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Segundos que pueden salvarnos

El Instituto Geofísico del Perú (IGP), que cumple 99 años de labor científica, viene implementando un sistema de sensores, en toda la costa, que detectará y alertará sobre un sismo segundos antes de que ocurra. Es un mecanismo similar al que tienen México, Japón y China.

Es posible saber si la tierra temblará, detectar las ondas sísmicas. Desde hace años, México, Japón y China cuentan con sistemas de alerta que les permiten tener esa información. Los implementaron como lección por los episodios devastadores que les tocó resistir. Gracias a esos mecanismos se adelantan a potenciales catástrofes. Perú está desarrollando uno similar. Lo ejecuta el Instituto Geofísico (IGP), que celebra 99 años de labor científica. El Sistema de Alerta Sísmica Peruano (SASPe) está formado por 106 sensores repartidos a lo largo de la franja costera —en las regiones de Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad, Ancash, Ica, Lima, Arequipa, Moquegua y Tacna—, y tiene previsto alertar a la ciudadanía, mediante sirenas, segundos antes de cualquier actividad sísmica.

Un terremoto como el de Pisco en 2007, por ejemplo, pudo ser notificado con 33 segundos de anticipación. Un sismo como el del último martes 22 de junio se hubiera avisado once segundos antes. Se trata de un proyecto emblemático en el que los sensores acelerométricos, que captan permanentemente el movimiento del suelo, toman protagonismo. Son dispositivos tan sensibles que hasta pueden registrar el paso de un alacrán. Ante una mínima agitación, emiten pulsos eléctricos que se transforman en señales y devienen finalmente en la alerta que se envía a la ciudadanía.

La puesta en marcha del SASPe tiene cuatro etapas. Las dos primeras involucran al IGP. “Primero considera el estudio de los posibles grandes terremotos que pueden ocurrir en Perú —detalla Hernando Tavera, presidente ejecutivo de la entidad— y luego el proceso de instrumentación. Es decir, colocar los sensores a lo largo de la zona costera y establecer las líneas de comunicación de los instrumentos. De esto se ha avanzado un 70%”.

Al Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), en tanto, le corresponde las dos etapas siguientes: comprar las sirenas y colocarlas en puntos estratégicos de las zonas, además de educar a la población para actuar cuando se despliegue la alarma. Para julio de este año, con la instalación de la primera sirena en Lima Metropolitana, está prevista una inauguración simbólica del Sistema de Alerta Sísmica Peruano. “Esperamos que durante el primer trimestre de 2022 podamos hacer las primeras pruebas y posteriormente entraría en funcionamiento”, adelanta Tavera, que calcula que favorecería a más de 18 millones de peruanos.

Burocracia vs sensores

A la fecha, el IGP ha establecido 22 convenios con cinco municipalidades y está próximo a concretar otros acuerdos. “Quizá este ha sido el proceso más desafiante –señala el experto– porque los terrenos donde se instalan los sensores pertenecen a la jurisdicción de cada gobierno local. De manera que debimos hacer pedagogía. Además, los acuerdos demoran por el trámite administrativo”. Por su ubicación en el Cinturón del Fuego del Pacífico —una zona de amplia actividad telúrica—, cada año Perú es sacudido por al menos un centenar de sismos. Sin embargo, Tavera cree que poco hemos aprendido de los eventos trágicos de los últimos veinte años.

“Somos una sociedad que olvida muy rápidamente –evalúa–: ya no recordamos el terremoto del 2001 en Arequipa ni el de 2007 en Pisco. Por eso este 22 de junio muchos hemos reaccionado como si fuera la primera vez”. Habla, entonces, de algunos desafíos que puede desplegar la operatividad del SASPe. “Hay que ir pensando cómo responderá la población. Es típico de nosotros no hacer caso. Puede que, cuando llegue la alerta, pensemos que ocurrirá un sismo fuerte. Y si no es así, la gente dirá: para qué me das la alerta. Cuando una sociedad tiene una cultura de crecimiento, aprende de las experiencias”.

El 24 de julio del 2020 se instaló la primera estación en el Morro Solar, en Chorrillos. La llamaron Julio Kuroiwa en homenaje al reconocido especialista en Gestión del Riesgo de Desastres, fallecido en 2019. En la actualidad, además, hay sensores en las Islas Hormigas, San Lorenzo y en el Morro Solar, los cuales monitorean la ocurrencia de sismos y transmiten esa información al Centro Sismológico Nacional del IGP.