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Los rostros de Mayella Lloclla

Se alejó de las teleseries por diez años para volcarse a actuar en películas. Este verano volvió a la pantalla chica en El Último Bastión y Dos Hermanas. En esta entrevista la actriz habla de sus malas y buenas experiencias en redes sociales, y rescata que la tele actual se ha vuelto más mestiza y la gente se identifica mejor con sus nuevas ficciones.

Hasta antes de la pandemia, la carrera de la actriz Mayella Lloclla era una máquina imparable. El 2020 pintaba como un año provechoso. Su rostro aparecería en pantalla gigante en tres películas nuevas: Un mundo para Julius (Rossana Díaz Costa), La Pampa (Dorian Fernández-Moris) y Amelia (Pancho Lombardi), donde actuaría como empleada doméstica de familia rica, como víctima de trata de personas y como enfer- mera, respectivamente. Eran tres nuevas actuaciones que Mayella esperaba mostrar a su público con ansias pues en los últimos diez años se había alejado de las teleseries peruanas –salvo su aparición en El Último Bastión– para dedicarse exclusivamente a la actuación en largometrajes. Todo esto se fue al congelador cuando comenzó la cuarentena y el cierre de los cines fue inminente.

Sin embargo, la actriz se tuvo que adaptar a los tiempos. Empezó a actuar desde su casa, esta vez para funciones de teatro vía streaming, como El amor viaja lento, que contaba la historia de una pareja que, desde diferentes latitudes, vivía su intimidad a través de videollamadas, de hecho, su coprotagonista era un actor que se conectaba desde Argentina. Mayella, caracterizada por un espíritu optimista, dice que lo más rico de esta experiencia fue poder hablar largamente con el público después de la función: “Compartimos mucho, los escuchábamos, cosa que no pasa en el teatro, donde a lo mucho te tomas una foto o das un autógrafo”, dice.

Pese al gran receso de los sets de grabación, la actriz ha vuelto a captar la atención del gran público estas últimas semanas y por partida doble. El estreno de El Último Bastión en Netflix –la producción peruana que cuenta la historia de nuestra independencia y en la que interpreta a la aguerrida Catalina— la ha hecho conocida internacionalmente; y su retorno a las grabaciones de Dos Hermanas (Del Barrio Producciones) –la telenovela donde interpreta a la arrogante Fiorella Berrospi– le ha devuelto la popularidad con creces.

Ambos personajes son muy antagónicos, mientras que Catalina es una mujer del siglo XIX, pero muy adelantada a su época y con ideales de libertad e igualdad, la otra es una chica de este siglo, una hija de ricos que cholea sin más. “Cuando leí el guion y vi cómo era el personaje, yo no me creía que había gente como Fiorella. No me cabía en la cabeza que una profesional como ella, tuviera la mente tan cerrada”, dice con algo de inocencia Mayella, pero le bastó recordar el episodio de racismo en el que una ingeniera arequipeña insultaba, humillaba y agredía a una trabajadora de tránsito para desengañarse y darle sustancia a su personaje.

Ella misma ha sido blanco de ataques racistas en sus redes sociales. Esta semana le confesó a Trome que alguna vez un seguidor le escribió a su fanpage “que era muy guapa, que tenía lindo nombre, pero que lo que la malograba era el apellido”. “Me dio un poco de coraje, pero no porque me haya sentido discriminada, sino porque a mí me gusta mi apellido y estoy muy orgullosa”, dice la actriz de 34 años, nacida en Lima y de padres migrantes de la sierra de Piura. “Lloclla –apunta y repite lo que dijo en la entrevista– es un apellido quechua que quiere decir ‘manantial’ o ‘huayco’, o sea, arraso con todo”.

Mayella remarca que su apellido es su bandera, que jamás algún director de cine o productor de televisión le deslizó la posibilidad de cambiarlo por otro que “suene mejor”: “He escuchado de historias de actrices a las que les decían ’ya, todo bien, pero tu nombre no va’, y se lo cambiaban para que se hiciera más conocida. A mí no me ha pasado... quiero que mi nombre se haga conocido a nivel mundial”, dice con orgullo.

En El Último Bastión como Catalina, la cómplice del idealista abogado Paco.

En El Último Bastión como Catalina, la cómplice del idealista abogado Paco.

La tele mestiza

Mayella –que es muy recordada por haber encarnado a ídolos populares como Dina Páucar y Sarita Colonia– sostiene que las telenovelas han cambiado, que antes predominaban los actores blancos y de ojos claros pero que, hoy, los nuevos héroes o heroínas son los mestizos: “Ellos son los que salen adelante y la luchan y la gente se suele sentir más identificada”.

Ella sabe lo trascendente que puede ser para el público verse representando por un igual en lapantalla,puessolocuando vio a Melania Urbina –una actriz menuda y mestiza como ella– se tomó en serio sus pretensiones de ser actriz de cine: “Fui a ver Mariposa Negra y vi que era pequeñita como yo y, me dije, yo también puedo salir en una película”, confiesa con energía al otro lado del hilo telefónico. “Los pe- ruanos necesitamos sentirnos reflejados en las historias. Ahora me ven a mí, que no soy alta ni rubia, mido 1.57, soy un pitufo, y verán que eso nunca amilanó mis sueños”.

Llevamos hablando más de una hora, son más de las 9 de la noche y hoy la actriz ha tenido un día muy intenso: se ha levantado a las 5 de la mañana para repasar su guion e ir a las grabaciones de Dos Hermanas. En maquillaje, se han demorado una hora en lacearle el cabello y recogerlo en una cola caballo, peinado que caracteriza a Fiorella Berrospi. Ha tenido que memorizar los diálogos de treces escenas –no siempre consecutivas– las cuales ha grabado de un tirón. Ha salido y entrado de emociones –porque su personaje es muy temperamental– como quien cambia de ropa.

Mayella está agotada. Las grabaciones empezaron en enero, serán 80 capítulos y terminarán en mayo. La televisión es una máquina imparable. Por eso se alejó de ella por diez años, y se acercó al cine porque los procesos allí son más lentos. En la tele se produce como en una fábrica, en el cine el traba- jo es más de artesano. Pero ha vuelto a las novelas porque se siente más cuajada y porque, en estas circunstancias de cri- sis, nadie deshecha un trabajo porque sí.

Cuando volvemos a hablar de sus seguidores y de lo malintencionados que pueden ser los comentarios, la actriz –que hasta ese momento insistía en que nunca le comentan cosas tan negativas como para herirla– recuerda los mensajes de acoso: “Era horrible, yo comenzaba mi carrera, y me creé una cuenta en Facebook y por interno me escribían hombres que me enviaban fotos de sus genitales. Yo estaba muy chica. Ahora, lo habrán hecho alguna vez, pero ya estoy adulta y tengo como una coraza, simplemente los bloqueo, y, sí pues, eso es acoso”. No ha pensado en denunciarlos, pero sabe que hoy el ciberacoso está penado hasta con siete años de cárcel.

Retomando el tema de su carrera dice que lo positivo de las redes sociales es que mucha gente del extranjero le está escribiendo para felicitarla por la encarnación que hace de Catalina, aquella titiritera que no calla lo que piensa y que usa el arte para persuadir a los otros con sus ideas libertarias. Mayella considera que su trabajo como actriz es de suma responsabilidad, por eso tiene mucho cuidado al revisar sus guiones: “Si con mis personajes puedo denunciar cosas, lo haré...Fiorellaesunejemplode las cosas que no se deben hacer, al interpretarla estoy informando y denunciando lo que está mal en esta sociedad”

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.