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Domingo

El señor Shatner llegó al espacio

El actor canadiense de 90 años, el icónico Capitán Kirk, viajó a las estrellas en un vuelo de Blue Origin. Días atrás, la actriz rusa Yulia Peresild llegó al espacio para grabar la primera película fuera de la Tierra. El 2021 marca el inicio del turismo espacial.

Así debe ser la muerte, pensó William Shatner dentro del cohete New Shepard, mientras cruzaba la línea de Kármán, como los científicos llaman a la división entre la atmósfera y el espacio exterior. Fueron apenas diez minutos de vuelo, pero suficientes para conmoverlo hasta las lágrimas. “Ves el látigo azul junto a ti y, en segundos, estás mirando la oscuridad. Ha sido tan conmovedor”, susurró el nonagenario actor canadiense, convertido el último miércoles en la persona más longeva en llegar al espacio.

En la serie ‘Star Trek’ –emitida por primera vez en 1966–, encarnó al capitán Kirk, uno de los personajes más icónicos de la ciencia ficción, que salió del planeta a bordo de la nave Enterprise. En la vida real, Shatner lo ha hecho subido en el cohete de la segunda misión tripulada de Blue Origin, compañía del magnate Jeff Bezos. Iba pertrechado con un mono azul, junto con otros tres astronautas: Chris Boshuizen, Glen de Vries y Audrey Powers. Inmediatamente después de que la cápsula tocara tierra, el intérprete tuiteó una cita de Newton. Afuera lo esperaba Bezos, el niño fanático de ‘Star Trek’ y uno de los multimillonarios involucrados en la carrera espacial que, en julio pasado, realizó la misma travesía en el vuelo inaugural de su empresa.

Para muchos entusiastas, el viaje de Shatner ha sido la cereza del postre para un fenómeno que inspiró a generaciones de astronautas e ingenieros. No es casualidad que aquella serie –en la que el capitán Kirk y su fiel compañero Spock se arrojan al globo en busca de nuevos mundos– haya tenido una larga vinculación con la NASA, cuyos científicos recibieron los primeros guiones para verificar su precisión, según el escritor Marc Cushman. La experiencia del capitán Kirk también marca un hito en un momento en que proliferan las travesías espaciales, y el negocio más allá de la Tierra es cada vez más palpable.

Días atrás, la actriz Yuliya Peresild y el cineasta Klim Shipenko se instalaron en la Estación Espacial Internacional (ISS) para filmar el primer largometraje de ficción en el espacio. Las figuras del cine ruso siguieron un entrenamiento para aprender a soportar la violenta aceleración del despegue y a moverse en la ingravidez. Quieren superar a la estrella de Misión Imposible, Tom Cruise, que anunció su propio proyecto de película con la NASA y el grupo SpaceX, de Elon Musk. Como ellos, el magnate japonés Yusaku Maezawa tiene una apuesta ambiciosa: prevé realizar la primera misión lunar civil, posiblemente en 2023, a bordo de otro cohete SpaceX. Según sus planes, irá acompañado con ocho personas. Hasta ahora, su invitado principal es el director de La La Land y First Man, Damien Chazelle.

Euforia por el espacio

Criticada por su impacto climático, la naciente industria del turismo espacial marcó un precedente cuando, el 11 de julio, Virgin Galactic envió al magnate Richard Branson, su fundador, a un vuelo de placer por unos minutos. La compañía ofrece una experiencia similar de ingravidez y la vista de la Tierra desde el cosmos. Bezos, fundador de Amazon, replicó la vivencia el mismo mes con su empresa Blue Origin, que también apuesta por la nueva era del negocio espacial (para pudientes). Parece una lucha de egos.

En septiembre, SpaceX –propiedad de Musk– lazó a cuatro personas en un viaje de tres días alrededor del planeta, pero previamente ya había enviado a diez astronautas a la ISS en nombre de la NASA como parte de tres misiones tripuladas. Ahora, ya planea otros vuelos de turismo espacial. Como apuntó el diario El País a mediados de año, este sector vive una época dorada con la llegada de inversores privados y sus grandes posesiones. Los vuelos tripulados son los fuegos artificiales y el recordatorio de un futuro que ha traspasado la ficción.