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Domingo

Farid Kahhat: “Los humanos somos capaces de conductas egoístas, pero no es lo único que nos compone”

Sociólogo. Profesor de Relaciones Internacionales en la Academia Diplomática del Perú y la PUCP.

Para el analista internacional, los dragones fueron figuras fantásticas creadas por los señores feudales para someter por el miedo a la población. Foto: Michael Ramón / La República
Para el analista internacional, los dragones fueron figuras fantásticas creadas por los señores feudales para someter por el miedo a la población. Foto: Michael Ramón / La República

“De mis cuatro libros, este es el que más he disfrutado escribir”, dice Farid Kahhat, el siempre sobrio analista internacional y maestro universitario que ha decidido explorar escenarios fantásticos e imposibles para explicar temas urgentes como la pandemia, el ejercicio del poder a través del miedo, y los roles de género. Pandemias, dragones y muertos vivientes (Planeta, 2021), su último libro, cuya autoría comparte con la politóloga Gabriela Camacho, es un atisbo a sus aficiones juveniles, de cuando era un descontrolado hincha crema y un apasionado de los no muertos creados por George Romero.

¿Es usted un friki?

Sí, finalmente creo que salgo del closet en esa materia. La forma de ponerlo es la siguiente: yo vengo de una familia muy humilde, sobre todo por parte de mi padre, que no logró acabar la escuela, y alguno de mis gustos principales se forjaron durante la adolescencia. Luego pasé por la universidad, y el barniz académico me hizo alguien con gustos más sofisticados, pero nunca dejé los gustos aurorales, que eran incompatibles con mis intereses profesionales. Finalmente, con este libro, he logrado que sean compatibles.

¿Me dice que ha coescrito este libro, Pandemias, Dragones y Muertos Vivientes -con el que trata de explicar algunos temas de la ciencia política a través de fenómenos de la cultura popular como las películas de zombis, la serie Juego de Tronos, los superhéroes y el fútbol- para que sus gustos juveniles compatibilicen con su yo profesional?

Sí, son gustos juveniles que la gente tiende a suponer que con la madurez se van abandonando. Pero debo confesar que mi amor juvenil por los zombis, por los que yo hacía barra en contra de los humanos, nunca me abandonó, como tampoco lo hizo el gusto por el fútbol. Yo solía ser de esos seres que se transforman en un energúmeno en un estadio, y por otro lado era doctor en relaciones internacionales, profesor universitario y había que guardar las formas. Pero hubo un libro que tanto a Gabriela, mi coautora, como a mí, nos abrió los ojos: Theories of international politics and zombis, de Daniel Drezner, un gran académico estadounidense, que de pronto empezó a incursionar en estos temas.

¿Ha escrito con temor este libro? ¿Qué piensan sus colegas, otros maestros universitarios, sobre usar recursos como estos para hacer análisis?

Ambos autores teníamos claro que esto iba a levantar algunas cejas en el ámbito académico. Esperamos que la mayoría de nuestros colegas, sin embargo, tenga una actitud más lúdica frente al tema. Sobre todo, porque ellos también hacen análisis contrafáctico. Hay un libro llamado Contrahistoria del Perú

De Mitin.

Sí, donde los autores se hacen preguntas como esta: ¿Qué hubiera pasado si la propuesta del general San Martín de convertir al Perú en una monarquía constitucional hubiera sido adoptada? O esta otra: ¿Qué hubiera pasado si Vargas Llosa ganaba las elecciones de 1990? En estos casos, los académicos están hablando de hechos que no han ocurrido ni ocurrirán y en ese sentido dan un paso en la dirección en la que vamos nosotros, salvo que en lugar de contrafáctico, nuestro objeto de estudio parece paranormal. Lo que quiero decirle es que no estamos en tierra ignota, no es que nadie haya hecho algo parecido antes.

Revisemos el libro hablando de lo más urgente. ¿Ver o leer sobre escenarios fantásticos, en los que la sociedad colapsa, por ejemplo, por un brote zombi, nos puede preparar para catástrofes reales como la actual pandemia?

Bueno, en el capítulo de zombis yo cito un estudio de una académica de la Universidad de Chicago que dice que la gente aficionada al género post apocalíptico, dentro del cual suele estar el tema zombi, había respondido mejor a la pandemia.

¿A esta pandemia?

