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Domingo

Juan Manuel Ochoa: Querido Villano

El recordado Jaguar de La Ciudad y los perros, intérprete de villanos inolvidables en el cine y la TV nacional partió esta semana. Esta breve semblanza es un homenaje a su memoria.

Quiero que escriban en mi lápida: “Aquí sigue descansando quien en vida fuera ‘El Jaguar’. La muerte no tiene por qué ser el fin”.
Quiero que escriban en mi lápida: “Aquí sigue descansando quien en vida fuera ‘El Jaguar’. La muerte no tiene por qué ser el fin”.

Se sabía condenadamente bueno para los papeles de malo. Y esperaba esa pregunta en todas las entrevistas que le hacían. Hasta que un día, el reportero Ricardo León, de El Comercio, le planteó algo insólito, quiénes eran los malos más admirados por Juan Manuel Ochoa, quiénes estaban en su olimpo de la crueldad y la villanía. Soltó dos nombres, ambos provenientes del cine: Alex DeLarge, el encantador melómano y sociópata de La Naranja Mecánica de Kubrick, y Hanibal Lecter, psiquiatra, sibarita, y caníbal, protagonista de El Silencio de los Inocentes.

¿Qué es el mal? La RAE dice que es lo que se aparta del bien, lo que se aparta de lo lícito y lo honesto. Para los filósofos puede ser algo más complejo, quizá la incapacidad de reflexionar sobre nuestros actos cotidianos.

El mal, para Juan Manuel Ochoa, fue en 2015 una oportunidad. Si tanto destacaban sus condiciones para hacer de tipos amenazantes y ruines, él le enseñaría a nuevos actores cómo convertirse en paradigmas de la crueldad. Entonces creó su escuela para malvados. La reportera Juana Gallegos recuerda bien cuando lo buscó para hacer una nota sobre ese taller. Tenía un pequeño local en la avenida Arenales, que consiguió en coordinación con la Asociación de Artistas Aficionados, a donde llegaban jóvenes aspirantes. Él se fijaba en la gravedad de su voz, en la postura, en la mira da. Ellos debían ser los nuevos jaguares. Odiados y admirados por el público de este tiempo.

El origen del mal

El Jaguar, ese personaje salido de la versión cinematográfica de La Ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, fue su consagración. Han pasado 36 años desde el estreno de la película y el cadete de cuarto año del Leoncio Prado aún es recordado en pósters, afiches, y demás elementos de merchandising.

Pero fue otro personaje vargallosiano el que interpretó por primera vez ante las pantallas, un secuestrador al que bautizaron como El Místico, en Gamboa, la serie de TV que Panamericana Televisión transmitió de 1983 a 1987. “El primer malvado que hice en la televisión fue ‘El Místico’, en el relanzamiento de Gamboa, en dos capítulos de lujo escritos por Mario Vargas Llosa. Por primera vez en esa teleserie, el antagonista ganó y el protagonista mordió el polvo de su derrota”, contó Ochoa a La República en 2007.

El hombre que encarnó al alucinado Mesías de La Gran Sangre, al peligroso Loco Luna de Alias la gringa y al siniestro Joseph Goebbels en Goleadores también tuvo momentos de oscuridad.

Nunca negó su doloroso camino para recuperarse de sus adicciones y hablaba con libertad sobre ese episodio. “Toqué fondo. Fueron casi cuatro años de ostracismo absoluto. Yo andaba por el piso. ¿Dónde queda el cielo si no conoces dónde queda el infierno?”, declaró alguna vez.

Para recuperarse del todo y obtener estabilidad arriesgó no solo en la actuación sino en pequeños negocios. El último fue un pequeña fuente de soda en el Cercado, donde pudo mostrar su pasión por el café y la música. Varios editores y redactores de este diario lo describen como un anfitrión atento y cordial, y a su negocio como un lugar especial en medio del trajín diario.

Luego de su muerte, conocida el viernes, sus colegas lo despidieron con mensajes en sus redes. “Luchó como una fiera contra la adversidad durante toda su vida. Le dio nobleza a los papeles de villano y los cultivó con gran profesionalismo”, escribió el guionista Eduardo Adrianzén. “Te fuiste tranquilo, con una canción de Sabina, sintiendo el amor de los tuyos, soñando con los proyectos que pasaban por tu cuerpo”, contó el conductor de TV Aldo Miyashiro. El respeto de sus pares es unánime. El bravo Jaguar descansa finalmente en paz.

Periodista formado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es editor y reportero del suplemento Domingo de La República. También ha publicado en el diario El Tiempo de Colombia y La Tercera de Chile. Fue reportero de la sección política de este diario. Tiene un blog sobre fantasía (cuervosobrepalas.wordpress.com) y otro en el que comenta su trabajo periodístico (cambiodetitulares.wordpress.com)