siglo XIX”, que reúne 75 fotografías del Archivo Courret y es una memoria de los atuendos en la sociedad limeña decimonónica.

La moda decimonónica en Lima tuvo la influencia de Inglaterra y Francia.
La moda decimonónica en Lima tuvo la influencia de Inglaterra y Francia.

Las tapadas limeñas reinaron por casi 300 años en la capital, colaboraron con las ideas independentistas, ayudaron a la construcción de la República, y desaparecieron con ella. Aunque su atuendo, la saya y el manto, no constituye una moda sino una tradición, es casi el punto de partida para iniciar una historia sobre la ropa, la moda del siglo XIX, en nuestra ciudad.

“La moda, ‘diosa de las apariencias’, reina de lo efímero, hija de su tiempo y de la caducidad, es capaz de transmitir las costumbres y la estética de una época”, refiere Lisseth Ramis, historiadora y directora del Centro de Altos Estudios de la Moda, en el prólogo del libro. Y en efecto, a través de 75 fotografías del Archivo Courret, asistimos al devenir de los ropajes en la Lima de la década del 60 del siglo XIX y la primera década del siglo XX.

Entre 1842 y 1876 existieron en Lima 16 casas de moda, la mayoría a cargo de modistas francesas. Por esas épocas también se dio el caso de que aparecieron varias casas de fotografía, además del famoso Estudio Courret. La capital vivía la llamada época de la “prosperidad falaz” provocada por los grandes ingresos que permitió la venta del guano de las islas a Inglaterra.

“Un grupo social hizo grandes negocios, pero aquí no se generó una burguesía, sino que esos ingresos acabaron en gastos superfluos, entre ellos la indumentaria”, explica Ramis. A partir de eso, el vínculo con Inglaterra fue grande y fue nuestra primera influencia a nivel de la moda: se impone el romanticismo inglés con distintos atuendos para las actividades del día.

“En el caso de las mujeres se impone el uso de amplias faldas, mangas de tipo ‘jamón’ [...] y apretados corsés. [...] Los vestidos a su vez presentan adornos, encajes, cintas, pasamanería, y suelen tener los cuellos altos cubriendo totalmente el escote”, se dice en el libro. En cuanto a los hombres destaca el uso de chaquetas bordadas con grandes hombreras y pantalones estrechos. Los trajes no tenían adornos y se usaban bastones y sombreros de copa.

Por la década del 70 del siglo XIX la influencia inglesa decayó. “Decae la exportación de guano y empieza el nexo con París que por esas épocas ya despunta a la moda y a la alta costura. Se sigue usando el corset, y llega el miriñaque y el polisón”, explica la historiadora Lisseth Ramis. Estos dos últimos elementos eran una suerte de armazón interior para darle volumen a la parte inferior de los vestidos.

La moda también respondía a razones históricas. Tras la guerra con Chile se dio en el Perú, en los años posteriores, el caso de “las novias de luto”, un acto en que las mujeres peruanas llegaban al altar vestidas de negro y con velo. Expresaban su pesar, su dolor y su protesta por las muertes provocadas en el conflicto.

Acabando ya el siglo se impone la moda inglesa victoriana entre los hombres: el frac, la levita, el sombrero de copa. Las mujeres seguían el estilo de Francia, con vestidos recargados.

“La moda decimonónica no desaparece abruptamente con el cambio de siglo. [...] El paulatino cambio con los usos y estilos se marcará años después con el quiebre histórico que supuso la primera Guerra Mundial”, dice Cecilia Larrabure, curadora visual del libro.

Con la guerra, la mujer pasa a ocupar otros espacios. Dice Ramis: “La mujer adquiere más libertad. La necesitan de mano de obra para trabajar y se despoja del corset, su cuerpo se libera. También empiezan a estudiar en la universidad. Es decir, mientras se despoja de estas telas va caminando a su desarrollo intelectual y ciudadano, hacia su libertad. Ya en los años 60 del siglo pasado será la explosión con el Mayo Francés y la llegada de la minifalda”. Esa fue otra revolución.

Bachiller en Comunicación Social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Periodista del Suplemento Domingo de La República desde 2003, donde también realiza labores de subeditor. Antes trabajó en el diario El Mundo. Mención honrosa del Premio Salwan 2014. Escribe crónicas y reportajes de actualidad y cultura. Ha realizado coberturas periodísticas en el país y el extranjero.