Sí, y la explicación que da en una entrevista es que cuando son buenas películas te introducen en la trama y tú asumes la perspectiva de los personajes, e inconscientemente empiezas a ensayar escenarios, con lo cual puedes estar mejor preparado.

¿Es verdad que hay dos agencias de los Estados Unidos que tienen planes de contingencia reales para la eventualidad de un brote zombi?

Sí, y es interesante, porque es el comando estratégico del establishment de defensa de los Estados Unidos el que hace uno de estos escenarios hipotéticos, y el otro es el Center for Disease Control, que es el organismo que está en la base de la estrategia contra la pandemia en curso. La premisa de la que parten estas agencias es la siguiente: Asumamos que lo que propone el cine de zombis, tal como lo concibe George Romero, existe en la vida real. Y a partir de lo que sabemos de la realidad social, podemos desarrollar algunas hipótesis causa y efecto que deberían tener validez bajo ciertas circunstancias. El comando estratégico de los Estados Unidos dice otras dos cosas interesantes. Primero aclara que no se trata de una broma, que sí existen esos planes de contingencia. Y luego afirma que si ellos hablaran de un escenario hipotético en el que se plantean atacar un país ficticio de Oriente Medio, para neutralizar su programa nuclear, todo el mundo asumiría que se trata de Irán. Por eso eligen un escenario inverosímil, para que nadie diga que sus ensayos ocultan una amenaza contra otra nación.

¿De qué tratan realmente las películas de zombis? ¿De muertos vivientes, de monstruos horrorosos, o de cómo reacciona la sociedad ante una situación extrema en la que todo colapsa: la economía, el gobierno, los servicios, el transporte, el flujo de alimentos?

Bueno, tal como los concibió George Romero, los zombis son parte de escenarios post apocalípticos. Esa es la parte que a mí me cautiva: la especulación sobre la conducta humana en condiciones radicalmente adversas. Pero en el capítulo dedicado a zombis, siendo un aficionado al género, termino haciendo una crítica al mismo, porque tiene una visión demasiado sombría de la naturaleza humana. No es falso que los humanos somos capaces de conductas egoístas y conflictivas, pero no es lo único que nos compone, también somos capaces de conductas empáticas y cooperativas. Y el problema del género de zombis es que enfatiza nuestra naturaleza egoísta.

¿No está siendo muy optimista? Miremos lo que pasa ahora mismo. Estamos en medio de una pandemia y hay naciones que han retenido recursos médicos que necesitaban otros países. Y además estamos en medio de una carrera entre naciones pobres y ricas por obtener la vacuna. Claro que nos dejamos llevar por el egoísmo.

Sí, eso es cierto. Pero no todo el panorama es sombrío. Primero, ya hemos tenido dos pandemias en este siglo. Pero como en esas pandemias, sobre todo en la del H1N1, hubo una cooperación internacional, ya las hemos olvidado. Y en esa ocasión cooperamos a través de la Organización Mundial de la Salud. Y si lo vemos en el tiempo, no siempre hemos enfrentado las pandemias tan mal como lo hemos hecho con esta. Y no todos los países han actuado de manera egoísta. Por ejemplo, en Corea del Sur, que es uno de los países que mejor ha enfrentado la pandemia, inicialmente no se cerraron los cines. Pero la gente entendió que el distanciamiento social no dependía solamente de decretos gubernamentales, y por eso dejaron de ir al cine, porque eran conscientes de que eran lugares de posible contagio. Y allí habría que contrastar Corea con Estados Unidos, donde el individualismo de la sociedad norteamericana llevó a un sector de la población a no darse cuenta de que usar mascarillas no es algo de que proteja solo a uno sino a terceros. La lección aquí es que, si no cooperamos entre nosotros, nos va peor a todos.

Otra cosa que muestran algunas películas de zombis, como Resident Evil, es que siempre hay un poder detrás que ha provocado la crisis. ¿Somos igual de conspiranoicos en la vida real? ¿Por eso llegamos a creer que el virus nació en un laboratorio?

