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Domingo

Agua en la bolsa

El agua de California será cotizada en Wall Street como el petróleo y el oro. Algunos consideran que este mecanismo financiero contribuirá a gestionarla de forma eficiente, otros creen que es el primer paso para convertirla en una mercancía. ¿Está caminando el mundo hacia la privatización del líquido vital?

Fue la noticia más llamativa de la sección económica de las cabeceras del mundo esta semana: El agua será un elemento más del mundo bursátil, será cotizada en el mercado de mate- rias primas de Wall Street como el petróleo, el oro, el trigo. El recurso natural, fundamental para la vida en la Tierra, tendría un precio de US$ 487 dólares por 1.233 metros cúbicos de acuerdo con el índice Nasdaq Veles California Water.

Así fue estimado el precio del agua de California por la compañía de mercados globales, CME Group Inc., que, en palabras de su representante Tim McCourt, recurrió a este mecanismo financiero porque “la escasez de agua presenta un riesgo creciente para las empre- sas y comunidades de todo el mundo, y en particular para el mercado de agua de California de 1,1 mil millones de dólares”.

California es el gigante de la industria agrícola del suroeste de los Estados Unidos, sus campos venden frutos por valor de 50,000 millones de dólares anuales y un agricultor puede ser propietario de hasta 100 mil hectáreas de tierra. El negocio requiere de gran cantidad de agua para subistir –el 80% del consumo del estado–; sin embargo, en los últimos años el recurso hídrico empezó a escasear debido a las prolongadas sequías. Para encarar este escenario, sus agricultores tienen la posibilidad de comprar derechos de uso de agua cuando les falta. “Lo que se vende son excedentes de agua en la temporada, pero, cuando hay sequía, la venta se vuelve más intensa y los precios se disparan”, indica el economista e investigador de GRADE, Eduardo Zegarra.

Los inversores de CME Group creen que, llevando el agua a la bolsa, protegerán a los agricultores de las fluctuaciones de precio y asegurarán su disponibilidad a futuro. Así, aquellos que necesiten comprar agua en un año seco, cuando los precios suelen estar por los cielos, ahora podrán prever sus inversiones con contratos de uso en el futuro. Sin embargo, ¿qué peligro conlleva que el agua sea ofertado en un mercado tan especulativo como Wall Street?

Algunos expertos opinan que este puede ser el primer paso para convertir al agua en una mercancía, lo que despoja- ría a los que menos tienen de un recurso natural que es un bien común –así como el aire que respiramos– y sin el que no se puede vivir. Ya la ONU advirtió que estamos en rojo, cerca de mil millones no tienen acceso al agua en el mundo, y en 2025 dos tercios de la población enfren- tará la escasez. ¿Qué pasará si el agua llegara a concentrarse en las manos de unos pocos?

“El mercado esta reaccio- nando a la catástrofe, pero no invierte dinero en resolverla, solo le interesa que sus finanzas no sean afectadas”, dice el biólogo Ernesto Ráez Luna, quien describe un escenario poco optimista: “Los que más se protegerán serán los agricultores que tienen la capacidad económica para comprar mayor cantidad de agua. Nuevamente, los perdedores serán los pequeños productores que no podrán ofertar como lo haría una gran empresa”. El también exasesor del Ministerio del Ambiente reflexiona sobre lo delicado que es especular con el precio del agua: “Tendremos un grupo de especuladores esperando que sea más escasa para que suban los precios y ganen más. El me cado se va a beneficiar a costa de la catástrofe ecológica, es una señal espantosa”.

Más moderado, Zegarra, también autor del libro Economía del agua, señala: “La gente piensa que el agua del mundo se va transar en Wall Street, suena al apocalipsis zombie, pero no es eso ni de lejos... La mayoría de inversionistas ha dicho que es una iniciativa poco atractiva porque el mercado [del agua en California] es muy pequeño y localizado, el año pasado hubo solo 213 transacciones. Sin em- bargo, sí es una maniobra que genera preocupación porque la especulación en el mercado de futuros de commodities ali- mentarios como el maíz, el trigo y la soya desencadenó la crisis alimentaria del 2007 y 2008″.

¿A un paso de la privatización?

Que el agua se venda como mercancía parece ser parte del guion de una película distópica. El agua es un derecho humano y un bien común no privado en casi todos los países del mundo. Excepto en Chile, donde la privatización ha hecho que el agua de los ríos y lagunas tengan “dueño”. Amparados en el Código de Aguas, aprobado durante la dictadura de Augusto Pichonet, en 1981, un puñado de particulares inscribieron a su nombre y de manera gratuita los derechos para usar el recurso a perpetuidad. En Chile, existen comunidades como Petorca, donde el agua de sus ríos ha sido desviada completamente por empresarios agroexportadores, que la utilizan para regar sus miles de hectáreas de cultivos de palta. “Donde antes se bañaba la gente y pescaban pejerreyes y camarones, hoy proliferan los basurales de plástico [...] Sin agua en los ríos, todo el ciclo hidrológico se ve alterado: no hay evaporación del agua ni formación de nubes ni precipitaciones”, informó France 24.

En el Perú, el agua no está privatizada pero en la práctica pa- rece que sí: “Los agroexportadores de Ica están monopolizando grandes cantidades y el acuífero está siendo sobreexplotado”, apunta Zegarra. “Hay que ser prudentes porque nuestras reservas no son infinitas”, apunta el exministro del Ambiente, Ricardo Gieseke, quien recomienda prestar atención al aumento arrollador de la deforestación de los árboles de la selva, a 150 mil hectáreas por año. “El bosque amazónico cumple una función vital para el aseguramiento de la disponibilidad de agua para la costa y sierra... otra reserva hidríca son los glaciares, pero a estos también los estamos per- diendo, en los últimos 20 años se han reducido en un 70%”.

¿Debemos ponerle un precio al agua para darle valor y preservarla? “Todo aquello que es vital debe mantenerse como un bien común, si se privatiza el agua puede acabar en pocas manos”, advierte Ernesto Ráez. “Los modelos neoliberalistas para gestionar el agua no funcionan ni económica ni socialmente. Se tiene que pensar en esquemas de fuerte regulación, de control público e incentivos para la buena gestión”, apunta Zegarra.

Sobreexplotación del acuífero de Ica

María Teresa Oré

Socióloga y docente PUCP

Las empresas agrícolas de Ica ocupan, actualmente, los primeros puestos en exportación de frutos como las paltas y los arándanos. La gran demanda del mercado internacional ha llevado a muchas a ampliar sus hectáreas de tierras, incluso, a cultivarlas durante todo el año. Para mantener este ritmo se apoyan en la explotación del agua subterránea. Provistas de tecnología moderna, abren pozos para proveerse del recurso de forma ilimitada. Su sobrexplotación se agudizó en el 2010 cuando se declaró a Ica en emergencia hídrica. Por muchos años, los dueños de los grandes fundos han creído que el agua de sus pozos les pertenece. No solo dejan sin el recurso a los pequeños agricultores sino también a la población, pues parte del agua potable proviene del subsuelo. Este escenario de depredación sin control traerá grandes sequías en el futuro. El Estado, a través de la ANA (Autoridad Nacional del Agua) debe regular la demanda, pues el agua no durará al infinito. Otra so- lución es involucrar a la población en la regulación. En India, por ejemplo, los po- bladores se han organizado para monitorear las aguas subterráneas y señalar a quien quiera abrir un pozo. El agua no es un bien privado, es un bien común.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.