Teorías conspirativas hay siempre. Yo diría que hay tres elementos que ayudan a entender cuándo tienen más eco. Uno primero es cuando las sociedades son crecientemente desiguales, al punto que un amplio sector de la población siente que la política no la representa. Allí eres más proclive a creer que hay élites que actúan de espaldas a la población. Otro factor es la propia pandemia. Las pandemias tienen como origen algo tan trivial como un virus y nos resistimos a creer que algo tan pequeño pueda ocasionar tanto daño. Y por ello, como decía un premio nobel de Medicina, creemos que el virus es un producto de laboratorio. El otro factor son las redes sociales y los medios que permiten las cámaras de eco, en las que uno actúa con gente que piensa igual que uno mismo, sin posibilidad de estar expuesto a fuentes que contradigan tus creencias.

Voy con dos preguntas que he sacado del capítulo dedicado a las pandemias. Primera. Si las pandemias pueden ser más devastadoras que las guerras, ¿por qué apenas se las menciona en el colegio?

Yo menciono en el libro que la Primera Guerra Mundial mató 11 millones de soldados, y si uno incluye a la gente que murió por hambruna o por falta de medicinas, por efecto de la guerra, saltamos a unos 22 millones de personas. Sin embargo, terminada la Primera Guerra Mundial empieza la primera pandemia mundial (la que vivimos hoy es la cuarta), la mal llamada crisis de la Gripe española (que dejó entre 50 y 100 millones de muertos). Sin embargo, los libros de historia apenas la mencionan, y yo diría que eso ocurre una vez más porque pesa el concepto de que los grandes males deben tener grandes causas, y que solo eso las hace grandes tragedias.

¿Y para algunos un virus no es una gran causa?

No es una gran causa, y por ende esas muertes no merecen ser recordadas en la misma proporción, porque -en teoría- son muertes sin sentido.

¿Por qué las agencias de banca de inversión no veían a la pandemia como un factor de riesgo importante a pesar de las advertencias?

Aquí lo interesante es que ellos, los bancos de inversión, usan el término “cisne negro” para referirse a un evento altamente improbable que, en caso ocurra, puede tener consecuencias nefastas. Entonces, para ellos debe ser muy reconfortante psicológicamente creer que no había forma de prever esta crisis. Pero lo que dice Nassin Taleb, el autor de la teoría del cisne negro, es que esta pandemia no entra en esa categoría, este era un hecho perfectamente probable, por algunos indicios: ya habíamos tenido dos pandemias en este siglo y habían estudios contrafácticos que decían que una variante del coronavirus podía causar un daño enorme a la economía mundial y millones de muertes. The Economist, que es una revista para público empresarial, hablaba de una variante del coronavirus, y que en el 2020 había 20% de probabilidades de que ocurriera, así de explícito. ¿Qué pasó entonces? Quizá las agencias de banca se están curando en salud. Si tú le pagas a esta gente para que haga pronósticos sobre la economía, y esta gente te dice que no habrá recesiones en este siglo, y al año siguiente hay una recesión y nueve años después hay otra mucho mayor, tú terminas diciendo: ¿para qué le pago a esta gente? Han quedado muy mal y les conviene decir que todo era impredecible.

Hablemos de la saga de Juego de Tronos. ¿El concepto de los dragones fue creado por los señores feudales, y asimilado por la iglesia, para infundir temor en la población?

Esa es un poco la hipótesis. Quiero decir que esta idea la tomo de Nelson Manrique, no quiero que piensen que me estoy apropiando de ideas ajenas. A ver, qué quiero decir aquí, que la autoridad buscaba la lealtad de los súbditos por dos vías. Una primera decía que el rey gobernaba por derecho divino. La segunda eran las ejecuciones, que eran públicas. Complementando todo eso, estaban los bestiarios medievales, que incluían a los dragones. Y aunque no existían en los pueblos antiguos y sí en los reinos imaginarios de Juego de Tronos, al final, en ambos casos, cumplían la misma función: ayudar a ejercer la autoridad.

¿Es por eso que en los cuentos para niños los únicos que pueden matar dragones son los nobles?

No lo había pensado, pero es buen punto. Pero serían los nobles y los santos, piense en San Jorge.

O sea, la iglesia y la aristocracia.

Exacto. La comunidad organizada no puede hacer nada con un dragón, lo que necesita es un salvador providencial.

¿Juego de Tronos es una serie que subvierte los roles de género, que nos muestra mujeres con poder, que se dejan seducir por el poder, que conspiran, matan o mandan matar?

Primero, debo decir que no he leído los libros de Juego de Tronos, pero sí he visto la serie. Y en la serie, salvo Ygrette, las mujeres que ejercen poder lo hacen porque nacieron en la familia adecuada.

O sea, son nobles.

Sí. A diferencia del Islam, donde la línea de sucesión siempre es de un hombre a otro, en algunas familias reales europeas, una mujer podía ser la heredera. En ese sentido, lo que pasa en Juego de Tronos no es muy distinto de lo que pasaba en algunos momentos de la historia medieval europea. El ejemplo de Ygrette, sin embargo, es interesante porque no hay nobleza en la cultura a la que ella pertenece, y además es lo más cercano a una sociedad de cazadores-recolectores, donde no hay grandes diferencias socioeconómicas entre hombres y mujeres. La paradoja, entonces, es que en algunos aspectos las sociedades más igualitarias son también las más primitivas.

Diría que para ser buen político hay que ser como Tyrion Lannister: Ni tan bonachón que raye en lo ineficaz, ni tan inescrupuloso que solo busque el poder, algo intermedio, que trate de persuadir a los demás.

A mí Tyrion Lannister me recuerda, entre los personajes históricos, a Abraham Lincoln. Lincoln era una abolicionista, pero sus medios no eran claros. Y parece ser cierto que él compra los votos para abolir la esclavitud. Comprar es una forma fuerte de decirlo, pero la idea es que es un quid pro cuo. O sea, cómo haces que alguien que cree en la esclavitud vote en contra de ella: le ofreces algo a cambio. Lincoln entendía esa lógica.

Era demasiado pragmático.

Sí. Parte de la política consiste en eso: en transacciones. Veamos, en todo caso, a qué nos ha llevado una situación en la que el Congreso y el Ejecutivo no se ponían nunca de acuerdo.

Terminamos con cuatro preguntas sobre fútbol. ¿Tiene la FIFA más poder que cualquier otro estado?

No, no. Tienen más poder que cualquier institución internacional, creo que esa es la forma de comparar a la FIFA. Ni siquiera el Consejo de Seguridad de la ONU, que es la autoridad global en materia de seguridad y tiene capacidad de aprobar sanciones económicas o que impliquen el uso de la fuerza, tiene un récord tan grande de acatamiento de sus decisiones como el que tiene la FIFA. Entonces la pregunta es por qué los estados no le hacen caso al Consejo de Seguridad pero sí a la FIFA. Y la respuesta puede ser que la FIFA se constituye en el único organismo que decide quién juega y quién no los torneos internacionales de fútbol.

Es usted hincha de Universitario, ¿verdad?

Me temo que sí. (Se ríe). Yo debo confesar que cuando me hice hincha de la “U”, ese era él equipo. A los doce años vi a la “U” en una final de Copa Libertadores y me creí que ese el orden natural de las cosas. Y a partir de los años ochenta la “U” solo me ha hecho sufrir.

Supongo que le ha costado un poquito escribir en el libro sobre la fidelidad de los hinchas aliancistas y lo popular que es el cuadro.

No, ellos son el rival pero no el enemigo. En el fútbol no deberían haber enemigos. Y hay que reconocer que el partido que más plata le da a ambos clubes es el clásico. Desde el punto de vista del interés propio, que Alianza esté en segunda no es una buena noticia. Y yo sí tengo un aprecio genuino por mis amigos aliancistas que se bancaron 18 años sin ganar un título nacional.

¿El Perú tiene al fútbol más vistoso e ineficaz de la región como dice Fernando Niembro?

Nuestro fútbol solía ser de escuela brasileña. Alguna vez jugamos sin volantes de marca, dándonos el lujo de poner cuatro delanteros. Y cuando al entrenador le preguntaban por qué, él decía: “No importa cuántos goles nos metan, sino que nosotros metamos más”. Todavía hay algo de eso, del toque. Y yo creo que eso está vinculado al fulbito, donde hay que entrar con la pelota dominada hasta el área. El fulbito te hace desarrollar eso, pero no los remates al arco. Por eso nuestro fútbol puede ser vistoso y puede ser ineficaz.

Periodista formado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es editor y reportero del suplemento Domingo de La República. También ha publicado en el diario El Tiempo de Colombia y La Tercera de Chile. Fue reportero de la sección política de este diario. Tiene un blog sobre fantasía (cuervosobrepalas.wordpress.com) y otro en el que comenta su trabajo periodístico (cambiodetitulares.wordpress.com)